Por Luis E. Torres-Núñez
Mi hijo Luis es un adolescente que creció en un hogar influenciado por la realidad de la universidad venezolana, sus padres, los amigos de sus padres y los niños con quienes él compartía en esos años, todos estaban vinculados por una u otra razón al mundo universitario, así que es de esperar que el tema universitario despierte en el algún interés. Una de las tantas tardes cuando estoy almorzando con él, siento que irrumpe emotivamente: ¡Mira este tuit, papá! Y casi con un orgullo patrio, procedió a leerme la información que mostraba una pequeña imagen –cuya leyenda estaba hasta mal redactada–.
“Pese a crisis del país, universidades venezolanas luchan por la excelencia”. En la imagen se observaban las posiciones alcanzadas para algunas universidades venezolanas en los Rankings de universidades Latinoamericanas, edición 2020. Recuerdo que estaban en el siguiente orden: Universidad Central de Venezuela (UCV), en el lugar número 41; Universidad Simón Bolívar (USB) ocupaba el lugar número 49 y; Universidad de los Andes (ULA), estaba posicionada en el número 79. Con suma alegría y mirándome a los ojos, Luis me dice <<es como para celebrarlo>>.
Al tiempo, que yo no sabía que responderle. Hice una leve pausa y no paraba de pensar en un sinfín de datos e información que me hacían experimentar varios sentimientos en contrasentido; sin mayor espacio para asimilarlo; Luis, nuevamente interviene:
—Papá, ¿crees que, en medio de esta terrible crisis, no es valiosa esta hazaña que muestra la calidad de nuestras universidades? —Y sin darme mayor tregua, continúa—. Dame una respuesta y por favor, que no sea pesimista, ya que te veo medio desconcertado.
No tuve más alternativa que disponerme a exponer algunas de mis ideas, con el propósito de explicarle las razones que a mí me muestran otra realidad totalmente diferente a la que él observa.
—Luis, es un tema amplio, que desde mi opinión requiere varias precisiones. Tenemos el tema de la calidad y en este punto es importante comprender que no hay una fórmula única cuando hablamos del tema educativo. Te podría conceptualizar el término calidad, como un proceso dinámico, que implementa constantemente medidas transversales de seguimiento, control, ajuste y reconstrucción de sus procesos, en función de lograr un objetivo deseable.
—Pero, espera papá. ¿Me estás diciendo que no se puede medir la calidad de la educación superior en Latinoamérica? Si esto es así, entonces cómo sabemos si estamos bien o no en términos de cómo avanza la universidad. Acaso, no nos dice nada el número de estudiantes, de los graduados, de las publicaciones y eventos científicos… en fin, creo que sí hay cosas tangibles que se pueden considerar para saber cómo vamos.
Hijo, en ciencias no me gusta hablar del término imposible, aunque se trate de un tema bien complejo y créeme que el tema de la calidad de la educación superior sí que lo es y, su estudio comparativo es mucho más complicado de lo que parece y reflejan los números de estos indicadores que tú me señalas. Para ello, voy a precisarte un ejemplo, yo considero que al menos hay dos justificaciones centrales que deberían ocupar el trabajo de las universidades latinoamericanas, me refiero al cumplimiento del derecho social de la educación superior de sus ciudadanos y en cómo las universidades deben contribuir al desarrollo de sus países. En este sentido, todos estos números que me acabas de señalar, no explicarían mayor cosa, si no logro comprender el impacto que estos indicadores generan en estas dos tareas.
—¡Qué molleja, papi! Ahora son las universidades las responsables de que no haya garantías del cumplimiento de eso que llamas derecho social a la educación superior en Venezuela y además de que no impacten en el desarrollo de nuestro país. Si las universidades están impedidas porque están en ruinas.
Luis, claro que sí es una responsabilidad de las universidades y ¿sabes algo?, creo que tú no eres el único que no lo comprende muy bien. Pienso que el primero que no ha entendido este punto, y más bien lo mal entiende -cosa que es grave- es el gobierno nacional. Te explico, quizás tú sin darte cuenta has introducido un eslabón importante en esta discusión: el Estado venezolano y su gobierno es el responsables de instrumentar y financiar políticas públicas para garantizar el disfrute de los derechos sociales de sus ciudadanos. Si los Estados incumplen la obligación económica, las universidades se ven impedidas de materializar: la disponibilidad de la plataforma física y tecnológica que requieren los programas de formación académica y los proyectos científicos para el desarrollo de la sociedad; garantizar el acceso equitativo a mayor número de ciudadanos en los programas de estudio; y a cumplir con el principio de la gratuidad en este nivel educativo.
Hoy los profesores laboran en las peores condiciones que te puedas imaginar: enfermos, con hambre y sin tener buenos equipos y casi sin medios tecnológicos y lo peor, viviendo en soledad impedidos de ir a ninguna parte y con el dolor de la ruptura y separación de sus hijos y nietos. Muy lejos quedaron sus sueños dorados de vivir una vejez tranquila, apacible, digna y cómoda y que en está siendo azotada por una perversa crisis en Venezuela. Seguiré comentando el tema.
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