OPINIÓN

Las sin fines de lucro venezolanas

por César Tinoco César Tinoco

Las organizaciones sin fines de lucro son fundamentales para cualquier sociedad, pues por lo común abordan sus desafíos más difíciles: desde la provisión de atención médica y educación, hasta la preservación del medio ambiente pasando por el enriquecimiento de las artes y de la cultura.

En Venezuela, las estadísticas sobre organizaciones sin fines de lucro (OSFL) son escasas, por no decir inexistentes. A fin de formarme una idea de la situación de estas organizaciones venezolanas en tiempos de coronavirus, he consultado tres informes, dos conjuntos de datos y una encuesta. Los tres informes referencian la situación del sector OSFL, pero en Estados Unidos y son: «The Financial Health of the United States nonprofit sector: facts and observations» (Varios autores, January 2018); «The 2019 nonprofit employment report» (Johns Hopkins Center for Civil Society Studies, Nonprofit Economic Bulletin No. 47, January 2019) y «Nonprofit response to covid-19 crisis» (BKD CPA & Advisors, April 2020).

En cuanto a los conjuntos de datos, uno es la data trimestral del PIB real desestacionalizado norteamericano desde el primer trimestre de 1947 hasta el tercer trimestre de 2019, obtenida del portal del Banco de la Reserva Federal de St. Louis. El segundo es el PIB por actividad económica, también trimestral, hasta marzo de 2019, publicado por el Banco Central de Venezuela. Por último, analicé la Encuesta Cualitativa de Coyuntura Industrial, de Conindustria, correspondiente al IV trimestre de 2019 (antes del covid-19).

El primer informe citado muestra lo frágil, financieramente hablando, del sector OSFL norteamericano, mismo que conformaba para la fecha  de enero de 2018 el 5,5% del PIB norteamericano. 7,5% del sector era técnicamente insolvente con pasivos que excedían a sus activos (activos netos negativos); 30% enfrentaba problemas potenciales de liquidez con reservas mínimas de efectivo o capital de trabajo; otro 30% había perdido dinero en los últimos tres años y 50% tenía menos de un mes de reservas operativas. Para ese entonces (enero de 2018) restablecer la solvencia de las OSFL insolventes significaba un aporte de 45.000 millones de dólares norteamericanos.

En cuanto al segundo informe mencionado y para finales de 2016, el sector OSFL en Norteamérica empleaba a 12,3 millones de personas, lo cual representó 10,2% de la fuerza de trabajo del sector privado en Estados Unidos. Para 2016, ese número de 12,3 millones de personas significó, en sueldos y salarios, la cifra de 638.000 millones de dólares norteamericanos, monto que equivale actualmente a unas 100 veces nuestras reservas internacionales para el mes de abril de 2020.

Los dos informes anteriores nos sirven de antesala para el tercero mencionado, el fechado en abril de 2020. La llegada del coronavirus ha creado una situación crítica y apremiante en las OSFL norteamericanas que dependen de eventos de recaudación de fondos: la gran mayoría de los eventos y actividades fueron cancelados o pospuestos. Con relación al distanciamiento social, solamente 15,7% de las OSFL cuenta con programas y servicios que pueden ser implementados de manera remota, 70,5% lo puede implementar parcialmente y 11,8%, sencillamente, no puede sino implementarlos de manera presencial. De hecho, 35% de las OSFL tiene acceso limitado a recursos que le permitan trabajar de manera remota.

Hay también un tema de imagen involucrado: los líderes de las OSFL no quieren aparecer como desconsiderados, pidiendo dinero a personas o empresas que pueden estar o bien desempleadas o  bien contagiadas y enfermas o sufriendo el embate de la brutal caída de la demanda. De modo que tanto por el lado de actividades generadoras de efectivo como por el lado de las donaciones de personas naturales y jurídicas, la situación de las OSFL en Norteamérica y para abril de 2020, era realmente comprometida.

La anterior situación descrita de las OSFL norteamericanas está enmarcada en una economía que en los últimos once trimestres de Obama verificó un crecimiento promedio de 2,44% anual sobre base trimestral y en los últimos once de Trump y antes del covid-19, verificó un crecimiento promedio de 2,56% anual sobre base trimestral. Adicionalmente, una economía con inflación “cero» cuando se compara con la venezolana.

En Venezuela, no solo hemos tenido contracción económica durante 29 trimestres seguidos hasta el primero de 2020, sino que, a partir de noviembre de 2017 adoptamos, también de manera permanente, la hiperinflación. Tales condiciones en un marco de colapso prolongado de todos los servicios públicos básicos, incluida la conexión a Internet.

Entonces, con relación al segundo conjunto de datos y en nuestro país, el sector de OSFL privado (OSFLP) tuvo una participación de 3,87% del PIB total para el primer trimestre de 1989, participación que fue creciendo hasta alcanzar un máximo de 6,95% en el tercer trimestre de 2016. A partir de allí tal participación comenzó a disminuir hasta alcanzar un valor de 4,32% el primer trimestre de 2019, ultima medición disponible publicada por el BCV.

Para el tercer trimestre de 2012, y en lo que sigue siempre de manera anual, el PIB de las OSFLP venezolanas creció 8,02% –su máximo en tiempos recientes– y en trimestres sucesivos comenzó su desaceleración y ya a partir del cuarto trimestre de 2014 inició su contracción cuando creció -0,22%. Ya para el primer trimestre de 2019 reportaba una contracción brutal de  -47,43%.

La encuesta de coyuntura de Conindustria del diciembre de 2019. por su parte, nos señala lo difícil que resulta para el sector industrial venezolano contribuir con aportes en efectivo para nuestras OSFLP: 70% de las empresas del sector reflejó una disminución en sus ventas, siendo la mediana y pequeña industria la más afectada. El promedio de utilización de la capacidad instalada de la industria en el IV trimestre de 2019 fue de apenas 21%. De ese total, más de 40% no utilizaba más de 10% de su capacidad. 79% de las empresas manifestó que el contexto económico actual del país no le permitirá operar más allá de 2 años, pero 43% podría dejar de operar en 1 año. Subrayo nuevamente: todo lo anterior antes del covid-19.

Lo que la evidencia recogida en párrafos anteriores permite conjeturar es que la depresión económica sostenida, la hiperinflación sostenida, el colapso total de los servicios públicos básicos, la contracción del sector OSFLP venezolano, la precaria situación del sector industrial y la parálisis económica como consecuencia del coronavirus, encuentran a nuestras OSFL en un estado de debilitamiento y vulnerabilidad en extremo más precario y crítico que el reportado para las OSFL norteamericanas y en presencia de un Estado –y de un sector privado– que, sencillamente, no pueden asistirlas.