Hay una tendencia de cine femenino en alza, producto y consecuencia del movimiento Me Too.
Las denuncias por acoso y abuso sexual inundaron las primeras planas de los tabloides, generando un cambio de paradigmas y protocolos de trabajo en Hollywood.
Como cuestión positiva, las mujeres lograron hacerse más visibles en las pantallas del sistema global de distribución.
El empoderamiento se asentó en la selección de los jurados, los premios y las cintas de los Festivales, abriendo las puertas a una generación de relevo de nuevas chicas talentosas.
Sin ir muy lejos, Venezuela reporta el nacimiento del proyecto Jeva, destinado a servir de gremio unificador de las realizadoras nacionales desperdigas por el mundo y el algoritmo, por las condiciones del paro y el exilio forzoso.
De tal modo, un grupo específico velará por los derechos de las creadoras del patio criollo, fomentando buenas prácticas de integración dentro del desarrollo audiovisual del país.
Un costado negativo del asunto, a escala global, lo presentimos en la introducción de códigos de censura y corrección política, sobre los contenidos disponibles en las tabletas, a través de “disclaimers”, narrativas forzadas o intervenciones de personajes mal diseñados, para complacer a un mercado “woke” de millennials ofendidas.
Es el caso de largometrajes fallidos de 2020 como Ava, Birds of Prey, Mulan y hasta Wonder Woman 1984, una pieza desbalanceada, lastrada por un discurso retórico de cierre. La típica bajada de línea prescindible, casi impuesta por la compañía Warner, a modo de advertencia moralista infantil.
Existe en la crítica un temor razonable porque la situación desemboque en una cacería de brujas de hecho contra el hombre y sus imágenes.
En efecto, uno de los géneros del año, el famoso revenge, quiere convencernos de la necesidad de tomar la justicia por la propia mano, de atacar al “patriarcado opresor” con sus mismas armas de ultraviolencia.
Así hemos enumerado una cantidad importante de filmes de guerra de sexos, de derecho a la legítima defensa, una suerte de “exploitation” de las secuelas de los procesos de Harvey Weinstein y Jefrey Eipstein.
Entre las cintas por el estilo, cabe destacar una buena y una mala. La segunda recibe el título de Salvaje y usted no merece perder tiempo en su relato binario.
La primera se llama Promising Young Woman y pasa a la historia por la actuación de Carrey Mulligan, respaldada por una esmerada e ingeniosa dirección.
La amiga de una joven es violada en un campus universitario, donde hay una epidemia de delitos impunes. Todo, por cierto, se inspira en hechos reales, otorgando plena legitimidad al guion.
Al respecto recomendamos documentales como Atleta A y The Hunting Ground para poner en contexto. Por tanto, no es una ficción paranoide inventada por la autora del trabajo.
El ángulo incontestable de la película reside en su virtuosa ejecución formal, revistando el clásico automático de Tarantino Kill Bill, con sus tensiones irresistibles y sus diálogos filosos, pero dándoles una vuelta de subversión realmente femenina, desde el lugar enunciativo de la escritura, el montaje y el planteamiento de la cámara.
Los encuadres de Kubrick y Quentin tienen un foco distinto, un color diferente, un tono de contrabando de catarsis e irreverencia, frente a las convenciones masculinas de la meca.
A propósito, solo hace falta disfrutar de la espléndida secuencia de la fiesta final, para validar la calidad expositiva de la propuesta, su particular mezcla de seducción con un ánimo de transgresión, derivado de las vanguardias de los sesenta y setenta, cuando irrumpieron más mujeres en el arte, con la idea de transformar nuestro campo perceptivo.
Promising Young Woman no deja indiferente, estimula debates, asume un compromiso de ser disruptiva e incómoda, en el medio de un panorama excesivamente condescendiente y ramplón, como lo es el de la temporada de premios, con sus dramones solemnes.
No estoy seguro de compartir y coincidir con la tesis del argumento, al decantarse por una venganza redencionista, kamikaze y brutal.
Capaz hablo como un perro blanco.
De repente disiento de su solución extrema, al margen de la ley.
Fuera de ello, celebro la capacidad de elaboración del filme, para decir las cosas como son, sin enmascaramientos y eufemismos, pues el cine también funciona de catalizador de furias reprimidas. Estimo importante su discusión.
Desearía que en el futuro y el presente, las mujeres no sigan siendo víctimas de la pandemia del feminicidio.
Pienso que la reconciliación y la tregua merecen espacio en las mentalidades.
Posiblemente, Promising Young Woman retrate la angustia de unas mujeres que no consiguen ser escuchadas, apreciadas y atendidas en sus reclamos.
Cuestión de empatizar con ellas.