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Lecciones que nos aporta Vietnam y sirven hoy para la guerra europea

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El próximo año se cumplirán 50 años de la caída de Saigón en manos de Vietnam del Norte. Seguramente para los lectores más jóvenes ese hecho no significa mucho. A mí me marcó mucho en mi infancia, diría que en cierta medida “me hizo perder la inocencia”. Hasta la caída de Saigón, Estados Unidos parecía “invencible”; era la nación que selló la suerte del Káiser, la que aplastó a Hitler y a Japón casi al mismo tiempo. La que colocaba hombres en la Luna y estaba a la cabeza del desarrollo tecnológico y económico.

Las imágenes de miles haciendo cola por subirse a helicópteros de Estados Unidos para abandonar Saigón (similares a las que vimos en Kabul en septiembre de 2021) significaban un punto de quiebre. Uno no menor, uno terrible. Y con ello la necesidad de saber el por qué (siempre fui un nerd).

Vietnam es una fuente de enseñanzas aún hoy (especialmente hoy), pues resulta evidente que esas lecciones bien no fueron correctamente explicadas o los alumnos no creyeron ni en sus docentes ni en ellas. Resulta evidente esto último: la generación de líderes de Estados Unidos que poco más de un cuarto de siglo después tomó el poder en ese país cometió los mismos errores, exactamente los mismos, en lugares como Afganistán, Irak, Libia o Siria. Esa misma generación sigue en el poder y pugna por retenerlo en noviembre próximo. Y están dispuestos a negar las lecciones otra vez.

Las lecciones de Vietnam son muchas en los distintos niveles, sin embargo considero que debemos concentrar la atención en las del nivel estratégico, es decir aquel que toma la decisión de ir a la guerra: No hacer una guerra que no responda a un interés vital real al país. En Vietnam no existía amenaza alguna a un interés vital de Estados Unidos, absolutamente ninguna. No ir a una guerra sin tener objetivos claramente definidos, alcanzables y medibles en todo el “camino” a su consecución. No ir a la guerra subestimando a los políticos y tropas del enemigo: en Vietnam se pensó que el abrumador poder militar de Estados Unidos destruiría a un enemigo infinitamente inferior en medios y logística. Asimismo se pensaba que los líderes del enemigo no tenían la capacidad de resiliencia necesaria para pelear y vencer.

No permitir que los militares mientan sobre el estado real de la situación en la guerra: En Vietnam la política fue permanentemente engañada por los militares. Los políticos “compraban” cifras absolutamente infladas sobre el desgaste del enemigo, la cantidad de bajas que sufría, la cantidad de terreno que se controlaba y hasta sobre el apoyo de la población vietnamita a la guerra. No ir a una guerra donde no haya intereses vitales propios en juego y donde el enemigo a enfrentar no tiene otra opción que la de pelear hasta el final, ya que este si enfrenta una situación límite. No ir a una guerra donde el gobierno local al que se apoya es corrupto y a la vez inepto.

Estados Unidos bajo el “estadista” Biden es una prueba de muy malos alumnos y a la vez de enorme soberbia: Ha buscado colocar a Rusia como un “enemigo sistémico” de Estados Unidos cuando no lo es, generando con ello una complicación enorme a la confrontación que tiene con su “único enemigo sistémico”, China. Ha subestimado a Rusia al considerar que puede hacer que ese país desista de alcanzar un objetivo vital para su status de Gran Potencia; algo que Estados Unidos puesto en la situación de Rusia jamás haría. Ha confiado en un gobierno como el de Ucrania que es el más corrupto de Europa, lo que en modo alguno contribuye a generar ninguna base sólida para una estrategia de largo plazo.

Hay un problema más. Uno muy grave del que Vietnam nos previene: La inercia. Las guerras que no tienen objetivos claros se convierten de medios a fines, y cuando alcanzan esa dinámica, la toma de decisiones en ella escapa a una lógica de fines-medios para ser una de “hacer algo – a ver si con eso cambia el desastre en que estamos”. Esto siempre es el camino al desastre.

Se ha colocado en una situación donde nuevamente la credibilidad de Estados Unidos se pone en juego no por acción de un oponente sino por malas decisiones propias. Algo que el “estadista” Biden reitera en su gobierno una y otra vez, como lo hizo en Afganistán, en Oriente Medio (tanto al apaciguar con dólares a los ayatolas como al mostrarse totalmente inepto frente a Yemen), y en el Mar de la China, donde su compromiso de seguridad frente a China es hoy observado con total desconfianza. Es notable que salvo con las presidencias de Reagan y de Trump, las lecciones de Vietnam parecen haberse olvidado o despreciado. Quizás ello sea un producto de una pésima lectura del mundo inmediatamente posterior a la implosión de la URSS. Aquello del “fin de la Historia” pudo haber sido creído a pie juntillas por una generación de políticos que para colmo de males, carece de experiencia militar alguna. Como les vengo diciendo, en noviembre próximo no sólo se elige un presidente en Estados Unidos, sino una visión estratégica para Occidente.

La acostumbrada recomendación semanal de mi “inútil biblioteca”: SUPLYING WAR: LOGISTICS FROM WALLENSTEIN TO PATTON por Martin van Creveld, un libro imprescindible para adentrarse en las complejidades de la logística de una fuerza militar. Un tema normalmente despreciado pero a la vez vital para que una fuerza pueda combatir; HISTORY OF THE SECOND WORLD WAR por Sir Basil Lidell Hart, una historia muy interesante escrita por el genial Lidell Hart. No tiene sin dudas el acceso a los archivos que se lograron con la implosión de la URSS, pero es una obra espectacular; IN THE ARENA por Richard Nixon, muchas veces he mencionado a Nixon y Kissinger como un dúo que revolucionó positivamente todo lo relacionado a la política internacional. Nixon fue un prolífico escritor y sus libros siguen valiendo la pena ser leídos. Nixon con todos sus aciertos y algunos penosos errores, está muy por encima de la enorme mediocridad de líderes que Occidente nos presenta hoy; MEMORIAS por Henry Kissinger, Si alguien pretende adentrarse en el mundo de la Guerra Fría entre 1969 y 1974 estas memorias son un camino imprescindible. Sí hay que leer mucho, pero el nivel de acceso a los líderes como Breznev, Gromyko, Mao, Chou En Lai, Indira Gandhi, Golda Meier y muchos más es apasionante.

@J__Benavides

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