Leyendo una interesante carta, que lejos de ser motivadora resulta de inspiración para la introspección, oscilante entre el animar del alma y otro tanto alertar los sentidos sobre aquello que debe tomarse en cuenta, y lo que no. Realmente, tocó mi corazón que el autor dedica un párrafo diciendo a quienes les dirige tal carta, y entre otros dice: “les escribo a ustedes jóvenes que han vencido al maligno…, les escribo a ustedes jóvenes porque son fuertes, la palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al maligno” al leer dichas declaraciones mi corazón rebosa de esperanza e indiscutiblemente me inspira al análisis acerca de los motivos que tuvo el remitente para comenzar y terminar su carta con la misma afirmación, siempre que se refiere a los jóvenes aseverando: “han vencido al maligno”
Lejos de siquiera imaginar lo que acaecía en la mente del redactor de la esquela, dispondré unos minutos para hacer algunas suposiciones. Los jóvenes suelen ser uno de los grupos etarios con mayor fuerza y disposición si se trata de alcanzar objetivos, pese a lo cual, eventualmente también se desbalancean en una depresión de sentimientos encontrados que luchan con autoconcepciones heroicas e ineficientes o incapaces. La inspiración por un ideal les hace morir y gritar de pasión en defensa de los mismos, pero las dosis de realidad le avientan al suelo como muertos, heridos de gravedad, en autoconcepción y proyección, con un susto de incapacidad o famélica autoestima. En tales circunstancias, la vida se vuelve más pesada de lo que soñaron que seria, y una tierna añoranza de niñez les embarga, recordando tiempos en los que crecer era la meta, así como ser independiente en total desconocimiento de sus implicaciones, se constituía el sueño de cualquiera.
Luego, entre frases siameses, el remitente dice: ¡ustedes son fuertes y en sus corazones hay resonancia de la palabra de Dios! Es decir, hay curiosidad, no la dejan escapar con facilidad, piensan en lo que han escuchado o leído, les resuenan las palabras en el corazón como repitiéndose por parlantes. Aun en las peores circunstancias, las letras que les imprimen el alma se avivan para alabanza o detrimento del ánimo. La juventud, que etapa tan llena de energía, pasión y un raciocinio en formación, complace el corazón con anecdóticas vivencias. Los flashes no ocultan nada, y las modas se perciben desabridas con el paso de algunas traslaciones terrestres. Tiempos intensos de juventud donde vives y mueres por una idea que con el tiempo puede que no resulte tan relevante.
A propósito, en medio de múltiples intereses y la disponibilidad de tiempo para explorar pletóricas opciones, los jóvenes requieren vencer constantemente al que se presenta con esplendor los venideros años llenos de atadura y amargor, el maligno. Ese, que no descansa hasta que su obra de maldad se vea culminada. Entonces, cada vez que tengas la oportunidad de hablar con un joven, recuérdale en más de una ocasión lo fuerte que es, que la palabra de Dios resonará dentro sí y dile repetidamente que ya venció al maligno. Así, fortalecerás una mente en formación y alentarás un espíritu apasionado en el riel sinusoidal que la vida ofrece.
@alelinssey20