OPINIÓN

Las reglas del juego del parlamentarismo 

por Albert Geovo Albert Geovo

Hace mucho tiempo en un reino muy lejano, había una vez, un país que era sustentables con todos los recursos que tenía, hasta que las fracciones partidistas se empeñaron en bloquear toda propuesta y todo plan para el desarrollo de la nación; el resultado fue que el país se lo llevaron al garete, cargándose el erario público en procesos retardatarios del parlamentarismo y de la justicia.

En relación con esto, los que han entrado al debate parlamentario saben como ninguna otra persona por qué los procesos naturales del desarrollo de las naciones no terminan por concretarse; saben cómo se bloquea toda medida en beneficio de la ciudadanía; saben cómo las pequeñas, medianas o  grandes obras de desarrollo se olvidan; saben cómo las fracciones de oposición se empeñan en bloquear toda propuesta de desarrollo, a expensas del presupuesto público que muy bien pudiera reconducirse a la sanidad pública, la educación, la vivienda, la alimentación de los más pequeños y vulnerables; además en recursos para vialidad e infraestructura, y todo el abanico de servicios públicos, incluyendo la seguridad y justicia de la nación que se sintetizan en más trabajo, más desarrollo para las naciones y el mundo donde se vive.

En ese sentido, el papel de la oposición no se puede centrar únicamente en corredores de ferias electorales, donde sólo prevalece la carrera del poder por el poder.

Se necesitan oposiciones serias, comprometidas con el desarrollo de las naciones, a la altura de los desafíos de los objetivos del nuevo milenio para la humanidad; salvaguarda de los ecosistema, trabajando en los planes para las reducción de las  emisiones de carbono, con el buen uso de la tecnología, para el beneficio de toda la humanidad; impulsando los derechos humanos y sociales, además de las libertades humanas de todas las personas. Donde el objetivo central sea superar el revanchismo, centrarse en el desarrollo del país;  sólo esto permite el desarrollo nacional y con ello, el de todas las personas; además que le permitirá a los ciudadanos participar del modelo de democracia de gobernabilidad de manera efectiva y preponderante para el desarrollo de la nación; junto al principio de alternabilidad partidista propio de las democracias modernas.

Es una pena para las naciones que las facciones de las oposiciones políticas no participen en el desarrollo de las naciones en el desarrollo de los derechos universales, en los que es preciso mencionar los derechos de géneros,  en el marco de la protección de la paz, la sana convivencia, los avances en la economía, cuando este es el rol del que hacer política, el cual se centra en vivir para servir.

Pretender las facciones de las oposiciones políticas en los parlamentos el no ponerse de acuerdo en cuáles son los mejores planes para el beneficio de la población no sólo es un absurdo, sino la erosión y desgaste de la democracia y con ello, la economía. Cuando la técnica parlamentaria ha de ser el epicentro donde afloren las mejores soluciones, en menor tiempo y más rentables para el beneficio de los mejores planes para la nación.