¿Quién negocia con más de 300 presos políticos?
Ríos de descredito corren en la opinión publica nacional e internacional, por el reciente encuentro entre los enviados de la Casa Blanca, y el régimen de Nicolás Maduro, en el Palacio de Miraflores.
La cuenta es extensa de los intentos infructuosos de generar acuerdos que aterricen en la democracia del país, la política de la tiranía venezolana ha sido siempre la de aprovechar estas instancias para ganar tiempo y eternizarse en su acción totalitaria y despiadada en perjuicio de la población venezolana, que agoniza por los efectos de la crisis multidimensional que azota a Venezuela.
La oscuridad sobre estos procesos de diálogos-negociaciones ha sido intencional, diseñado quirúrgicamente por Jorge Rodríguez para trasmitirle al colectivo social la sensación de derrota a la oposición venezolana y así mismo la fuerza y triunfalismo de su modelo dictatorial, cerrando cada vez más toda brecha a la democracia, negando las libertades a un pueblo que por naturaleza es pacifico y de ninguna forma se ve representado en las posiciones absurdas y guerreristas que acompañan desde Miraflores, ejemplo reciente la invasión de Rusia a Ucrania.
Ahora bien, comprender la necesidad de acuerdos, en vista de la grave crisis económica que atraviesa Rusia, toda vez que los hermanos Rodríguez y la propia Cilia Flores, quien tiene a sus sobrinos privados en una cárcel en Estados Unidos, actúan de bisagra para tales fines, es necesario en un momento tan álgido de la geopolítica, considerando además los efectos sobre Venezuela que no se harán esperar por las afectaciones de la economía ilegal, que se amparaban desde Rusia, sin embargo hará falta más que intenciones para que una nueva ronda de negociaciones adquiera credibilidad en la población.
Recientemente el periodista Vladimir Villegas, quizás con información privilegiada, adelantaba comentarios. ¿Quién negocia con más de 300 presos políticos, civiles y militares?
El centro del debate, para las nuevas negociaciones en México, debe ocuparse a lo inmediato de provocar estabilidad en el país, frenar la violación sistemática de los derechos humanos, y poner en libertad a los tantos presos políticos civiles y militares, que estremecen a muchos hogares venezolanos, perseguidos constantemente por la zozobra de la muerte y la tortura.
¿Estados Unidos crucificará a la oposición venezolana?
El movimiento inesperado de Estados Unidos hacia Venezuela, sin lugar a dudas es edulcorado por la guerra que ha generado la invasión de Rusia a Ucrania, tal situación provee al régimen de Nicolás Maduro de una ventana para aliviar su terrible crisis de orden político nacional e internacional, que lo han mantenido aislado económicamente, con márgenes de maniobras muy reducidos, ciertamente el Departamento de Estado, ha dicho que este escenario estaba acariciándose desde hace mucho, resulta improbable creer que se hubiese allanado este camino sin el surgimiento de las actuales coyunturas bélicas que desestabilizan el mercado energético internacional.
A prueba estará la determinación de Nicolás Maduro de generar concesiones políticas a cambio de la flexibilización de las sanciones financieras, con garantías suficientes en miras a una posible transición, siempre que se convoque este año a elecciones parlamentarias y se establezca un cronograma para la realización de elecciones presidenciales, lo más pronto posible, en este planteamiento el régimen intentara convencer la necesidad de llegar a un proceso electoral el año 2024, toda vez que puedan llegar fortalecidos económicamente, y hayan mitigado la constante deserción política de sus simpatizantes históricos, hoy consolidados adversarios a los intereses de la tiranía.
El madurismo en un escenario de este tipo tendrá que superar los fuertes niveles de confrontación interna que vive, teniendo entre sus filas posiciones no coincidentes en cuanto a las negociaciones, que pueden constituirse en enormes obstáculos a la hora de barajar sus destinos a través de un proceso electoral con garantías y observaciones internacionales creíbles.
Sin embargo, el mayor de los problemas para cohesionarse no lo tiene el madurismo, sino la propia oposición, quienes empujados por la ambición interminable de algunos dirigentes, prefieren la fragmentación, a la consolidación de una propuesta con un liderazgo consensuado, atreviéndose incluso a pactar con sectores del régimen en perjuicio del propio movimiento por el rescate de la democracia.
Con este esquema se favorece la dictadura, por ello es importante definir con claridad y a tiempo el liderazgo opositor, que para muchos esta siendo castigado por Estados Unidos, que plantea beneficiar al régimen, con alivios de sanciones, ocasionándole además circunstancias adversas a quien ha mantenido con coraje la disputa de la democracia cara a cara con el régimen, en esta dilemática posición ubican a Juan Gerardo Guaidó quien ha mantenido con templanza la figura del gobierno interino, como estrategia convergente de Estados Unidos y más de 60 países e instituciones de la democracia internacional.
Crucificarlo, por los intereses energéticos de Chevron y las petroleras de la India, puede significar un salto atrás en la lucha de todos los venezolanos que aspiran a conquistar la democracia y la libertad del país, de manera que los acuerdos deben ser recíprocos y de ninguna forma signifiquen, la oxigenación de la tiranía que asfixia a Venezuela.
@jufraga12