OPINIÓN

Las primarias: seguir avanzando

por Trino Márquez Trino Márquez

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El método de escogencia del candidato unitario de la oposición a través de la primarias se convirtió en la fórmula más respaldada por los electores. Se encuentra por encima de otros procedimientos como el consenso entre las cúpulas de los partidos, la designación a partir de un grupo de encuestas o la selección de un colegio electoral que, finalmente, nombre al abanderado entre varias opciones. No me encuentro entre los fanáticos de las primarias, pero en vista de que es la fórmula que concita mayor respaldo popular, considero que debe apoyarse.

Algunos problemas deben considerarse. El gobierno probablemente utilice esa consulta para, en nombre de la unidad «más amplia», introducir algunos quinta columna cuya finalidad consista en torpedear el proceso y denunciar que los cogollos de siempre, en este caso el G4, quieren apropiarse de la consulta y desvirtuarla. Al final, esos espías abandonarán la competencia tratando de causarle el mayor daño posible. Intentarán sembrar dudas y sospechas sobre su legitimidad.

Los esfuerzos por incluir la mayor cantidad de partidos y grupos opositores es conveniente, pero sin forzar la barra y sin actitudes ingenuas. El reglamento que rija las primarias debe ser taxativo: se trata de elegir al candidato de la oposición, no al aspirante que le interesa a Nicolás Maduro y al PSUV. Los «alacranes» y otras especies parecidas forman parte de esa fauna que se mueve al acecho. Frente a ellos conviene estar atentos y no hacerles concesiones indebidas.

En la actualidad, el porcentaje de electores inclinados a participar en unas elecciones primarias es relativamente bajo: 15%, de acuerdo con las estimaciones de Consultores 21. Esta cifra podría elevarse si la gente percibe una verdadera disposición a buscar un candidato que represente la opinión de la mayoría de la gente descontenta con la incompetencia y corrupción del régimen. El líder que salga electo en los comicios primarios debería ser el resultado de una participación nacional, masiva y categórica. Esta presencia del pueblo opositor le daría de entrada un amplio respaldo a la figura que emerja de la consulta y minimizaría los riesgos de que el gobierno logre el éxito al pretender, como seguramente lo hará, promover y financiar candidatos opcionales que representen, según el régimen, la oposición «sensata», con la cual es posible entenderse. Por lo tanto, un objetivo de esta etapa debería consistir en promover la consulta, generar una atmósfera que la favorezca e insistir en sus virtudes como fórmula de intervención democrática en la selección del candidato para los comicios de 2024.

En las conversaciones en México, o en donde sea que estas se realicen, el tema de las primarias tendría que ser central. La oposición debe obtener la seguridad de que los aspirantes que deseen participar en el proceso no serán perseguidos, ni inhabilitados; que no se opondrá a que los venezolanos que se encuentran en el exterior puedan votar; que los centros de votación podrán ubicarse en las zonas más populares y humildes; y que la consulta fluirá sin contratiempos, sin la coacción o amenazas de los colectivos u otros grupos de choque. El gobierno tendrá que comprometerse a que no se valdrá del Tribunal Supremo de Justicia para inhabilitar al candidato elegido.

Esas garantías resultan indispensables para que las primarias adquieran el alcance nacional que deben lograr, y el representante sea genuinamente popular, no solo la expresión de las clases medias urbanas de las principales ciudades del país.

Con respecto a la participación del Consejo Nacional Electoral en la organización de las primarias, este tema me parece bizantino. Enrique Márquez ha dicho que si los partidos opositores le piden al CNE que lo haga, el organismo electoral lo hará con gusto. Prestará las máquinas, el cotillón electoral y otros insumos. La intervención del CNE no es una norma obligatoria. Sin embargo, hay que recordar que Enrique Márquez y Roberto Picón son dos voces minoritarias en el cuerpo rectoral. Conociendo el comportamiento del régimen, es posible suponer que la mayoría oficialista podría decidir, sobre todo si la consulta es masiva, que el candidato de las primarias no podrá inscribirse en el organismo porque su escogencia no contó con la participación del cuerpo. Si en México no se logra un acuerdo taxativo al respecto, no veo ninguna necesidad de correr ese riesgo innecesario. Considero que el apoyo del CNE habría que aceptarlo, como lo han hecho ya algunos sindicatos y gremios en varios estados del país. No hay que buscar más problemas de los que ya tenemos.

Afortunadamente, la oposición ya ha venido avanzando en la oposición correcta.

@trinomarquezc