Aun se están contando los votos –al momento de redactar este artículo–, sin embargo, la tendencia indica que en las elecciones en Bolivia el Movimiento Al Socialismo (MAS), partido del expresidente Evo Morales, se alzó con la victoria, tal vez (de concretarse el resultado) con más de 50% de los votos.
Este hecho –que significa un retroceso para la liberación del continente– tiene muchas lecturas y muchísimas lecciones tanto para los venezolanos como para toda la región. Y, lo que es más importante, tomar nota y no ignorarlas.
Lo primero que se debe tener en cuenta es que este triunfo está íntimamente ligado con el poder del narcotráfico y del terrorismo.
Para nadie es un secreto la estrecha relación entre el verdadero líder del MAS, Evo Morales, con los productores de las materias primas de las drogas y con los carteles que manejan su distribución mundial.
Igualmente es conocida la creciente presencia de la República Islámica de Irán en el entramado político, económico y social de Bolivia.
También es notoria la estrategia de la izquierda en Bolivia, la cual siguió el mismo patrón de conducta que en todas partes, ya sea en Venezuela como en Colombia, Estados Unidos o España –caso Podemos– de corromper las instituciones de un país, incluyendo a sus partidos políticos, con el propósito de debilitarlos. Así lo hicieron y así lo hacen.
Durante 14 años de régimen de Evo Morales, este siguió el esquema con evidente éxito. Se vinculó al narcotráfico y al terrorismo internacional, dividió y corrompió a los sectores opositores, permitiéndole cohabitar con el poder. Igual que ocurrió y continúa ocurriendo con ciertos sectores en Venezuela y otros países del hemisferio.
Además, los socialistas no tienen moral ni se detienen a medir las consecuencias de sus acciones. Es por ello que Luis Arce –virtual presidente electo de Bolivia (según la tendencia)– no se detuvo en nada, ni por nadie para capitalizar la dura situación producida por la pandemia; por el contrario, se sirvió de esta para hacerse fuerte en los sectores de mayor índices de humildad e indecisos electoralmente.
Así que la falta de unidad de los demócratas bolivianos no fue lo que provocó el resultado electoral contra los candidatos Carlos Mesa y Fernando Camacho, sino la inescrupulosa política socialista de aliarse con las fuerzas más oscuras del mundo para imponer otro Estado forajido desde donde puedan operar con impunidad.
Por eso, este resultado también sacude a otros gobiernos, como el de Colombia, Brasil y Estados Unidos, por ejemplo, que subestimaron el poder de estas organizaciones criminales que avanzan en su objetivo de tomar el control en América Latina.
Hay otros factores que se deben analizar, como el gradualismo para imponer los cambios necesarios y la ilegalización de los movimientos políticos identificados con el terrorismo y el narcotráfico.
Sí, tal vez pudiera sonar escandaloso, pero creo que una de las grandes deudas del gobierno interino de Bolivia, a cargo de Jeanine Áñez, fue el de no acelerar los cambios políticos y económicos, así como prohibir la participación de organizaciones financiadas por el narcotráfico y el terrorismo en las elecciones, pues no bastaba con la suspensión de Evo Morales, debió ir por todo.
De la misma forma como los gobiernos de Europa penalizaron y todavía penalizan a los movimientos pronazis y profascistas, se debería hacer lo propio con los terroristas y narcotraficantes, ya que su mensajes es un veneno que ciega y luego destruye.
Bien, los venezolanos debemos aprender del caso de Bolivia los siguientes puntos: primero, que con las mafias no se negocia ni se participa en elecciones; segundo, que la izquierda latinoamericana ha sido penetrada por las mafias –y lo hace financiando, comprando y presionando psicológicamente–; tercero, comprender que no se puede actuar pensando cándida y democráticamente con unos desalmados que al poseer el poder violan las leyes o las adaptan a sus intereses; y cuarto, que se debe construir una estrategia que vincule más al liderazgo democrático con los ciudadanos.
Estas son las lecciones de Bolivia, es sorprendente que los socialistas socios de mafias y de terroristas y que el propio Evo Morales –a través de su títere– retornen al poder, ahora bajo la figura de Luis Arce.
¡Qué Dios evite que este mal se siga extendiendo por América!
Ya Argentina también está pagando el precio del regreso de ese socialismo corrupto al poder. ¡Basta ya!