En días pasados me correspondió compartir unos comentarios conjuntamente con el periodista Boris Capó sobre el recién publicado libro de la profesora Silvia Pedraza y del profesor Carlos Romero, gracias a la invitación de Katherine Wegner, directora del FES (Friederich Ebert Stiftung), capítulo Venezuela. Sin duda, una oportunidad tener en las manos un trabajo realizado por estos prestigiosos académicos que desde Venezuela y Estados Unidos se han dedicado a analizar las relaciones con Cuba, América Latina y el Caribe desde sus respectivos centros de estudios. Hacer un estudio comparativo sobre las denominadas revoluciones cubana y venezolana, con rigor académico y metodológico, era una investigación necesaria que ayudará a otros académicos, estudiosos y estudiantes a construir un bagaje de conocimiento desde la sistematización académica de las tipologías de estos fenómenos sociales.
Veamos algunos enunciados y lo que aprendemos de este importante trabajo de investigación. Creo que este libro era necesario y es oportuno. Comparar con rigurosidad académica dos procesos políticos, sociales y económicos, como las denominadas revoluciones del siglo XX en Cuba y Venezuela, las esperanzas que generaron, sus semejanzas, diferencias y sus decepciones, es una tarea útil además de desmitificadora en mi opinión.
Desde el inicio y con un detalle menor de este texto de más de 300 páginas de contenido, además con una nota, que es quizás lo menos resaltante pero que me situó en el contexto desde el inicio del libro: la dedicatoria de Silvia a su primo Agustín Gómez-Lubian (el Chiqui), quien con apenas 20 años muere en Santa Clara involucrado en la Revolución cubana “luchando por la democracia”. Precisamente, esa motivación fue el origen de un proceso que terminó alejándose de la esperanza democrática para apalancarse en el dogmatismo. Contrariamente, en Venezuela se inicia un proceso de cambio (calificado en el tiempo) dentro del marco de una democracia, defectuosa sí, para también en el transcurrir de los años convertirse en un proceso cada vez menos democrático y más autocrático.
Los autores inician recordándonos los cortes transversales que dan origen a revoluciones como las de Cuba, Nicaragua, Irán, en resistencia a las tiranías. Nos apuntan las rutas de revoluciones como la francesa y la norteamericana que recorren estadios de moderación, radicalidad y luego conservadurismo a diferencia de las revoluciones como la rusa, china y la misma cubana que tiene sus orígenes en el paradigma ideológico del marxismo-leninismo que lo implementan para desaparecer los vestigios de sus antiguos regímenes.
Nos recuerdan estos autores los procesos revolucionarios en América Latina, muchas de ellas revoluciones de poca duración o impacto, fundamentalmente nacionalistas, hasta en estos nuevos tiempos, que avistamos gobiernos que se califican de izquierda, pero montados en la plataforma del populismo que incluye no solo los de corte izquierdistas, sino también los de derecha, como fueron Trump y Bolsonaro. Con distintas variables, pero fundamentalmente exaltan el nacionalismo y el antinorteamericanismo en su política exterior, disfrazado por supuesto con la noción antiimperial.
Por ejemplo, con sus matices, tanto Cuba como Venezuela han mantenido en el tiempo su postura anti-Estados Unidos. La primera exaltada durante la Guerra Fría y la de Venezuela más retórica que funcional, pues mientras más se denunciaba el imperialismo “yankee”, más se garantizaba el suministro de petróleo al país del norte.
Este libro, que nos presentaron bajo la metodología del análisis histórico comparativo, evalúan y contrastan los autores dos “revoluciones” ,las de Fidel Castro y la de Hugo Chávez/ Nicolás Maduro. Describen e identifican sus causas. Cuáles son los patrones comunes y diferencias para entender sus propias características. En el trayecto de la investigación nos comparan las dos revoluciones con relación a sus orígenes y consolidación. Fundamentalmente comparan los primeros 15 años de ambos procesos. Una revolución antigua de casi 70 años y la otra ya en sus 20.
Estudian las condiciones generales que caracterizan una revolución y luego analizan las causas, proceso y resultados de ambas revoluciones , la cubana y la venezolana, sobre todo tomando en cuenta, esto es muy importante, el rol de los liderazgos, ideología y cultura, en este caso por supuesto de Castro y Chávez. El libro describe la institucionalidad que heredaron y las nuevas que inventaron, las alianzas, relaciones con actores claves y el uso de las instituciones para alcanzar sus propósitos.
En este estupendo texto podemos ver las diferencias entre ambos procesos así como los resultados distintos. Evalúan los vínculos profundos entre los países en el marco de una alianza estratégica. Estudian factores claves en el contexto en donde se desarrollan estas revoluciones que son el contexto internacional y el geopolítico. Dos escenarios distintos , además del rol de sus respectivas diásporas, con sus propias dimensiones pero parecidas en sus motivaciones para abandonar sus países de origen. Ambos procesos se desarrollaron en distintos marcos internacionales, generando variables y diferencias notables. Los autores nos señalan como ambos procesos son diferentes. Los que evaluamos desde afuera de la academia por lo general encontramos más semejanzas emocionales que reales. Por ejemplo, Cuba en un corto periodo ya había logrado controlar las instituciones, nacionalizó todas la empresas extranjeras, acabó con el latifundio, controló el sector salud, minimizó la Iglesia Católica y acabó con el sector privado de la economía.
En el caso de Venezuela, el proceso autoritario lo definen como menos agresivo, en donde la propiedad privada y el sector empresarial -aunque muchas veces amenazado- aún subsiste y en estos últimos tiempos en el caso de Venezuela mejora sus relaciones con el gobierno.
Los autores nos señalan cómo la Revolución cubana defraudó la democracia, objetivo de la lucha inicial y cómo la bolivariana está sometida a escrutinio. Si se intentó hacer una revolución o es simplemente un ensayo social populista que ha defraudado al caudal que lo tolero y que se mantuvo durante la existencia de Hugo Chávez. De una visión de cambio reformista y una izquierda moderada se observa, afirman, un proceso de autocracia cada vez más arraigado.
Los autores nos sumergen en la evaluación de ambas políticas exteriores caracterizadas por una ampliación de su radio de acción”, desoccidentalizándose, una con pocos recursos pero un sistema diplomático sólido y la otra aprovechando recursos económicos en exceso. La confrontación con Estados Unidos y la alianza entre ambos países están en el epicentro de esta investigación. Nos describen las aguas turbulentas de las relaciones de ambos países con los Estados Unidos. Las de Cuba producto de los escenarios de la guerra fría y la de Venezuela como provocación deliberada para mantener una confrontación que le daría réditos a la revolución venezolana.
Un capítulo clave de este libro es precisamente el que nos permite vía el análisis comparativo ver las similitudes y diferencias entre ambos procesos.
Efectivamente, son pocas por no decir ninguna, las investigaciones con rigurosidad académica que se hayan realizado con el análisis comparativo de revoluciones en las Américas. Este es, sin duda, el primer gran mérito de este trabajo. Los autores reconocen las dificultades del análisis, toda vez que las revoluciones en cuestión difieren en sus orígenes, procesos y resultados.
Entre las semejanzas y diferencias que encontraron los autores están :
Diferencias entre clases sociales, raciales, de género y religiosas igualmente. La existencia de líderes carismáticos que articulan una ideología bajo el ofrecimiento a las masas de reivindicaciones sociales. Es el populismo en esencia, la esperanza de que el pueblo formará parte de un gran proyecto social. Ambas revoluciones ofrecieron el socialismo, la eliminación de clases de las oligarquías.
Se diferencian en matices, una termina siendo un país totalitario y el otro antidemocrático y autoritario. Ambas en países subdesarrollados. Cuba con una ideología arraigada y Venezuela con lo que los autores denominan “mentality”, más caracterizada por arraigos, metáforas y sentimientos. La de Chávez, fue más una bandera tercermundista arraigada en el antiimperialismo. Intervinieron las instituciones y las transformaron. Cuba se transformó en el primer país comunista de las Américas y Venezuela con Chávez aspiraba a una revolución bolivariana a lo largo y ancho del hemisferio. Una llega vía guerrillas y la otra vía electoral. En otras palabras, una fue original y la otra una mutación, por no decir una imitación.
La revolución recibió la presión de Estados Unidos desde el principio, en el caso de Venezuela no fue así, por el contrario la evidencia demuestra que Chávez necesitaba su írrito permanente con el Goliat del norte. Cuba acabó tempranamente con los vestigios de oposición , no así es el caso de Venezuela. Diferencias, por ejemplo, en el estrato militar y su rol en la sociedad. Ambos modificaron sus constituciones. Cuba ha sido sometida al embargo de Estados Unidos y no fue el caso de Chávez durante su presidencia. Por supuesto hay muchos elementos para el análisis comparativo. Las diásporas, las relaciones exteriores, la corrupción entre otros temas que los autores analizan con disciplina y luego de varios años de investigación, entrevistas en ambos países, así como el estudio de otros procesos como herramientas para el análisis comparativo.
Una nota final: dos revoluciones, una de un país rico y otra de un país pobre. Una quizás genuina, la otra ficticia. La pobre ha logrado penetrar los cimientos de la rica como lo haría cualquier otra potencia imperial. Sin duda, Pedraza y Romero dejan abierta la puerta para continuar investigando y comparando realidades latinoamericanas.