El abrupto desenlace de la candidatura presidencial estadounidense de Joe Biden para ganar la reelección para el periodo 2025-29 arroja valiosas lecciones para el sistema político en Venezuela, como veremos a continuación:
En primer lugar, no se pueden apoyar candidaturas perdedoras, solo por el propósito de ocupar espacios que pueden ser ocupados por otros candidatos que sí pueden ganar, siendo este el caso de muchos partidos políticos que juegan a la desgracia de sus militantes, si no están de acuerdo y entregados totalmente a los planes de su dirección nacional, que muchas veces inscribe candidatos claramente perdedores, en componenda con sus enemigos políticos naturales, solo con el objeto de preservar el dominio institucional del partido político correspondiente.
Esta actitud política “contranatura” ha sido el génesis de la creación de nuevos partidos políticos, tanto regionales como nacionales, en Venezuela, dando salida política a dirigentes de peso histórico como Manuel Rosales, Henrique Salas Römer, Antonio Ledezma, entre muchos otros casos que a pesar de ganar cualquier encuesta en su momento coyuntural, fueron bloqueados políticamente y lograron superar los obstáculos y ganar las elecciones con nuevos partidos políticos, sin dejar de señalar que en muchos casos puntuales, prácticamente se regalaron alcaldías y gobernaciones al oficialismo por evitar la victoria de líderes naturales, lo cual ha ocurrido con mayor frecuencia en la Alcaldía de Caracas y la Gobernación del Estado Bolívar.
En segundo lugar, se debe juzgar favorablemente el papel de los financistas y simpatizantes de gran peso en la opinión pública, libres de disciplina partidista, como contrapeso al control vertical de las maquinarias políticas.
No se puede entender la caída de la candidatura de Biden, sin estos 2 actores relevantes, que se enfrentaron a los gobernadores demócratas, de los cuales hay que señalar que ninguno tuvo el valor de hacer lo sensato, evidente y alinearse con la opinión pública, sino que más bien, le dieron un voto de confianza a Biden en una reunión en la Casa Blanca, posterior al desastroso debate con Trump, que origino esta crisis, púes si los gobernadores de California, Illinois (Chicago), Pensilvania (Filadelfia) o Nueva York, hubieran tenido el valor de hacer lo correcto, fueran ellos los candidatos naturales a sustituir a Biden en lugar de la vicepresidenta Harris. Me hacen recordar el silencio cómplice que hay en Venezuela cuando alcaldes y gobernadores apoyan a los peores candidatos imaginables por la solidaridad automática partidista.
Los empresarios que financian al Partido Demócrata tuvieron el valor de enfrentarse al Presidente de los Estados Unidos, defendiendo no solo su inversión, sino sus proyectos particulares y colectivos, lo que en el caso de Venezuela no hubiese importado para nada, puesto que las campañas electorales oficialistas se pagan con los recursos del Estado, bien sea usufructuando los bienes del Estado o cobrándole tributo a contratistas y proveedores con fines electorales. No se trata de colocar a un partido político en la Bolsa de Valores, pero lo cierto es que esta realidad, permite los partidos de maletín y los candidatos sin votación importante es Venezuela.
Igualmente los artistas, directores y productores de Hollywood, encabezados por George Clooney y otros referentes morales y simbólicos del progresismo, ecologismo y la diversidad sexual y racial, se enfrentaron a la inmensa maquinaria de los 14.000 delegados de Joe Biden y ganaron la batalla crucial de la opinión pública, frente a un presidente que no quería renunciar.
En Venezuela, los partidos políticos necesitamos formular proyectos políticos y culturales que representen a buena parte de la sociedad, incluyendo actores que no militen dentro del mismo partido y se conviertan en guardianes incondicionales de la funcionalidad y aplicación del proyecto mismo, ante cualquier desviación de dicho proyecto por parte de quienes están llamado a defenderlo por ser sus creadores, por lo cual se puede concluir que los financistas lucharon por sus intereses económicos y los actores mediáticos pelearon por el Modelo de Sociedad que pretenden construir, más allá de que le guste o no al lector de este escrito.
Este espacio sería la sociedad civil, que no puede ni debe vivir confrontando a los partidos políticos, como ha ocurrido las últimas décadas, sino que más bien debe convertirse en guardianes de la moralidad democrática del conjunto del sistema político nacional.
En tercer lugar, hay que mencionar la influencia indelegable y nada disimulada de la comunidad internacional, que se vio reflejada en el importante medio de comunicación británico The Economics, que en un contundente reportaje atacó al Partido Demócrata por apoyar a una candidatura perdedora, sin entender la importancia que un nuevo gobierno republicano de Trump, significaría para la Unión Europea y muchos otros países, puesto que una administración Trump implica un aumento inmediato para toda la OTAN de los presupuestos militares al mínimo de 2% del PIB que 9 países europeos, especialmente España, no cumplen a cabalidad, lo que causaría graves compromisos políticos internos, mientras que Taiwán tendría prácticamente que hipotecar sus activos tecnológicos y financieros para amarrar la alianza defensiva, mientras que para los enemigos del Estado de Israel, sería la casi total seguridad de una participación militar estadounidense en una guerra regional para aplastar a Yemen y la Republica Islámica de Irán.
La mejor demostración de lo anterior, es la cantidad de gobiernos que han escrito públicamente para felicitar a Biden por su decisión, que van desde el presidente de Venezuela Nicolás Maduro (https://primicia.com.ve/nacion/maduro-sobre-retiro-de-biden-ha-tomado-la-decision-mas-sensata-y-correcta), hasta muchos gobernantes de todos los continentes, que temen con muchas razones de todo tipo, tienen un terror inimaginable a una hipotética mano dura e implacable de un gobierno estadounidense capaz de usar su inmenso poder económico, militar y tecnológico sin ningún tipo de consideraciones y con una eficacia muy superior a la que pretendió tener Vladimir Putin en su fallida “operación militar especial” que en vez de 3 días, lleva prácticamente 3 años sin resolución final.
En el caso de Venezuela, tanto el gobierno de Maduro como el gobierno anterior de Chávez hizo un uso intensivo a nivel mundial de campañas de relaciones públicas, que le permitió entrar en contacto, colaboración o alianza plena con prácticamente cada movimiento organizado, partido político o figura mediática del mundo del socialismo, el antiimperialismo, antiglobalismo a nivel mundial, siendo sus vínculos actuales o pasados una verdadera tarea para historiadores, sociólogos y politólogos, dada la profundidad de dichos intercambios, que van desde el “Grupo de Boston” al Grupo de Puebla, del Foro de Sao Paulo, el ALBA, la Celac, Unasur, etc., mientras que en el caso de la oposición, debido a la pluralidad ideológica de las plataformas políticas, la escasez de recursos financieros y poco o nulo desarrollo de mecanismos institucionales en el área de las relaciones internacionales por parte de muchos partidos políticos, han sido un problema muy grande, que ha impedido el uso político eficaz de los millones de emigrantes venezolanos en el exterior, a pesar de todos los problemas ya conocidos por este colectivo, que han sido bien difundido por todos los medios de comunicación internacionales.
En concreto, hay mucho que reflexionar y acometer en la política venezolana, a la luz de las importantes lecciones políticas que se desprenden del caso Joe Biden.