Las mediciones de opinión están castigando severamente al PSOE. Hoy ese partido no tiene cómo sostenerse, va en caída libre. No es solo porque el apego de la ciudadanía no lo favorece, sino porque la tendencia es hacia un descalabro desastroso y vergonzoso. El promedio de los últimos 4 sondeos nacionales le otorgan la favorabilidad de apenas 28,5% de los españoles, lo que es igual a poco más de 1 de cada 4 electores. Por su lado, las derechas representadas en el PP contarían con la buena pro de 1 de cada 3 ciudadanos y crecen: desde la última encuesta han estado ganando un escaño cada 3 días. Podemos y Sumar juntos apenas logran arañar 12% del electorado.
Hace rato que el país no avanza hacia ningún lado porque esta legislatura en manos del PSOE, o mejor dicho, de su máximo exponente, Pedro Sánchez, no gobierna. Desde las elecciones no hace otra cosa que ocuparse de negociar con los partidos separatistas para conseguir los votos necesarios para aprobar una Ley de Amnistía que exonera retroactivamente a un grupo muy numeroso de individuos de delitos derivados del desafío secesionista de 2017. Al final conseguirá ponerla en marcha, pero se tratará de una victoria débil que podría no pasar el filtro del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Mientras tanto, en el país no se formulan políticas en ningún terreno, entretenidos como están los partidos de izquierda en mantenerse en el poder a costa de lo que sea.
Ni siquiera las manifestaciones de malestar de los sectores agrarios, que han hecho un ruido inimaginable en las grandes ciudades con muy llamativos desfiles de tractores han conseguido movilizar al equipo de gobierno a conseguir soluciones. La economía del país está inmensamente penalizada por una deuda externa colosal que no para de crecer y, mientras ello ocurre, la propensión a invertir en el país se ha detenido. Peor que eso, en España actualmente cierran 750 pequeños comercios cada mes, o 25 cada día. El tiempo se les va a todos en el gobierno en imaginar vías para mantener en La Moncloa al líder más personalista y arrogante que haya existido en la historia del país: Pedro Sánchez
Desde la semana pasada un caso de corrupción de proporciones inenarrables se ha destapado poniendo en jaque al partido de gobierno porque una de sus más relevantes figuras, el exministro José Manuel Ábalos, gran dirigente por décadas del PSOE, está envuelto de cerca en tratativas de negocios muy turbios de uno de sus más cercanos colaboradores, Koldo García. El caso se va a llevar en los cachos a este personaje de telenovela y a su exjefe, a la presidenta del Congreso, Francina Armengol; a otros dirigentes socialistas y habría que apostar que el propio Sánchez va a terminar muy salpicado por hechos ilícitos o al menos “non sanctos”. Hasta su esposa ha sido mencionada en relación con el caso base que es conocido como el episodio Koldo. Cosas tan notorias como el rescate económico de Plus Ultra (halemos la cuerdita para ver cuántos venezolanos hay en esta comiquita) se han puesto sobre el tapete y, aunque aún es temprano para que se haya hecho luz en esta intrincada madeja de negocios, si las cosas siguen como van muchos apuestan a que los días del presidente de gobierno están contados.
Sobresale, sin embargo, la manera correcta en que la cosa pública y la división de poderes se maneja por parte de las instituciones españolas. Más allá de la política, las instancias superiores del Poder Judicial, la Fiscalía y la Corte Suprema se mantienen independientes y actuarán de manera ejemplarizante. Solo queda esperar. Tal como lo ha señalado el Huffington Post, el 9 de junio habrá un nuevo “plebiscito” para Sánchez con la celebración de las elecciones europeas. Allí se hará evidente que el partido más importante de España no es el socialista. Ante las instancias comunitarias y de cara al mundo se demostrará lo que ya es palmario en el interior del país: Sánchez llevó a su partido al suelo.