OPINIÓN

Las vacunas en Venezuela: lo imposible y lo improbable

por Carolina Jaimes Branger Carolina Jaimes Branger
la Abdala

GETTY IMAGES

Tengo que volver sobre el tema de las vacunas. La semana del 22 al 28 de junio fallecieron en Venezuela, según cifras de la ONG Médicos Unidos, catorce miembros del personal de salud que no habían sido vacunados. Y es que las vacunas ya no son solamente el nuevo “apartheid” venezolano. Es que ahora ni siquiera son vacunas. Son un experimento cubano y nosotros, los pendejos venezolanos, humillados y sojuzgados por Cuba, los conejillos de Indias.

El alto gobierno se vacunó, sí. Pero no con las Abdala… se vacunó con las Sputnik V rusas, aprobadas por todos los organismos de salud mundiales. ¿Por qué no han seguido trayendo esas? No hay respuesta de los organismos oficiales. Las Academias científicas nacionales se pronunciaron: las Abdala no deben usarse. La Asociación de Investigadores del IVIC, aparte de confirmar que la Abdalá NO ES una vacuna, sino un “candidato vacunal”, dejaron saber que llegó a Venezuela antes de ser aprobada por las autoridades científicas de la isla y su agencia reguladora de medicamentos, el CecMed. ¿Cuál era el apuro de la vicepresidente Delcy Rodríguez en comprar tantos millones de dosis de unas inyecciones que sabrá Dios qué contienen? ¿Quién manda en Venezuela? Encima, la propuesta de Fedecámaras de adquirir vacunas para sus trabajadores duerme el sueño de los justos, sin que haya respuesta por parte del régimen. ¿Las víctimas? ¡Los venezolanos de a pie!

Por otro lado, nos encontramos con que el mecanismo Covax no fue activado para nuestro país, porque como las cifras en Venezuela NO EXISTEN –y las que existen son imposibles de creer, como las relacionadas con el Covid- los últimos números publicados en plataformas del Estado reflejan que un venezolano promedio gana un promedio de 13.000 dólares anuales. ¿Un chiste? ¡No! Cifras viejas, difíciles de creer también. Si las hubieran actualizado, tendrían que decir que un venezolano promedio gana menos de 36 dólares al año y nos hubieran aprobado el Covax de inmediato. Aunque el doctor Julio Castro aseguró que el estancamiento del Covax se debió a que el régimen “cambió el estatus del contrato”. Cualquiera de las dos razones es un exabrupto.

El hecho cierto es que estamos en manos de un régimen que nada le importa, sino mantenerse en el poder a costa de lo que sea y como sea. Que sus miembros se vacunaron todos porque consideraron que ellos eran más “importantes”. En el resto del mundo los mandatarios en general se vacunaron cuando les tocaba por sus edades. No tuvieron trato preferencial. En Venezuela, no solo fue que se vacunaron ellos, sus familias, sus amantes y un largo etcétera: es que negociaron con las vacunas. Las Sputnik habían llegado en dos dosis cada una y ahora no hay segundas dosis. ¿A quiénes les pusieron esas segundas dosis que hoy no aparecen? ¡Seguramente a quienes las pagaron a un precio exorbitante! Pero por este delito solo hay dos bobos presos. Los cerebros detrás están libres, vacunados y disfrutando de las pingües ganancias de sus negocios inmundos.

Los hospitales son otro tema: la falta de oxígeno y de electricidad ha matado a más de uno que, en un país normal, se hubiera salvado. Pero estamos en Venezuela, el país donde lo improbable y lo imposible se han transformado en cotidianidad.

@cjaimesb