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Latinoamérica: entre el desdén de EE UU y el interés de China

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La entrada de Donad Trump a la Casa Blanca plantea un nuevo escenario de relacionamiento de los Estados Unidos con los países que viven al sur del Rio Grande. Cada uno ha tenido particularidades en el desarrollo de sus vínculos con el norte pero lo que es común es que las naciones del subcontinente han debido enfrentar el desdén del país que otrora fue vital para cada uno de ellos en lo político y en lo económico. Washington ha tenido que centrar su atención en temas de gran calado en la escena internacional distanciándose de su propio patio trasero. 

Entretanto, China ha llegado a ocupar un espacio muy relevante en la dinámica de cada una de las naciones que otrora fueron grandes aliadas de Norteamérica. Cada país de América Latina tendrá retos comerciales y políticos que atender además de tensiones que enfrentar en medio de la batalla comercial y estratégica que pudiera desatarse entre las dos más grandes potencias planetarias. Así es como una inquietante incertidumbre se experimenta en las capitales de cada uno de los países latinos mientras Washington decide el tenor y las características de su interacción con Pekín. 

Pero es cierto es que, de cara al pasado, no es posible desandar lo andado. La gravitación china en los asuntos de la región es hoy determinante en muchos de los países porque aporta elementos de mucho peso en sus economías. En los intercambios comerciales actuales China ocupa el primer lugar en Suramérica y el segundo en la región. La Cepal asegura que “en el período 2000-2022, el comercio de bienes entre la región y China se multiplicó por 35, mientras que el comercio total de la región con el mundo solo se multiplicó por 4”. Su influencia es enorme: hay países para los que sus exportaciones a China son vitales y su capacidad para tomar medidas compensatorias en caso de prácticas desleales es virtualmente inexistente. Es el caso de Chile, Perú, México, Ecuador, Argentina, Colombia y hasta Brasil.   

En el terreno de inversión foránea directa, las empresas estatales chinas son principalísimos actores aunque la voz cantante la siga llevando Estados Unidos. En el año 2023 la IED alcanzó 8.748 billones de dólares, 10% de toda la inversión que ingresó ese año en la región. Y es importante destacar que China es hoy, igualmente, una relevante fuente de financiamiento de proyectos de energía y de infraestructura. Así es en Brasil, Guyana, Venezuela, Perú, Panamá, Ecuador   

A lo anterior se suma que la influencia china alcanza, cada vez más, a temas culturales, educativos, de defensa y seguridad en países claves para Estados Unidos, como es el caso de Panamá, Venezuela, Brasil, México, Perú. 

Y es importante tener en cuenta que Latinoamérica será en el futuro muy cercano un objetivo claro para Pekín dentro de su nueva estrategia de inserción en proyectos de alta tecnología en las áreas de vehículos eléctricos, paneles solares, baterías, digitalización, telecomunicaciones, tecnología financiera, electrificación e inteligencia artificial. Allí se beneficiarían Argentina y Brasil, Chile Colombia, México y Perú.  

El corolario es que un golpe de timón de Estados Unidos en su interacción con China a partir de Trump afectará inevitablemente a todo el subcontinente y a la mayor parte de los países, en diferente medida en cada sitio y con varias tonalidades de gris. 

Para cada uno, la alianza con uno u otro lado traerá consigo oportunidades y riesgos a la vez, pero a todos los ubicará inevitablemente en la imperiosa necesidad de reconstruir o apuntalar sus alianzas.   

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