Discordia, insaciable en sus furores, hermana y compañera del homicida Ares, la cual al principio aparece pequeña y luego crece hasta tocar con la cabeza el cielo mientras anda sobre la tierra. Entonces la Discordia, penetrando por la muchedumbre, arrojó en medio de ella el combate funesto para todos y acreció el afán de los guerreros
Homero, Ilíada.
Eris es conocida en la mitología griega como una deidad promotora de disputas, discordias y malos entendidos. Hija de Zeus y Hera, siempre acompañaba a Ares, el sanguinario y homicida dios de la guerra. Hesíodo en su obra, trabajos y días define a dos Eris.
Así que, después de todo, no había un único tipo de Discordia, sino que en toda la tierra había dos. Respecto a una, el hombre podría elogiarla cuando llegase a conocerla, pero la otra es censurable, y son de naturaleza completamente diferente.
Pues una fomenta la guerra y batallas malvadas, siendo cruel: ningún hombre la ama; pero por fuerza, debido a la voluntad de los inmortales dioses, los hombres.
Pero la otra es la hermana mayor de la oscura Noche (Nix), y el hijo de Crono que se sienta en alto y mora en el éter, extendidas sus raíces en la tierra: y es mucho más amable con los hombres. Incluso logra que los perezosos trabajen duro; pues un hombre se vuelve ansioso por trabajar cuando tiene en cuenta a su vecino, un rico que se apresura por arar y plantar y poner su casa en orden, y el vecino compite con su vecino en apresurarse tras la riqueza. Esta Discordia es sana para los hombres. Y el alfarero se enfada con el alfarero, y el artesano con el artesano, y el mendigo envidia al mendigo, y el trovador al trovado (Hesiodo, 1919).
Una genera disputas y maledicencias y otra es generadora de un efecto de progresividad o emulación; sin embargo, el sabio Hesíodo define a la veleidosa Eris indicando que es una deidad odiosa.
Por su parte, Eris (Discordia) parió al doloroso Ponos (Trabajo), a Lete (Olvido) y a Limos (Hambre) y al lloroso Algos (Dolor), también a las Hisminas (Disputas), las Macas (Batallas), las Fonos (Matanzas), Androctasias (Masacres), los Neikea (Odios), las Pseudologos (Mentiras), Anfilogías (Ambigüedades), a Disomnia (el Desorden) y a Ate (la Ruina y la Insensatez), todos ellos compañeros inseparables, y a Horcos (Juramento), el que más problemas causa a los hombres de la tierra cada vez que alguno perjura voluntariamente. (Hesíodo, 2006).
Madre del hambre, del dolor, de las disputas, batallas, masacres. odios, mentiras y ambigüedades, del desorden -odiado por los griegos- de la ruina y la insensatez, no podía considerársele una deidad virtuosa por el contrario era esta una suerte de perversión, de cuyo vientre solo salían vilezas, ruindades y maldades, la representación de todos los vicios, la esencia del mal. El único poder de la deidad era la intriga capaz de poner en aprietos al propio Zeus, de hecho, fue Eris quien enfrentó a Tifón con Zeus, en su deseo por causar caos en todos los ámbitos, ese poder ruin y reptante de la discordia permitía destruir las virtudes, el orden en el universo y causar guerras y dolor.
Famosa fue esta deidad a quien lanzó una manzana de oro como premio para la diosa más bella del Olimpo. A la contienda asistieron Palas Atenea; Hera, la de níveos brazos, y Afrodita, la diosa del amor. Zeus, para salir de esa encrucijada, optó por convocar a Paris príncipe de Troya para que dictaminase quién era la diosa más hermosa. La estatura moral de las deidades, las llevaron a ofrecerle toda suerte de presentes al príncipe de Troya: poder político le ofreció Hera, reina del Universo; sabiduría y estrategia militar le ofrendaría Atenea y Afrodita sabiendo las debilidades del mortal, le ofreció la más bella de las mujeres de Grecia, Helena de Micenas, obviamente la ganadora fue Afrodita y el reino de Ilión, se ganó la antipatía y el odio de Hera y de Atenea, del rapto de Helena se sucedió una sangrienta guerra que mantuvo a mortales e inmortales, en enconadas contiendas y llevaron a la espléndida Troya a convertirse en una ígnea ruina.
La culpable fue la discordia, esa insignificante deidad capaz de trocar todo en entropía y horror, madre de los males de la humanidad y culpable de odios y rencores, lo mismo ocurre con las posturas diádicas, de los defenestrados del banquete de la cacocracia venezolana, estos defenestrados del festín de robo, corruptelas, horror, muerte, exilio, daño antropológico y persecución a una sociedad exhausta, ahora se erigen en una suerte de ductores de la moral y las buenas costumbres, en medio de un país degenerado en la lengua y el alma, que es incapaz de reconocer como falsa, incompatible y engañosa estas posturas críticas hacia la gasnterilidad que hacen sus participes bajo la égida del exilio cómodo y tranquilo, fundamentado en el erario público trocado en botín personal.
Así Giordani, quien decidió que la pobreza nos haría mansos, ahora ofrece lecciones de economía y existen atolondrados que lo escuchan como un evangelista de la moral; Rafael Ramírez con su evidente dislexia, creador de la frase Pdvsa es “roja rojita”, ahora denuncia actos de corrupción, un sujeto que se apropió de mil millones de dólares, el equivalente al presupuesto del gasto público para un país del tamaño de México; y no conforme, el implacable Andrés Izarra, destructor de Radio Caracas Televisión (RCTV) y de cientos de emisoras y medios libres, padre de la hegemonía mediática, expresa que el madurismo no gana ni con trampas, vaya osadía, intenta dividir al chavismo del madurismo. La respuesta, la cacocracia madurista, es una consecuencia del chavismo, este modelo no fue jamás superior a este desastre, así pues no hubo un Chávez bueno y estadista y un Maduro dictador y tirano, ambos odian la libertad individual, la progresividad del individuo y son los padres de la falencia del lenguaje y del alma, como hiedras treparon todos los estadios de la sociedad venezolana, dejando solo nuestras psiques libres para evitar ser copados.
Han estrechado vínculos en todos los niveles de la sociedad, quien afectada de la anestesia moral asume hacer leve las tropelías cometidas, los atropellos perpetrados y el horror sembrado, bajo el supuesto de que están cubiertos por la égida de la protección chavista, esta revolución es connaturalmente cruel con sus acólitos y de eso no nos cabe duda, lo demostraron en la noche de las bragas naranjas, quienes se acercan al horror no están a salvo, tal vez puedan vivir como sultanes, pero en cualquier momento recibirán a la irascibilidad como praxis del régimen.
Finalmente, la tarea es reforzar las formas del habla con talante democrático, revertir el daño antropológico en espacios de encuentro ciudadano para construir una referencia discursiva distinta a la verdad oficial y educar para no repetir a Auschwitz, esta frase es tomada de Teodoro Adorno: “Si la educación tiene sentido, este reside en no repetir Auschwitz” (Teodoro, 1998). Replantearnos rescatar los espacios ciudadanos, desintoxicar la lengua y reconocer como falso toda propuesta de la tiranía, nos podría “llevar a la libertad estando esta a la vuelta de la esquina” (Havel, 1990).
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