A pocos días para que inicie el año 2022 el escenario en América Latina preocupa. Este año los izquierdistas —hijos en lo ideológico de y Fidel Castro y Hugo Chávez—han llegado al poder en países como Chile, Honduras y Perú; a eso hay que sumarle las naciones ya gobernadas por los amigos del chavismo, proyecto que se ha extendido en una parte importante del hemisferio. Al día de hoy prácticamente la mitad de Latinoamérica está teñida de rojo.
La victoria el pasado 19 de diciembre de Gabriel Boric, quien ha sido señalado como el candidato del Foro de Sao Paulo en las elecciones presidenciales de Chile, es algo que genera incertidumbre sobre el futuro de la nación que goza de mayor estabilidad en la región y cuya economía es la más dinámica. La cuna de O’Higgins es considerada por muchos expertos como el tercer país más desarrollado de América, detrás de Estados Unidos y Canadá.
Aunque hace unos meses Gabriel Boric le decía a Maduro:“Usted no ha estado a la altura”, refiriéndose a las violaciones de los derechos humanos en Venezuela; hay que recordar que en 2013 el mismo Boric pedía en Twitter a los venezolanos seguir profundizando en la “revolución bolivariana”. También señaló en otro tuit: “Gente critica a Maduro por no tener estudios universitarios y ser obrero. Una mierda. Fuerza Maduro carajo!”. El ahora recién electo presidente de Chile para el periodo 2022-2026, asistió a la universidad pero no hizo el examen de grado para la obtención del título de abogado. Su prioridad probablemente no haya sido prepararse lo suficiente.
Parece que la situación de Venezuela no ha servido de ejemplo para quienes siguen apostando por el comunismo latinoamericano, muchos de nuestros hermanos han corrido a votar por esa ideología, dejándose llevar por las emociones generadas por las promesas electorales con las que la izquierda siempre dice lo que los votantes quieren escuchar.
En Perú la decisión de elegir como presidente a Pedro Castillo es otro claro ejemplo de como las sociedades hipotecan su democracia. Las propuestas electorales del maestro rural incluían reformar a la constitución, renegociar los contratos con empresas extranjeras, una mano dura contra la inmigración y regular a los medios de comunicación,entre otras políticas que no se corresponden con el siglo XXI. Por el momento ha logrado evadir un juicio político, pero permanece en el ojo del huracán porque acumula varias denuncias en contra.
En la lista de países tomados por la franquicia del chavismo también está Honduras, nación en la ganó las elecciones presidenciales Xiomara Castro, la mujer del derrocado Manuel Zelaya. Zelaya fue depuesto por sus pretensiones de realizar una consulta para modificar la constitución de ese país. La estrecha relación con Hugo Chávez también se considera una de las razones que desencadenaron el malestar que propició el golpe de Estado con el que se buscó proteger la democracia y evitar instaurar el modelo venezolano y cubano en el territorio centroamericano. En estos momentos el mayor riesgo e inquietud en Honduras es que la señora Castro logre hacer una nueva constitución a su medida, con la que pueda controlarlo todo.
Este año 2021 pasaron muchas cosas en Latinoamérica, Daniel Ortega logró salirse con la suya nuevamente al obtener otro periodo presidencial mediante unas elecciones sin garantías democráticas en las que el resultado se conocía antes de realizarse los comicios. El sufrimiento y las protestas del pueblo de Nicaragua no bastaron por el momento, y la tiranía sigue enquistada en el poder hasta nuevo aviso.
Latinoamérica recibe un año 2022 con Maduro aún en el poder, con Díaz-Canel amurallado y empecinado en seguir haciendo sufrir a los cubanos. El pupilo de Evo Morales, Luis Arce, es quien gobierna Bolivia; Alberto Fernández se hunde con la crisis en Argentina y en México un anacrónico Andrés Manuel López Obrador permanece envuelto en los escándalos de corrupción de su entorno, él es testigo silencioso de la criminalidad y la pobreza que no para de incrementarse en la tierra azteca.
Hay más países latinoamericanos gobernados por presidentes con un corazón afín al espectro político del sector de la izquierda, pero ellos de momento no se han vinculado al chavismo, ni al modelo de los hermanos Castro; todo lo contrario: algunos como Mario Abdo Benítez de Paraguay—mandatario que ha estado luchando contra varías crisis internas— no reconocen al gobierno de Maduro.
Venezuela era un país democrático. Durante décadas fuimos la nación más próspera de Latinoamérica, empezamos a tener problemas que llegaron con aquel Viernes Negro del 18 de febrero de 1983, pero al final de cuentas todo se hundió cuando una parte de los votantes quiso buscar una salida eligiendo a la izquierda radical que representaba Hugo Chávez. Ya todo el mundo sabía que ese tipo de modelo de gobierno no funcionó en Cuba, en la Unión Soviética ni en ninguna parte, pero aun así el pueblo eligió al que creyó un salvador. Parece que la historia se sigue repitiendo una y otra vez en quienes se aventuran a comprar la franquicia del socialismo del siglo XXI. De cara al futuro conviene recordarles a todos los que lean estas líneas lo que reza un viejo refrán popular: “Cuando veas las barbas de tu vecinos arder, pon las tuyas en remojo”.
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