OPINIÓN

Las milicias de blancos y pardos en la Nueva Valencia del Rey

por Carlos Cruz Carlos Cruz

El tema de las milicias durante la Colonia española es interesante porque no solo nos revela las razones de su formación, sino que también nos ofrece una muestra de la división social en aquellos años.

Según el investigador e historiador Porfirio Sanz Camañes, el ámbito militar en la América hispana durante la Colonia, tuvo que reorganizarse para defenderse mejor, ya que existían serias amenazas de otros países europeos de querer perturbar las posesiones españolas en el nuevo continente.

Este hecho ocurre en el siglo XVIII cuando la Corona española pasa a la dinastía borbónica y allí comienza un proceso de reestructuración de la organización militar la cual se dividió en tres estamentos que son los siguientes:

1.     La llamada plantilla de dotación fija en las diferentes plazas coloniales.

2.     El ejército peninsular que eran una especie de ejércitos móviles que se encontraban siempre a la espera de alguna situación. Es decir, como unas unidades de apoyo en casos de emergencia.

3.     Las milicias que son agrupaciones locales integradas por las personas naturales del país, las cuales eran estructuradas por criollos, pardos.

Para  1768 el rey Carlos III ya había decidido crear las milicias y en ese sentido había girado instrucciones a sus colonias para ese fin. De tal manera que en el mes de diciembre de ese año, el gobernador y capitán general de la Provincia de Venezuela había enviado una carta al Cabildo de Valencia para formar a las milicias en regimientos y batallones y para ello que se hiciera un “empadronamiento” de todos los vecinos que viven en la ciudad para clasificarlos en:

1.     Colores.

2.     Sexo.

3.     Edades y demás.

Una vez realizada dicha clasificación y formación de las milicias entre los vecinos de la ciudad, se inicia la segunda etapa, que es la de la búsqueda de una sede para ellas, por lo que a principios de 1769 el  comandante de Milicias de Blancos solicita al Cabildo de Valencia que se le suministre una casa para que pueda servir de cuartel para sus tropas y que sea gratis, lo cual fue solucionado con la entrega de una casa propiedad de este. Posteriormente, el ayuntamiento realizó una reunión extraordinaria que revela la solicitud de adquirir una segunda casa aparte de la del cabildo para que sirviera de habitación a los sargentos, cabos y tambores. Por lo que se designa al procurador general para que gestione el alquiler de una casa de acuerdo con lo que solicite el comandante de la milicia.

En el año 1770 comienzan los preparativos para que las milicias tuvieran una sede y en julio de ese año el señor Juan de Septiem recibe del alcalde ordinario Don José Antonio Páez el pago de 110 pesos por el alquiler de un año de una casa con sus cuatro tiendas para las milicias y en el mes de diciembre de ese mismo año el mayordomo administrador de las rentas del Cabildo de Valencia había pagado 56 pesos a los señores José Timoteo y Antonio Vásquez para la elaboración de tres armeros para los cuartos del cuartel de milicias.

Finalmente, el 15 de abril de 1771, el rey Carlos III por Real Cédula emitida en la ciudad de Aranjuez, crea el llamado Reglamento para las Milicias y Caballería de la Isla de Cuba, el cual tenía validez para toda América.

Sin embargo, parece ser que no es sino hasta el año 1789 cuando el Cabildo de Valencia recibe una orden del gobernador de Venezuela para que se cumpla lo establecido en dicho reglamento. Por otra parte, en ese mismo documento el gobernador acusa al alcalde ordinario de no obedecer lo dispuesto en el Capítulo X, Artículos 1º y 6º que se refieren a lo siguiente:

El artículo 1 se refiere al tema del fuero militar donde ningún miembro del cuerpo militar puede ser juzgado por un Tribunal Civil y en cuanto al artículo 6º tiene que ver con las causas civiles en las cuales se tengan que pagar no más de 100 pesos, se hagan verbalmente ante el gobernador, sus tenientes u oficiales de mayor grado que conozca de su causa.

Nos imaginamos que el envío de esta carta fue necesario porque la actuación de la autoridad en renglones que no le competen debe haberse presentado en varias ocasiones, como por ejemplo una ocurrida en el año de 1786, cuando el señor José Félix Lovera, quien para la época fungía como alcalde de 2º voto, intentó arrestar a los tambores y el garzón del Cuartel de Pardos de Valencia dentro del mismo cuartel, cuando este perseguía a los tambores que los había encontrado en un bar a las 10:00 de la noche. Este suceso, que fue una clara violación al fuero militar, terminó por originar un gran problema que concluyó con el arresto y traslado del alcalde a Puerto Cabello y estaría allá hasta que las autoridades en Valencia decidieran qué hacer con él.

Como bien habíamos expresado al inicio del presente capítulo, a través de este tema también íbamos a poder revisar el aspecto de las divisiones que existían entre las clases sociales, ya que en primer lugar no había una sola milicia sino que existían las Milicias de Pardos y las Milicias de Blancos.

Estas milicias no tenían la misma sede y se encontraban en puntos diferentes de la ciudad. Por ejemplo, el Cuartel de Milicias de Pardos estaba ubicado para el año 1769 muy cerca del Convento de San Buenaventura, pero el mismo tenía la particularidad que en el día funcionaba como cuartel y en la noche funcionaba como hospicio; de tal manera que aquí tenemos el primer ejemplo de discriminación debido a que las personas que pertenecían a las milicias de pardos tenían que albergar dentro de sus instalaciones a los desposeídos de la ciudad por las noche y de acuerdo a la documentación revisada esto no sucedía en el Cuartel de Milicias de Blancos

Otro dato curioso que encontramos en cuanto a la diferenciación de las dos milicias era que a los integrantes de las de pardos los utilizaban para ser parte del elenco de comedias como la que se organizó para las festividades de la proclamación del rey Carlos IV.

En cuanto al uniforme de ambas milicias, debemos decir que al principio eran iguales pero esto fue generando problemas y para el año de 1792 se promovió la creación de un uniforme diferente exponiendo el siguiente argumento:

En todos los lugares donde hay Batallones de Pardos hay también Tropa Veterana y esta se equivocaría en los honores que por lo común tributan los Centinelas a los oficiales que pasan a su inmediación, considerando precisa la distinción de unos y de otros para reprimir el orgullo de los oficiales de color, haciéndoles conocer la notabilísima diferencia que hay del simple hombre blanco al más condecorado de ellos.

En cuanto al estado del inmueble donde se encontraban, pudimos observar que el Cuartel de Pardos tuvo varios problemas y que al parecer tuvo dos: el primero que ya referimos cerca del Convento de San Buenaventura y un segundo cuartel cuya construcción se reporta en un documento del Cabildo de Valencia de fecha 6 de febrero de 1792, en el cual no se especifica si se refiere a la restauración del antiguo o a la construcción de uno nuevo en otro lugar. Sin embargo, al parecer la misma como que no era de buena calidad porque en 1799 se solicitó la reparación del Cuartel de Pardos, a lo cual el Cabildo se niega argumentando que sus fondos “están empeñados”.

Las milicias tenían un control de sus actividades, en el que a cada miembro se le abría una ficha con sus datos y que estaban conformada en 6 secciones que son las siguientes:

1.     En la primera parte estaba el nombre y rango de la persona, la región de dónde provenía a la que se le colocaba de la siguiente manera: (Su país) Ejemplo: Don Francisco Páez, su edad 49 años, Su país, Valencia, en Caracas. Y adicional a esto se colocaba su estado de salud.

2.     En una segunda parte estaba la información de su tiempo de servicio y grados.

3.     En la tercera se informaba en qué regimientos había servido o no.

4.     En este punto se señalaba si la persona había actuado en alguna acción de guerra.

5.     En la quinta parte se anotaban los resultados de las siguientes características: Valor, Aplicación, Capacidad, Conducta y Estado. Y anexo a ello estaba un comentario del evaluador.

A continuación vamos a transcribir una ficha completa de manera que el lector pueda tener una mejor idea de lo que expresamos:

Como dato adicional le vamos a colocar los nombres de las personas que pertenecían a las Milicias de Blancos y Pardos en un documento del año 1788.

Integrantes de las Milicias de Blancos

Capitanes:

1.     Francisco Páez.

2.     Carlos Monagas.

3.     Francisco Natera.

4.     Miguel Salazar.

5.     Luis de Landaeta.

6.     Pedro Lorenzo de Granado.

Tenientes Veteranos:

1.     Don Josef de Beliegande.

2.     Don Antonio Alcober.

3.     Don Josef de Lima.

4.     Bernardino López.

5.     Francisco Rodríguez.

6.     José A. Páez.

7.     Francisco Sanz.

8.     Francisco Romero.

9.     Josef Cornelio Ydalgo.

10.  Josef Gregorio Párraga.

11.  Vicente Ydalgo.

12.  Juan Francisco de Guevara.

13.  Cristóbal Navas.

14.  Ygnacio Landaeta.

Sargento 1º Veteranos:

1.     Francisco López.

2.     Miguel Gómez.

3.     Martín Rodríguez.

4.     Juan de Ganga.

5.     Juan de Limas.

6.     Pedro Zamora.

7.     Manuel Ribero.

8.     Juan Marcos Donaino.

9.     Antonio Gómez.

Cadetes:

1.     Josef Trinidad Matute.

2.     Pedro Garrido.

3.     Carlos Jacinto Mujica.

4.     Félix Sárraga.

5.     Lorenzo Ochoa.

6.     Josef de Landaeta.

7.     Vicente Landaeta.

8.     Andrés Natera.

Plana Mayor:

1.     Coronel Conde de Tobar.

2.     Don Josef Esquivel.

3.     Miguel Martínez.

Oficiales Agregados:

1.     Baltazar de Gálvez.

2.     Miguel Garate.

Milicias de Pardos

Solo estaban los siguientes nombres :

1.     Don Ydelfonso de Góngora Espin.

2.     Don Juan de Rabuñade.

3.     Don Juan Romero.

4.     Benito Álvarez.

5.     Antonio Botuna.

6.     Manuel Rivero.

7.     Tomás López.

8.     Juan Barela.

Los rangos de todos estos fueron de soldado, cabo y garzón.

Para finalizar, debemos expresar que en otras regiones de Venezuela también existían indios en su conformación, pero en la ciudad de Valencia no encontramos evidencia de ello.