Ante la imposibilidad de realizar un referéndum revocatorio contra Nicolás Maduro este período presidencial por los factores de dominio que mantiene el madurismo en las estructuras del Estado, en este caso del Consejo Nacional Electoral, y que a su vez demuestran la existencia de la división opositora y la cohabitación de una seudo oposición en la «asamblea nacional» con el neototalitarismo, cuando incluso niegan la posibilidad de discutir una enmienda a la Constitución, es obvio que el compás de la democracia está herido de muerte cuando la destrucción de la sociedad está en manos de lo que representa lo que ellos desde el poder han denominado la «justicia socialista».
En tal sentido, las palabras de Francisco Ameliach, quien integra parte de la cúpula del Partido Socialista Unido de Venezuela, que dijo que en el país «no hay separación de poderes, lo que hay es distribución de funciones», y cuya confluencia neototalitaria la confiesa al decir: «La separación de poderes no existe porque no puede existir… El objetivo programado en el caso del sistema de justicia es impartir justicia en la tutela judicial debida», y en cuya sintaxis de su semántica configura lo que sería una «mala interpretación de la separación de poderes que no existe», pues el colofón lo expresa casi que en términos de un apocalipsis político: «Tenemos que incrementar nuestra consciencia revolucionaria para poder interpretar correctamente, y no de una manera conservadora, los postulados que están en la Constitución». (1).
Lo insólito de esto es que semejantes declaraciones que ya hubiesen generado una hecatombe de reclamos y protestas en la oposición, los líderes lucen inertes, convertidos en una especia de amorfa pensativa, que solo demuestra la bazofia de ignorancia que les acompaña, porque son incapaces hasta de discernir que en el seno de las ciencias sociales y humanidades no puede existir ninguna interpretación «correcta» y menos asegurando que el objetivo de la justicia se basa sobre una tutela judicial.
O sea, para Francisco Ameliach como la justicia debe estar «tutelada» sobre la Constitución, aunque esta diga que el salario mínimo no podrá ser jamás inferior al costo de la canasta alimentaria, que el madurismo durante sus tiempos de poder se haya atrevido a mantener «salarios» por el orden de 1 dólar al mes, o pensiones de 7 bolívares, que originaron una emigración superior en 6 millones de venezolanos, eso explicaría las razones por las cuales jamás dieron respuesta a recursos jurídicos de los trabajadores sobre la obligación que tenía el Estado ante tal cumplimiento, porque la interpretación «correcta», según Ameliach, era que los dependientes de la administración pública tuvieran que conformarse con tales ingresos, aunque eso los condenara a vivir en la más espantosa pobreza, y hasta morir por inanición.
En otras palabras, cuando el susodicho individuo asegura que la justicia que se aplica en razón o vinculación con la Constitución tiene que estar «correctamente» interpretada sobre la base no de la autonomía de poderes, sino de una «distribución de funciones», aquí no queda más que levantar la función política.
Es como si un grupo de personas pagando para ir a ver una obra de teatro o una película promoviendo la expectación de un relato sobre Nerón, la proyección comenzara mostrando que ese tirano fue enterrado siendo aclamado y homenajeado por el pueblo porque ese seria el guion de interpretación «correcta» del escritor o dramaturgo. O si lo llevamos en los espacios de la educación en el caso de la praxis societaria, ahora el ministerio de educación en su «interpretación correcta» de la historia, asegure que serán procesados por «traición a la Patria» aquellos profesores que digan que los hechos del 4 de febrero de 1992 no fueron un intento de golpe de Estado, sino una «rebelión patriótica militar», o más aún, que cualquier periodista será encarcelado si se atreve a «informar» que Putin es un genocida por la masacre en Ucrania porque las muertes de niños o mujeres, o ancianos inocentes son producto de una «liberación por la paz de Rusia» porque esa sería la «interpretación correcta» de la Constitución sobre la «información veraz».
Son infelices, desgraciadas, degeneradas, fatuas y sobre todo inaceptables las declaraciones de Francisco Ameliach al intentar torcer a su conveniencia el hecho social. Son los mismos que hablan del «lado correcto de la historia», como si esta estuviera sujeta entre el resultado de un problema de ciencias exactas.
No solo tenemos una anomia como elemento conducente hacia una tragedia auténticamente histórica, sino que Ameliach deja muy clara la preeminencia solipista del madurismo como régimen vinculado con la existencia del neofascismo, neonazismo, neoestalinismo y neoestalinismo, todas ellas asentadas en lo que estamos conociendo bajo el genocidio del putinismo.
En síntesis, el verbo y las interpretaciones «constitucionales» de Francisco Ameliach se han convertido en la conjugación «correcta» de la bazofia y el neototalitarismo madurista, y quien no se someta a tal «justicia» hasta podría ser encarcelado y condenado por la «correcta ley de instigación al odio» que hasta determina la «perfección» de lo bueno, lo malo, lo humano y lo divino, y todo aquello que sea «incorrecto» de actos sociales, políticos e históricos.
@vivassantanaj_