OPINIÓN

Las vértebras de la élite política

por Freddy Marcano Freddy Marcano

En Venezuela existen iniciativas encaminadas al diagnóstico de una realidad que incluye a la llamada élite política – valga el estudio realizado por Link Análisis liderado por el politólogo Ángel Medina en torno a una muestra dirigencial, que busca analizar la situación política, que hoy día es tan necesaria. No por casualidad, sólo 8% de la población es menor de 25 años de edad, predominando los mayores de 36 en 77%, con un significativo 42,8% de mujeres. Nada es casual: un tercio de la dirigencia ha concluido los estudios superiores y 25,3% tiene estudios de tercer nivel. De estos números, 91% participa a través de los partidos, 22,9% en la sociedad civil organizada, 10,4 % en el ámbito vecinal, 10,9% en el gremial y 5,5% en grupos de presión.

Estos resultados sorprenderán a muchos que suponen que creen que nuestra élite política es inexistente o está quebrada o supondrán que no la hay en el medio estrictamente sindical, empresarial, o profesional, dentro y –ahora– fundamentalmente fuera del país, porque no constituye casualidad alguna que la diáspora cuente con un elevado porcentaje de nuestros coterráneos más preparados. Por cierto, no necesariamente deba tomarse por nuestra más consumada élite política el conjunto de los aspirantes presidenciales con miras o no a las primarias, porque –así de simple– no están todos los que son, ni son todos los que están.

La pasión que todavía existe por una Venezuela capaz de crear mística es necesaria. Muy diferente al revanchismo, el odio, la crispación permanente de los chavistas que no reciben noticias todavía de la caída del muro de Berlín ni del agotamiento de la economía rentista, pues Nicolás Maduro no es un fenómeno ajeno sino una expresión del fundador de una estirpe de marcado sello habanero. El tiempo le dio la razón a Rómulo Betancourt en su lucha por pacificar al país frente a la guerrilla importada desde Cuba, y a Carlos Andrés Pérez, quien predijo una dictadura, como la de ahora, con décadas de anticipación.

La mayor habilidad demostrada por el régimen es que tiene cabida en la discusión pública, a pesar de declararse socialista en 2006 e invitar a un debate abierto en la materia que cuidó muy bien de no dar ninguna inquietud doctrinaria e ideológica. El socialismo, en general, y el socialismo desconocido que encarna Nicolás Maduro, son considerados una polémica bizantina. La sola década de los sesenta demuestra cuán profunda ha sido nuestra tradición política en torno a la específica consideración del pensamiento político. No es nada casual que hayan despuntado las diferencias necesarias para coincidir políticamente, en relación con el liberalismo, la socialdemocracia, el socialcristianismo, el marxismo-leninismo, el desarrollismo positivista, etc. Hoy se toma a la deportiva ser de izquierda o derecha, centroizquierda o centroderecha, ultraizquierda o ultraderecha.

Hay partidos inscritos o que aspiraron a inscribirse en la Internacional Socialista, compitiéndole a AD, o que ya ocupan los espacios de Copei en la ODCA y las ONG internacionales. Como hay quienes no tienen la menor idea de lo que plantean frente a un régimen de las características actuales tan interesado en tener una oposición fascista con la cual entretenerse, jugar y lanzar al escarnio público. Y como no la tiene, trata de fabricarla o darle tales características.  Significativo que el 33,8% del estudio ya citado, diga ser de centro político, sumado al 27,4% que se reclama de centro-derecha, conformando la mayoría; 16,9%, se dice de centro-izquierda; 12,4%, derecha; y una franja de minorías declaran que son de izquierda, ultraizquierda y ultraderecha.

Al respecto, conocidas las abundantes reseñas, incluso, académicas que hay sobre la distinción entre derecha e izquierda, muy poco dice en realidad una postura que desea contrastarse con un régimen que se proclama no sólo de izquierda, sino dueño de todas sus tradiciones en Venezuela. Significativo que 80% se diga católico y 10% evangélico,  siendo el resto ateo, agnóstico o participante de otras creencias.  Y digo significativo, no porque implique subordinación política a Iglesia alguna, sino por la crisis que hay del pensamiento político más abstracto o elaborado, trabajando con viejas nociones, teniendo la personalísima creencia religiosa algo más de complejidad, aunque 63,7% de la muestra diga invertir entre una y seis horas semanales a la lectura, fundamentalmente, de noticias; 44,3% dedica entre dos y cuatro horas diarias a las redes sociales y 30,3% más de cuatro horas diarias.

Sabemos de dónde venimos. Por ello creo que la tarea importante no sólo está en explicar a la gente, es decir, a  la ciudadanía que ocurrió a finales del siglo pasado, cuál fue el polvo que trajeron estos lobos. Es necesario ahora, según las más inmediatas y dramáticas realidades, descubrir si hay otras razones ideológicas, muy diferentes a la del socialismo, o si podemos aprovechar las redes sociales para intentar la otra socialización política necesaria y distinta a la propaganda y publicidad madurista que llegará a niveles insoportables en 2024 con la campaña presidencial que se tragará todos sus “ahorros”, botando la casa por la ventana en una hazaña más del populismo que campea.

Señalar esta información es de suma importancia y nos da la posibilidad de saber dónde realmente estamos parados y hacia dónde debemos ir para buscar ese tan añorado cambio que requiere el país para salir de este  atolladero. Manejar esta información nos permitirá entender cada una de las vértebras que posee nuestra clase política en la actualidad, para detectar, analizar y corregir nuestras debilidades. Hemos resistido, insistido y persistido en conocer de dónde venimos para determinar el camino hacia una democracia sólida y verdadera.

@freddyamarcano