OPINIÓN

Las tecnologías nos han emocionalmente destrozado

por Alberto Jiménez Ure Alberto Jiménez Ure

El daño que nos hizo el vertiginoso desarrollo de las tecnologías comunicacionales es paradoja de acercamiento, tras convertir en fatuos susurros entre ociosos de un mundo gradual y artificialmente agigantado, con espectáculos virtuales cruentos o maravillosos, delitos contra los auto-investidos dueños y tentativas insurreccionales de la iconoclasia imperecedera. Tanto que  logró demoler estructuras filosóficas que procuraban ordenarlo. El amor, bienestar social, igualdad ante las normas, quietud para pensar y el concilio [fraternidad] entre seres humanos pereció frente a discordias propagándose ad infinitum mediante cuentas en redes de inmenso y disociado tumulto o tropel.

Un individuo –ave rapaz cuyo apellido lo delata sustancia grasosa y fétida- es propietario de una de las «marañas, neteworking» (1), quizá la más henchida por usuarios que guerrean, exhiben idioteces o denuncian lo imposible de palpar o certificar tras por causa del menoscabo de la proximidad que lo exige. La cercanía y urgencia de lo sentencioso-verosímil ante sucesos carece de fiabilidad.

Durante décadas formé parte de grupúsculos espontáneamente formados para esperar con paciencia provinciana la llegada de la prensa burguesa: El Nacional y El Universal (2) de Caracas que producía escozor a intelectuales, políticos y teólogos con su feligresía de apuro. Cada vez que recorro en cualquier vehículo las avenidas de la capital venezolana que conducen hacia lo hermoso y también https://mymemory.translated.net/es/Lat%C3%ADn/Espa%C3%B1ol/tenebris miro, con hábito mecánico o rictus de boxeador nocaut, las montañas que no alcanzaron esa imponente belleza de la serranía de nuestra Región Andina «selvática casi siempre verde» continúan horrendas con  barriadas de apretujamiento que delatan el dispendio y corrupción en el curso de las décadas de los años setenta, ochenta y noventa (s. XX)

Vi llorar a Fruto Vivas (3) en un aula de la antigua Facultad de Arquitectura de la Universidad de Los Andes, aquella que todavía pareciera tener rasgos de vida terrestre, mientras nos ofrecía una clase magistral sobre urbanismo y ranchería mugrienta. Su proyecto era lograr que los «cerros» no descendieran para incendiar lo ya difunto. El ordenamiento en urbanístico en Caracas era un cadáver que expelía gusanera y algunos dramaturgos aventuraron enriquecer escribiendo telenovelas. 

Qué da sentido a cualquier asentamiento de seres humanos sino propuestas de comportamientos [deberes, derechos y ética para la estética social] y maquetas arquitecturales para la construcción de viviendas, hospitales, escuelas, santuarios, centros deportivos y recreacionales. Si no querrás mando mejor, la posteridad te recordará empariano (4) con mayor estatus de auténtico escolástico.

Al mundo lo «enmarañaron» quienes lograron imponer tecnologías tanto comunicaciones como de infraestructuras. La mano de obra dio paso a máquinas que arman una edificación con paredes de hormigón previamente hechas, o madera para sólo armar una residencia y convertir a los individuos en formidables imbéciles de la petulancia y esclavitud ante dispositivos móviles. Pocos interactúan para transmitir conocimientos, alegrías, desasosiegos, penurias o pedidos de socorro. Abordas un barco, avión, máquina de rodamientos para el transporte masivo de zombis y observas cómo tu prójimo continúa presa de estercolero.   

NOTAS

(1)

https://www.marketing-xxi.com/networking-net-que.html#:~:text=Las%202%20palabras%20que%20la,describir%20una%20tela%20de%20ara%C3%B1a.

(2)

Los disolutos amigos de la Era Papel Periódico tuvieron la ocurrencia ininteligible, ciertamente, de divulgar calificaciones absurdas a diarios y revistas dejando claro que la prosopopeya divierte.

(3)

https://es.wikipedia.org/wiki/Fruto_Vivas

(4)

«No podemos continuar en nuestro mando» –formuló el caballero gran cruz de la Orden de San Hermenegildo: https://camaradecaracas.com/la-camara-caracas-y-sus-historias/cronicas-de-la-ciudad/emparan-auspicio-el-19-de-abril/

 

albertjure2009@gmail.com