Entre los 15 y los 25 años de edad dependemos de nuestros padres y normalmente no sabemos a ciencia cierta del esfuerzo que ellos realizan para llevar adelante la familia “contra viento y marea”, como reza la expresión popular.
Durante este período, los manipuladores izquierdosos nos expresan que es un deber ineludible de la pareja que nos dio el ser nuestra manutención, y estimulan recurrir a las instancias judiciales respectivas para convencernos vivir de otros, como igual del Estado y no aportar solidariamente al hogar conforme a nuestras posibilidades.
Dirigentes políticos de la extrema izquierda los encontramos en diversas etapas de nuestra vida, pero es en la juventud, centros educativos y núcleos familiares con problemas, donde intentan influenciar en la formación de los jóvenes para atraerlos con novedosas ofertas de incierta felicidad, depender de una autoridad mesiánica que se encargará de organizar la cotidianidad y resolver los inconvenientes que se presenten en el camino hacia el falso paraíso, el comunista .
Conseguimos también a maestros y profesores de dudosas credenciales curriculares, lo cual les convierte en delincuentes que se enquistan en diversidades educativas para vivir económicamente sin mayores sobresaltos esperando redimir glorias anheladas en su mente que nunca llegaron.
Estos se convertirán en durmientes, desde donde se activarán contra los demócratas en una alocada carrera por mantener en el poder al líder ideológico que se alimentó del derecho a la libre manifestación del pensamiento consagrada en la Constitución venezolana, para desconocer al final el legajo que por cincuenta años de la derrota les permitió a los “cabeza caliente” y “trasnochados” subsistir y participar.
Estoy seguro de que al hurgar los nombres de las docenas de ministros de estos últimos dos decenios identificarán con claridad la fábrica de profesionales donde laboraron y perfeccionaron los destructores de la nación venezolana.
De estos, ciertos personajes lograron sustraer riquezas que hoy se encuentran en las arcas de paraísos fiscales o instituciones financieras que se lucran alegremente de la corrupción y la pobreza creadas por gobiernos elegidos venidos en tiranías allende América hispano parlante.
Carlos Andrés Pérez, ex presidente de Venezuela, pensó que Fidel Castro era solo un vetusto combatiente derrotado por los movimientos democráticos en América Latina, sin pensar que su bondad de invitar a este a reuniones hemisféricas era una oportunidad de reunirse el barbudo subrepticiamente con viejos aliados continentales de aventuras armadas para informar sobre estrategias en marcha para conseguir la derrota de los regímenes de libertades en el área americana y lograr establecer la dictadura del proletariado tan cacareada en libros que versan sobre el estado de las comunas.
Donald Trump no ve que las alternativas presentadas por John Bolton, asesor de seguridad de la Casa Blanca para la solución de la crisis en Venezuela, produzcan las consecuencias esperadas, razón por la cual prescinde de sus servicios y solicita a sus asesores en materia internacional nuevas estrategias, convencido de que los diálogos entre la oposición y el gobierno de Nicolás Maduro Moros a nada conducirán, como tampoco espera que los militares se pronuncien para dar al traste con los comunistas en el corto tiempo.
Trump acoge la iniciativa de aplicar condenas a funcionarios del gobierno por el indebido aprovechamiento de los recursos del Estado, al igual que en mayor grado otras sanciones administrativas por relaciones de oficiales y civiles con grupos extremistas.
El Departamento de Estado a través de tales procesos fiscales congela cuentas y propiedades en Estados Unidos por ser fruto del lavado de dinero, causando esto infortunios a los miembros más cercanos de su familia, así como a empresarios que llevaron negociaciones indebidas con la industria petrolera, su matriz Pdvsa.
Avanza la iniciativa americana castigando a empresas y países que mantengan relaciones comerciales con el gobierno de Venezuela, y a la par el diputado a la Asamblea Nacional Juan Guaidó es designado presidente interino, al decretar la Asamblea Nacional, conforme a derecho, como írritas las elecciones en las que el mandador se proclamó ganador para un nuevo período constitucional.
Una vez ratificada la suspensión de relaciones diplomáticas con Maduro Moros y reconociendo a Guaidó como el mandatario con plenos derechos al frente del Ejecutivo, el comunista ex mandatario pierde la legitimidad de origen y al insistir mantenerse al frente de los destinos de la nación también la legitimidad de ejercicio por usurpación de funciones.
Nicolás Maduro es catalogado por el gobernante Trump de usurpador, iniciativa adoptada por igual por la Organización de Estados Americanos junto con instituciones y países en número de 56 gobiernos.
Profundiza el Departamento de Estado su investigación en cuanto a delitos cometidos contra Estados Unidos por parte del gobernante, ministros y funcionarios del Ejecutivo usurpador, y les señala estar relacionados con la célula FARC en operaciones de narcoguerrilla y lavado de dinero, hechos que llevaron a la Fiscalía de Nueva York a presentar ante los tribunales una querella, previa oferta de recompensa de 15 millones dólares a quien informe, aprese y entregue al encausado Maduro y 10 millones a quienes actúen en igual sentido por los primeros de la lista.
Con el expediente introducido y compensación expuesta por delitos cometidos contra Estados Unidos, articulados con la campaña que se llevará a cabo contra el tráfico indebido de drogas en el Caribe junto con países aliados, queda demostrado que las sanciones dictadas por Donald Trump causan los efectos prometidos: cercar a Maduro, el tirano al mando.
Será cuestión de días para recibir otras buenas nuevas; ojalá sean las esperadas por todos.