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Las primarias y los electores en el exterior

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cambio Datos venezolanos en el exterior

Jesús María Casal. Foto: Miguel ZAMBRANO / AFP

Por supuesto que es motivo de interés y debate la suerte que, definitivamente, correrán las elecciones primarias a manos del gobierno, añadidas las arbitrarias inhabilitaciones que pesan sobre varios  de los aspirantes a la presidencia de la República para hacer la transición, por cierto, materia ésta en la que son muy escasos los expertos con obra escrita en Venezuela.  Sin embargo, no podemos dejar pasar por alto el desempeño de la propia oposición con sentido autocrítico y constructivo, siendo inevitable que me refiera a la diáspora venezolana. Sabemos que 8 millones de personas huyeron del país, pero el registro que obtuvo la Comisión Nacional de Primaria a través de una aplicación bastante eficaz apenas alcanzó a un poco más de 300.000 personas.

Nuestra gente se fue del país porque ya no tenía modos de sobrevivirle al régimen, por lo que, incluyendo a los chavistas arrepentidos, es lógico suponer que se le oponen. Habrá los enchufados del exterior, los que viven un mundo de lujos y ostentaciones con lo que todavía le exprimen a Venezuela, funcionarios diplomáticos y consulares, agentes y mercenarios, pero estos son un porcentaje demasiado pequeño, según entendemos.  También los hay, casi todos, quienes dedican más de diez horas diarias al trabajo y la supervivencia, ocupadísimos, pero que también les duele el país y saben que unos minutos de registro en la APP no significaba perder el salario del día.  Tenemos a quienes piensan que la dictadura se las sabe todas y les da miedo inscribirse así sea en una verbena porque luego les negaran los más elementales servicios consulares, como si fuese verdad que los prestaran, es decir, los trámites de, la cédula de identidad y  el pasaporte. Sabemos que hay, con seguridad, dos grupos. Uno, formado por individuos que no se inscribieron y se consideran de los más “alzados”; por cierto, que solamente en grupitos de Whatsapp hacen gala de un extremismo infantil, como si acá hubiese hecho algún acto heroico para largarse pasando por Maiquetía. En contraposición, en el otro se incluyen, por ejemplo, aquellos dirigentes estudiantiles que con gran humildad se las ingeniaron para salir y salvar la vida, quienes sí planean participar en las primarias. Las fallas de la aplicación no es pretexto, pues Internet funciona, y mucho mejor, en cualquier lugar del mundo más o menos desarrollado: es aquí que existe una gigantesca brecha digital. Entonces, ¿qué pasó con los 8 millones de opositores?, ¿se pasaron al gobierno?, ¿son los culpables?

Creo que la cosa hay que sincerarla, apuntando a la dirigencia política que está en el exterior.  De esos 8 millones hay un porcentaje que se dice políticamente perseguido. Pongamos que son algunos de los casos que necesitamos evaluar, pero donde no cabe ninguna duda es respecto a los dirigentes  partidistas. Son muchos los que se encuentran afuera porque acá fueron perseguidos, y si bien es cierto que muchos de ellos deben literalmente trabajar, en contraste con otros que llevan una vida supercómoda que no pueden explicar, y ni se molestan en hacerlo. No menos cierto es que se supone que el oficio es hacer la política; por consiguiente, deben tener la habilidad suficiente para contactar, informar y orientar a nuestros coterráneos sobre la importancia del registro de las primarias. El asunto se torna más delicado cuando se trata de concejales y diputados que esgrimen su condición de tales en el exterior. No desde ahora, sino desde 2017, aproximadamente, mínimo, media Asamblea Nacional electa en 2015 que todavía se pavonea en las sesiones virtuales, viven fuera de Venezuela. Entonces, ¿por qué tan bajo el registro total?, ¿por qué en Colombia o Perú, Estados Unidos o España, hubo tan pobres resultados?

Que sepamos, Bogotá es plaza obligada para muchos que hacen los trámites de la consabida visa, y ni siquiera se reúnen, como líderes políticos que juran ser, con los compatriotas. Quizá porque casi todo el exilio en Perú es procedente de los estratos venezolanos más populares, nadie se da una vuelta así sea por Lima para ver cómo está la cosa. Estados Unidos  fue país referente privilegiado para los numerosos “diplomáticos” de Guaidó y, en el estado de la Florida se  concentran a muchos de los nuestros que se alborotan con las campañas presidenciales y senatoriales cada cierto tiempo y hasta campaña terminan haciendo. Ayudado hasta el cansancio el Capítulo de la Plataforma Unitaria por las emisoras radiales y televisivas de Miami, por ejemplo. Igualmente, ocurre en el Capítulo de España, en Madrid, donde mucha gente notable vive. Entonces, ¿por qué tan bajo el registro para las primarias? Ningún candidato o partido puede decir que no le facilitaron sus labores, porque al menos diez de las organizaciones partidistas no sólo están representadas con voz y voto en la Plataforma Unitaria, sino en una Comisión Internacional constituida para tal efecto que funciona en Caracas. Aquí el gobierno persigue de diversos modos a la oposición y tiene hasta la coronilla a los candidatos, pero nadie me puede decir que hace lo mismo en el exterior. Echan lavativa las embajadas y consulados, es verdad, pero no tienen la capacidad de sabotear las primarias afuera y ni siquiera de pagar avisos en la prensa para desalentarlas, haciendo una que otra cosita artesanal por ahí.

Que las primarias puedan fracasar no es culpa de la Plataforma Unitaria ni de la respectiva Comisión Nacional, sino de quienes las alentaron, demagógicamente, con ellas, poniendo en evidencia una realidad que venimos trabajando desde hace tiempo en estas páginas de opinión: hay una crisis de la política como oficio y la falta de institucionalidad, sumado a la falta de sinceridad en el discurso. La responsabilidad es de la dirigencia partidista del exterior. El activismo es importante, pero es solo una faceta. No se tiene una visión y concepción política de las realidades que se viven y mucho menos del aliento estratégico que se necesita para sensibilizar, informar, orientar y comprometer a los venezolanos con una iniciativa que requiere de experiencia y habilidad. Puede decirse que en esto fracasaron todos los candidatos y habrá que ver qué hicieron los que lograron viajar al extranjero. Es necesario decirlo porque se está a tiempo de hacer correcciones, más aún en la propia Venezuela: por ejemplo, ¿por qué ni a lo interno se habla o se pone empeño de las inscripción de los nuevos electores, que tan importante son como aquellos que no quisieron por sus razones inscribirse para ejercer su derecho de participar en las primarias?

El día miércoles 12 de julio se realizó un debate, que estuvo preñado de buenas intenciones, pero sacado un poco de la realidad de lo que estamos viviendo y podemos llegar a vivir, donde los candidatos exacerbaron más sus individualidades, sin mostrar una posición integral en la que todos son y somos necesarios. No se discutieron los problemas más coyunturales e inmediatos. Olvidaron que el venezolano desea que los candidatos  se pongan de acuerdo en público para sentir que sí hay posibilidades de salir de este atolladero. Donde se busca que le hablen con la verdad y no con verdades a medias tintas. Ese venezolano que  ha insistido, resistido y persistido por más de veinte años y del que se habla en las encuestas que va más allá de 80% de mudo descontento, pero que todavía gran parte no gira su mirada a esta dirigencia, que debería ser la garante de un cambio en el país.

@freddyamarcano

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