OPINIÓN

Las ideas como campos de batalla 

por Albert Geovo Albert Geovo

A lo largo de los años se va constatando que son las ideas las que mueven al mundo, bien sea para bien o para lo contrario al desarrollo. Si se hace un balance en la línea del tiempo, se puede decir que la humanidad avanza en el transcurso civilizatorio, pero si lo ponemos en una perspectiva histórica más amplia, se puede decir que hay muchas interrupciones en el tiempo que generan preguntas inesperadas; por ejemplo, en lo que respecta a un enfoque arquitectónico, se observa que a pesar de todo el avance en la ciencia y la tecnología siguen sin resolverse cómo fueron erigidas las megaconstrucciones de siglos pasados.

En ese sentido, ya se empieza a dudar si fueron los grandes templos y monumentos del pasado construcciones hechas en las épocas que se dice que fueron erigidas, y esto no es porque se le antoje a los divulgadores de la información o porque no existan registros, sino porque hay muchas inconsistencias en tales registros, convirtiendo las mismas muchas veces en meras propagandas, sumado a que las generaciones posteriores, los lugareños, incluyendo la presente, ignoran muchas cosas de esos grandes monumentos y a veces todo.

Por otra parte, en términos demográficos, la humanidad paso de tener grandes familias numerosas y consolidadas en todos los aspectos humanos y económicos, a individuos solos que muchas veces no saben ni pueden gestionar sus vidas.

De ahí que, se sabe por la historia, que el ejercicio del pensar, es uno de los más complejos y avanzados mecanismo en todos los tiempos, además que éste ejercicio, ha llevado a Sócrates a tomar la cicuta por sus enseñanzas; al Mesías, que le dieran vinagre en el Golgota; a Galileo ser juzgado por el tribunal inquisidor; o el drama del derecho y la libertad de filosofar de Spinoza; en otro contexto, la vida  de Miranda, el cual, tuvo que, a travesar procesos acusatorios erróneos, como todos los anteriores, y una serie de innumerables juicios históricos errados a lo largo y ancho de todo el mundo.

Por otro lado, si nos basamos en la tesis evolucionistas, que sostienen  que el omnívoro paso millones de años sin razonar, hasta que descubrió la rueda, el fuego y fue capaz de hacer uso de los elementos de forma más o menos inteligente; como dice el pensamiento cartesiano primero singo y luego existo, lo contrario es  sustentar la idea que el sujeto del pasado no razonaba.

Sin embargo, en la actualidad, a pesar de todas las revoluciones tecnológicas, sociales y humanas, el proceso del pensar, basados en el libre albedrío, que se traduce en el derecho y la libertad de pensamiento, sigue siendo complejo y juzgado de la misma manera, con la misma implacabilidad que en siglos pasados, donde los derechos universales del hombre y del ciudadano, suscritos en la Revolución Francesa, a pesar de su vigencia, pasan hacer una pieza arqueológica más de museo antropológico.

El día que se entienda cómo se ha hecho de la libertad de filosofar un campo de guerra, ese día se va despertar, porque no podría ser el proceso del pensar un crimen, ni mucho menos un delito de Estado, cuando es la facultad más excelsa y sublime que ostenta la humanidad.

Además de que denota poca inteligencia, bajo nivel civilizatorio y espiritual, convertir el proceso del pensar en trincheras de batallas, por lo que se sugiere que los centros de desarrollo del pensamiento humano dejen de llamarse tanques de pensamiento, pudiendo ser sustituidos por innumerables otros, como fuentes, ríos, plantas de pensamiento, o cualquier otro, opuesto a las guerras, porque de ningún modo pretende la filosofía ni mucho menos la espiritualidad, en especial en Occidente, hacer del pensamiento humano un instrumento contrario al desarrollo de la civilización.

Campos de batalla, sobre el carácter del pensamiento humano, presentes en la religiosidad, nada más equivocado que esto, como lo es en el campo de la filosofía.

Además, está más que sabido que las naciones no se desarrollan por el poder de las guerras, nada más absurdo; sino por la libertad de pensamiento, implícita en la humanidad, que lleva a las personas a ser responsables de sus vidas y del desarrollo de la civilización.