Es curioso escuchar a una parte de la oposición clamar por el levantamiento de sanciones con la misma fuerza que los jerarcas del régimen de @NicolasMaduro, en lo que algunos analistas llaman el «Síndrome del Guaire».
Hasta ahora, las medidas de presión impuestas a un régimen narco y profundamente corrupto, que viola diariamente los derechos humanos y ha desmantelado la institucionalidad democrática, son diversas: 1. Sanciones individuales a personas consideradas responsables de actos ilegales o antidemocráticos. 2. Sanciones políticas, como el reconocimiento político y diplomático de un gobierno interino y el reconocimiento continuo de la Asamblea Nacional 2015 como el Poder Legislativo legítimo. 3. Sanciones sectoriales, que limitan las operaciones y actividades de entidades o sectores como Pdvsa y el negocio del oro. 4. Sanciones secundarias, aplicadas a empresas o individuos de terceros países que violan las sanciones impuestas.
Además, existen acusaciones penales por corrupción y narcotráfico, casos ante tribunales internacionales como @IntlCrimCourt y múltiples litigios derivados de contratos incumplidos por los desgobiernos de Chávez y Maduro. Antes de discutir el levantamiento de sanciones o el abandono de causas jurídicas, debemos preguntarnos si han cesado los actos o crímenes que justificaron dichas reacciones.
La realidad es que cada crimen o acción sancionada continúa cometiéndose en el país. Maduro y sus mafias desean la impunidad pero continúan delinquiendo. Es obvio que violar la Constitución y las leyes es su forma de mantenerse en el poder y evitar la justicia internacional. Entonces, ¿desconoce @manuelrosalesg lo que ocurre en las mazmorras del Sebin y la DGCIM? ¿No se ha enterado @hcapriles de la situación de Pdvsa y las advertencias del Fincen @USTreasuryn que vienen desde 2017? ¿Le es indiferente a @fedecamaras que los negocios más prósperos del país sean actividades ilegales avaladas por el Estado? Sería más apropiado para ellos, y otros, sumarse a la denuncia y buscar un cese de la represión y la criminalidad en Venezuela, lo cual compromete seriamente nuestro futuro.
Levantar sanciones sin que cesen las acciones que las justifican no sería lo correcto ni lo moralmente adecuado. Dedicar tiempo y saliva a pedir clemencia para un régimen brutal huele a cobardía y complicidad.
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