Leo una nota referente a la posición de algunas personas en las redes sociales de pedir la eliminación de la escena donde el príncipe besa a Blancanieves para despertarla del hechizo que la mantiene en estado de catalepsia al comer una manzana envenenada ofrecida por la bruja de su madrastra.
El caso es que según las personas que se adhirieron a la petición de la eliminación de esa escena es que el beso no fue consensuado pues Blancanieves se encontraba inconsciente y eso es para la tendencia dominante hoy un abuso de naturaleza sexual, por lo tanto dicha escena debe ser censurada.
Hay que decirlo con todas las letras: esa es una escena realmente tontísima, que por lo demás marcó sin hacerle daño a millones de niñas, niños y hasta adultos que la disfrutaron desde la década de los treinta.
Esa solicitud que parece un chiste marca hoy una tendencia a la que, vaya a saber por qué, se le adhieren cada vez más personas.
Pero no todo parece un chiste, en el país han hecho explosión graves denuncias en las redes sociales de una cantidad ya significativa de mujeres que dicen haber vivido episodios terribles de violación, abuso y acoso sexual, que han marcado para siempre sus vidas.
Los supuestos perpetradores de tales abusos denunciados son personas públicamente reconocidas, especialmente en el área de la cultura.
Son casos que se han ventilados en las redes sociales y otros medios de comunicación mediante historias que comienzan casi todas de la misma manera: “Voy a contarles mi historia, no acostumbro hacer esto, pero he pasado una vida miserable llena de culpa y vergüenza… siguen su historia y concluyen diciendo: no quiero dar nombres, él es un acreditado director de x o y o z cosa, pero tiene hijos y esposa y no quiero que ellos sufran. Y acto seguido dice su nombre es fulano de tal. Y entonces miles de seguidores en las redes mandan al fulano al mismísimo infierno. Puede que el personaje en cuestión merezca los insultos, pero puede que no, pero ya está marcado, está rayado y es culpable. Ha sido juzgado.
Obviamente, denunciar hechos de esta naturaleza es un acto de valentía y los perpetradores de tales crímenes deberían ser encauzados por la justicia y despreciados por la sociedad si ese fuera el caso.
Pero sería necesario que en algunos casos las denuncias de este tipo que le arruina la vida a cualquiera estuvieran acompañadas de evidencias.
En estos días una mirada puede ser percibida por el objeto de la mirada como lasciva, lujuriosa y libidinal lo que puede dar con los huesos del mirón en las redes sociales y entonces el mirón impertinente y lujurioso sentirá el vértigo de estar cayendo en un abismo de desprecio colectivo en donde todo el mundo se anexa para gritarle: sádico, abusador, acosador, inmoral, despreciable gusano.
Aquella costumbre de andar lanzando piropos ingenuos o realmente obscenos de la que son muy amigos los ciudadanos de esta tierra de gracia, eso, eso se acabó.
Lo de la eliminación de la escena de Blancanieves parece un chiste, lo otro no, y por esa razón esas denuncias no pueden ser asumidas mediante tuits anónimos para que la Fiscalía inicie la persecución especialmente de opositores con cargos de dirección de la prensa libre.