El comunismo contempla la propiedad estatal de los medios de producción más planificación central, y tiene como fundamentación ideológica el marxismo. Los incumplimientos de sus predicciones teóricas son, entre otros, los siguientes:
1-El marxismo sostiene que la estructura económica durante el desarrollo de la sociedad capitalista industrializada tiende a simplificarse. Apoyándose en la postulada teoría del valor-trabajo y en la teoría de la plusvalía, afirma que ese resultado reduccionista se originaría por un proceso de concentración económica acelerada. Pero, a pesar de ese proceso de concentración económica, al igual que el número de grandes empresas, aumenta también el número de pequeñas y medianas empresas. O sea que, al contrario del predicamento marxista, lo que presenciamos es que la sociedad se ha hecho más compleja y diversificada.
2-Como consecuencia de lo anterior y de la creación de la figura de compañía anónima, ha aumentado el número de dueños de medios de producción, a pesar de la concentración económica; la realidad ha demostrado que entre la burguesía y el proletariado se ha formado una numerosa y diversificada clase media; por tanto, el pronóstico de Marx de que la estructura social se reduciría a dos clases, la burguesía y la clase obrera, tampoco se cumplió. Incluso en el seno de los propios asalariados han aparecido diferencias, acentuadas por la revolución tecnológica, en cuanto a formación, ocupación e ingresos.
3-Si bien es cierto que el capitalismo sufre crisis económicas periódicas, que se agudizarían y extenderían según lo auguraba la profecía marxista, lo que, aunado con sus contradicciones internas, lo condenaría, a la autodestrucción y la catástrofe económica mortal inminente, lo que nos muestra la realidad es que el capitalismo sigue vivo y, en consecuencia, también es falsa la teoría del derrumbe del sistema. En cambio, el comunismo desapareció, per se, en la “madre patria” Rusia y sobrevive en Corea del Norte y Cuba (al menos nominalmente), mientras que China le pidió prestado el mecanismo del mercado al capitalismo, aunque conservando su dictadura política de partido único. La famosa “teoría del derrumbe” a quien terminó aplicándose fue al comunismo soviético.
4-Otro desmentido estrepitoso ha tenido el vaticinio marxista de que el desarrollo capitalista conlleva al deterioro permanente de las condiciones de vida de los obreros, generándose una mayoría de asalariados explotados que se irían empobreciendo en una miseria creciente –es la también famosa “teoría de la pauperización progresiva”– en el marco del capitalismo que conoció y analizó Marx. Aun admitiendo que el margen entre los ingresos del trabajo y del capital haya aumentado, no puede negarse que el ingreso real de los trabajadores ha crecido de manera muy importante en el capitalismo que tenemos ahora. Gracias a la existencia de legislaciones sociales avanzadas, de regímenes de seguridad social, y a la lucha activa y vigilante de sindicatos, el capitalismo ha adquirido un rostro distinto al que tenía en la época de Marx.
5-El motor de la historia, según el marxismo, es que las relaciones de producción (las relaciones entre los hombres en el trabajo; en el transcurso de la historia, estas relaciones sociales se han convertido en relaciones de clases) heredadas del pasado terminan por impedir la expansión de las fuerzas productivas (todo aquello que permite a los hombres entrar en relación con la naturaleza para dominarla: el útil, la máquina, los mismos hombres). Esa contradicción es el motor de la historia. Es sabido que Marx “en cada época de la historia de la humanidad relaciona íntimamente la lucha de clases con el fundamental antagonismo entre el nivel de las fuerzas productivas y la naturaleza de las relaciones de producción… Desde entonces define a la historia humana de acuerdo con los tipos de formación económico-social que se suceden o que coexisten. El análisis que ha hecho de las mismas en el ‘Manifiesto’ es célebre: comunismo primitivo, régimen esclavista, feudal, capitalista” (Madeleine Rebérioux). En el mencionado “Manifiesto”, Marx y Engels sostienen que el proletariado, para lograr sus objetivos, debe y tiene que recurrir a la violencia, en estos términos: “…Hemos seguido el curso de la guerra civil más o menos oculta que se desarrolla en el seno de la sociedad existente, hasta el momento en que se transforma en una revolución abierta, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía, implanta su dominación”. Sin embargo, la democratización del Estado, la incorporación de la ciudadanía en la elección de sus gobernantes a través del sufragio, el protagonismo de los partidos políticos, el parlamentarismo, han posibilitado que los cambios no se logren necesariamente por el uso de la fuerza y la violencia. Ante la evidencia del no colapso económico del capitalismo, ante la imposibilidad de que la sociedad pudiese asumir la propiedad de todos los medios de producción y controlar los miles y miles de empresas, Eduard Bernstein, que ha tenido un gran influjo en la socialdemocracia europea durante el siglo XX, planteó la reexaminación de la vía al socialismo y la utilización, no de la violencia, sino de los instrumentos del Estado democrático, especialmente del sufragio universal, como la gran arma del proletariado.
6-Según el marxismo, era en un país capitalista industrializado en el que ocurriría el advenimiento de la revolución y de la dictadura del proletariado, con la posterior secuencia de la sociedad sin clases y sin Estado. Contrariando esa predicción marxista, fue en la atrasada Rusia donde tuvieron lugar aquellos “10 días que estremecieron al mundo” (John Reed). La clase obrera no era numerosa, en gran parte apenas había surgido del campesinado. Más de 90% de la población era campesina, analfabeta en su gran mayoría. Lenin justificó el comienzo de la revolución en la atrasada Rusia diciendo que llegada la economía capitalista a la fase imperialista, “su eliminación puede partir de las periferias menos desarrolladas, que son los eslabones más débiles de la cadena imperialista”.
En respaldo de lo que se ha comentado líneas arriba, cito a Walter Montenegro (Introducción a las doctrinas político-económicas, Fondo de Cultura Económica, Tercera edición, 1982, pág. 158): “El capitalismo de hoy es un capitalismo que se salva, en algunas partes del mundo, gracias a la pérdida de su ‘pureza’. Una sociedad en la cual los capitalistas se reforman, en la que los trabajadores no están, por regla general, a ración de hambre; en la que esos trabajadores tienen acceso al gobierno; en la que el gobierno pone freno a la libre empresa y en la que el propio capitalismo ‘liberal’ se ‘desliberaliza’ voluntariamente, admitiendo leyes sociales favorables a los obreros y leyes contra el monopolio, y soportando sistemas impositivos virtualmente expropiatorios, ya no es la ‘sociedad capitalista’ de que hablaba Marx”.
La mayoría de las veces, el tiempo, sobre todo en política, no es complaciente con los profetas.
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