El “efecto Rashomon” explica cómo ante una misma situación dos o más individuos cuentan la historia de forma distinta, basados en su propia subjetividad y percepción.Este fenómeno lo vemos diariamente en los titulares de los periódicos, cuyo contenido depende de la tendencia política del diario en cuestión.Descubrimos, además, que cada versión es percibida como razonable o no, de acuerdo con el espectador.

Por ejemplo, luego de las elecciones en Brasil, un grupo anunció que Brasil celebró el triunfo de Lula da Silva en las calles; mientras que los partidarios de Jair Bolsonaro dicen que el ex presidente izquierdista Lula da Silva venció en las elecciones y regresa a la política tras su excarcelación.Simples puntos de vista, aunque la noticia es la misma.

¿Pero qué está sucediendo en América Latina?Los grupos de izquierda celebran ante un mapa de la región teñido de rojo; la oposición lo lamenta y siente preocupación por los avances del Socialismo del Siglo XXI.Pero existe una tercera posición que también forma parte de esa realidad, América Latina está dividida y este hecho es preocupante.

En abril de 2021, el candidato liberal Guillermo Lazo ganó las elecciones en Ecuador con 52,5% de los votos en segunda vuelta y 19,7% en primera vuelta.En junio del mismo año, Pedro Castillo resulta ganador en segunda vuelta con 50.1%, luego de obtener 19,1% en primera vuelta.Gabriel Boric es electo presidente de Chile con el 55,8%, luego de lograr 25.8% en primera vuelta. En agosto de 2022, Gustavo Petro gana las elecciones en Colombia con 50,4%, habiendo logrado 40,3% en primera vuelta. Las más recientes elecciones de octubre de 2022 en Brasil anunciaron como ganador a Lula da Silva con 50,9%; en primera vuelta obtuvo 48,4%, y Jair Bolsonaro 43,2%.

¿Qué podemos concluir? Ningún presidente latinoamericano elegido en los últimos dos años tiene mayoría parlamentaria; tampoco cuentan con el apoyo pleno de la población; como consecuencia estos países y en suma todo Latinoamérica está dividida; se forman dos grupos donde los mandatarios ven la aprobación a sus gobiernos disminuir, muchos en forma abrupta.Estas cifras son fríos números que reflejan otra realidad aún más preocupante: constantes protestas y manifestaciones populares que son la tendencia en la región.

En Ecuador, bandas de narcotraficantes han tomado la calle, se producen atentados con coches bomba, policías muertos y motines en las cárceles, con toque de queda en Guayaquil. En Perú las marchas, paros y otras manifestaciones de protesta –con víctimas fatales– no han cedido desde el inicio del régimen de Castillo, quien tiene una denuncia constitucional por corrupción como presunto líder de una organización criminal. En Chile la aprobación del presidente Boric ha decaído hasta alcanzar 25%; se rechazó la nueva constitución y la gente sale a protestar. Gustavo Petro, a escasos meses de la toma de mando, ha tenido que presenciar masivas marchas de protesta en diferentes ciudades de Colombia. El pueblo brasileño, por su parte, sigue protestando luego de los resultados que dieron como ganador a Lula Da Silva, aunque aún no asume el mando.

Pero uno de los casos más alarmantes es el asedio y estado de sitio del régimen boliviano del MAS contra la ciudad de Santa Cruz. Recordemos que, en 2019, la OEA y la comunidad internacional respaldaron la anulación de las elecciones de Bolivia por fraude electoral y que, en medio de graves levantamientos populares, Evo Morales tuvo que salir huyendo –igual que Carlos Zamora actual embajador de Cuba en Perú–. Jeanine Añez –hoy presa política del régimen del MAS– asumió la presidencia provisional y convocó a elecciones en la que resultó ganador Luis Arce, del partido de Evo Morales, en octubre de 2020. Desde esa fecha las denuncias y protestas continúan.Pero la más reciente se inició el 22 de octubre luego del pedido de los ciudadanos de Santa Cruz que exigen realizar un censo en 2023 para conocer cuál es la población real de Bolivia, ya que todo parece indicar que los registros electorales contienen por lo menos un millón de electores fantasma. Ante la situación, el gobierno no solo rechazó la petición, sino que ha cercado la ciudad, impidiendo el ingreso de suministros hasta que la población se rinda. Santa Cruz, que cuenta con el apoyo del pueblo boliviano, ha decidido mantenerse firme; pero teme que los grupos de choque enviados por el ejecutivo les corten el agua y la electricidad.

Esta es la preocupante situación de la región, sin mencionar las dictaduras de Estado en Cuba, Venezuela y Nicaragua donde los regímenes autoritarios tienen décadas en el poder.Cada nación debería buscar un buen gobierno, luchando por la paz y el bienestar de todos los pobladores; pero esta no es la coyuntura latinoamericana, lo que nos debe llevar a reflexionar y buscar soluciones para estos problemas que se propagan como la plaga del siglo XXI.Es momento de buscar unidad, algo debe cambiar y pronto.

Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú


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