OPINIÓN

Las tuberías, Rodrigo de Triana y el resultado

por Norberto Bausson Norberto Bausson

Qué gobierno más loco… Las tuberías de aguas blancas conducen agua con olor a tierra y color a petróleo; las de gas, que deben por seguridad oler a mercaptano (huevo podrido) si hay una fuga, son inoloras. Por eso cada vez que abro el chorro en mi apartamento en La Rosaleda, en mi municipio querido Los Salias, me acuerdo de Rodrigo de Triana: ¡Tierra!

Pasamos de un país que tenía gobiernos que respetaban a su gente a otro que nos desprecia, que no respeta normas ni nacionales ni panamericanas ni mundiales: no le paran… dale que eso no mata ipso facto, y si reclaman le tiramos los grupos de paz para que se dejen de eso.

En mi periplo por la administración pública entendí que lo primero que debe llevar en el maletín un funcionario es la cultura del servidor, del respeto por el ciudadano. Así lo aprendí de mis jefes quienes lo practicaban con afición, con cariño, con denuedo y convertían el trabajo en una labor agradable que además hacía feliz al usuario. Era más importante llevarle agua a un pueblo enclavado en los confines de nuestra tierra que asistir a marchas o eventos politiqueros: no había tiempo para eso… perder el tiempo con tantas cosas que hacer por el pueblo, por la patria.

Con esa tierra que nos mandan por las tuberías -en sus entrañas traen gérmenes patógenos- nuestra salud está en peligro y solo nos salva la intuición venezolana que le echa nariz a todo y la prueba con guillo por si acaso: la filtra, la hierve, la reposa, la trasvasa para oxigenarla y finalmente la deja en un recipiente para que se le salgan los malos espíritus que seguro también nos mandan, es decir, un proceso que recuerda a Linda Blair: estamos picados de culebra con estos gobiernos fatales del presente milenio. Y mire que le han metido real a esas plantas de tratamiento.

Les cuento una vivencia: era el año 1983, trabajaba en el INOS y enfrentamos una sequía que ameritó el uso intensivo de una fuente muy contaminada: el río Tuy. Ante el compromiso con la ciudadanía, cerca de 4.500.000 habitantes, teníamos que cuidar con precisión quirúrgica el agua que de allí extraíamos. La sacábamos en la toma de San Antonio; la tratábamos primero en la planta de pretratamiento y luego en La Guairita para garantizar agua potable a la salida, en la red, en los hogares. Usando tecnología de la más adecuada nos inventamos un interruptor (suiche) biológico, en criollo una batería de peceras donde colocamos desde el más apretado, el bagre, hasta el más delicado, un pavón (no me crean mucho, pero era ese o algo parecido, muy delicado). El suiche funcionaba muy bien: si el operador veía algo raro o sonaba una alarma tomaba precauciones y hacia exámenes de inmediato: le echaba nariz, lo veía y lo probaba, si además no confiaba en la prueba organoléptica iba a lo científico.

Una madrugada, saliendo de mi apartamento escucho en la radio los comentarios de Control Caracas INOS sobre reclamos por olor en el agua. Pregunto la zona y me informan que en El Cafetal, Petare y Chacao. Saca de servicio la planta La Guairita hasta nuevo aviso fue la instrucción. ¿Qué pasó con el suiche biológico? El operador se metió unos rones y no escuchó las alarmas…

De aquella situación se generó la raspada del director general y del operador de guardia; el presidente del INOS lo consideró un desastre sanitario, unas horas con agua con olor. Es la diferencia de un país que tenía instituciones para generar bienestar a la gente y este otro que las tiene para ver cómo nos hace más pobres, cuasi esclavos políticos o lava perros.

Un gobierno que no es capaz de poner en servicio más de 25% de la capacidad operativa de las empresas públicas que maneja y que oprime a las privadas para que se parezcan, no le queda más remedio que renunciar por incapaces y cientos de otros agravantes. Una gente que no es capaz de ponerle agua potable, energía segura, ascensores, laboratorios, unidad de lencería a un hospital, no va a ser capaz de resolver nada… comprobado por 25 años. ¡Fuera!

Ellos creen que no conocemos lo que pasa en el interior de las instituciones o empresas, pero por los resultados inferimos; son tan evidentemente malos que no hace falta que nos entreguen las estadísticas, es como cuando te dan knock out, no hace falta leer las tarjetas de los jueces, el resultado es excepcionalmente malo como se ve en Pdvsa, las empresas básicas de Guayana, las hidrológicas, los hospitales, las entidades educativas, las empresas zamoranas, el desastre del medio ambiente… todas terminan en la lona, todas arruinadas o comprometiendo las generaciones futuras.

Lo siento, pero este gobierno está raspado y por knock out.