El 17 de mayo de 1943, casualmente el mismo día, nacen dos leyendas del bombardeo estratégico sobre Europa en la Segunda Guerra Mundial. Excelentes ejemplos de cómo la relación entre el cine y la historiografía han consolidado la memoria colectiva del gran conflicto. Los “dambuster” (rompepresas), el escuadrón británico de cuatrimotores Lancaster que realizaron esa madrugada un ataque de precisión sobre tres presas de la cuenca industrial alemana del Ruhr, destruyendo la mitad de ellas y dejando 114 fábricas de armamentos sin funcionar por mes y medio. Y en el día el bombardero pesado estadounidense B-17 conocido como Memphis Belle realizaba su misión número 25, siendo uno de los primeros que lo lograba; de modo que su tripulación podía volver a casa. Este retorno los llevaría a realizar giras mostrando el bombardero a la población para promocionar la compra de bonos de guerra.
La Operación “Chastise” (castigo) o “Dambusters raid” tuvieron su primera película en 1955 (estrenada el día de su aniversario): The Dam Busters. Producción británica dirigida por Michael Anderson, cuyo guion se basó en la novela homónima de piloto de la Royal Air Force: Paul Brickhill (sus otras dos novelas de la guerra fueron también adaptadas al cine; siendo la más famosa: El gran escape, basada en su experiencia como prisionero de guerra; y las memorias del comandante del escuadrón capitán Guy Gibson Enemy coast ahead. Al hacer una búsqueda sobre los rompepresas en Youtube, aparecen numerosos documentales: especialmente en las últimas dos décadas y una nueva película para la TV en su 70 aniversario, varios historiadores de prestigio han hecho sus respectivos documentales como James Holland (2011) y el podcaster Dan Snow (2020).
Los “dambusters” fueron los primeros que conocí, gracias a que todos los documentales sobre la historia de la aviación que vi en mi niñez relataban su hazaña. En plena pasión por el aeromodelismo, estimulada por mis hermanos mayores; ver las imágenes de una bomba (inventada por Barnes Wallis) que rebotaba por el agua para luego hundirse y explotar ante la pared de la presa y destruirla, quedó fija en mi memoria. No conocía de la existencia de la película de 1955 y al verla hace poco he quedado gratamente impresionado a pesar de los efectos especiales de la época. La misma se centra en los dos protagonistas de la misión: el inventor Wallis y el comandante Gibson. En la primera parte se relata cómo se van superando las dificultades de la operación: que la bomba funcionara y destruyera la presa, porque el bombardeo convencional hacía imposible reventar el hormigón. Y el volar a tan solo 18 metros de altura. De los 19 Lancaster, se perdieron 8 con un total de 53 miembros de su tripulación (3 fueron capturados). Un tercio del escuadrón se perdió entre naves y vidas.
El Memphis Belle tiene un primer documental en plena guerra: The Memphis Belle: A Story of a Flying Fortress (1944), del gran director William Wyler (del cual se han hecho varias versiones con mejoras en 2011 y 2018); y luego la que considero el mejor filme sobre combate aéreo de este período: Memphis Belle (M. Caton-Jones, 1990). El año pasado salió un cortometraje homónimo, y en general tiene episodios en series documentales sobre la guerra. El relato, tanto en el documental de Wyler cómo en la película, se centra en la valoración del sacrificio de los jóvenes pilotos y la pasión por el vuelo. En la obra de Caton-Jones, la combinación de la realidad histórica con algunos aspectos de ficción, permite reunir en la experiencia del bombardeo a Alemania el gran peligro que este significaba. La música, las imágenes y un final glorioso; permiten transmitir una gran emoción ¡y admiración!
La fama del B-17 Memphis Belle se logró porque el avión y la tripulación no sufrieron casi daños después de ocho meses de acción, de modo que pudo volver a los Estados Unidos y realizar una larga gira por 31 ciudades promoviendo la venta de bonos de guerra. El pueblo podía conocer en persona sus nuevos héroes de guerra, junto al arma que dicho pueblo había colaborado en construir con su trabajo e impuestos; pero donde sus hijos ofrendaban su vida por la tan repetida democracia y libertad. Muchos consideran que el Memphis Belle fue el primero en lograr las 25 misiones, la verdad es que fue el segundo. El primero que lo hizo es otro B-17 unos días antes y cuyo nombre es “Hell’s Angels”. En todo caso la fama que le otorgó el cine permitió que el original fuera recuperado de su deterioro del 2005 al 2018. Hoy se mantiene en perfecto estado en el National Museum of the United States Air Force de Wright-Patterson AFB cerca de Dayton, Ohio.
Al final la película señala en textos la terrible cantidad de muertos en el combate aéreo sobre Europa: más de 200 mil en total. Y es que desde 1942 las probabilidades de sobrevivir de un piloto alemán eran mucho menor que la de un soldado del Frente Oriental en la terrible Rusia; y en el caso de sus pares de Estados Unidos era igual pero la comparación es con los Marines en el Pacífico (Williamson Murray y Allan R. Millett, 2000, La guerra que había que ganar). Por esta razón la historia de este magnífica obra cinematográfica termina con las palabras siguientes: “This film es dedicated to all the brave young men. Whatever their nationality, who flew and fought in history’s greatest airborne confrontation”.
La semana que viene seguimos con la lucha por la supremacía aérea en los cielos de Europa dando una visión global de la estrategia y acción Aliada durante 1943; y cómo Alemania buscó defender su territorio del creciente incremento de la presencia los bombarderos y cazas de Estados Unidos y el Reino Unido.