Alguna vez Margot Contreras (Caracas, 1926-2024) afirmó que con todos los proyectos que le venían a su mente podría llenar una habitación entera. Intuitiva y organizada, la fundadora de la Academia Interamericana de Ballet, el Ballet Interamericano y el Ballet Nacional de Venezuela concibió un modelo de gerencia para sus instituciones, en momentos cuando nadie en el país parecía caer en cuenta de la necesidad y la pertinencia de la gestión para el desarrollo de la cultura y las artes.
Junto con su hermana Irma Contreras conformó una llave ideal y efectiva en la consecución de los logros que se propusieron. Proverbial fue el sentido riguroso y profesional con el que Margot asumía sus funciones como responsable de dos de las iniciativas más representativas de la danza clásica en el país de los años sesenta y setenta del pasado siglo. En extremo ordenada, nada salía de su estricta vigilancia. Así, con mano decidida, orientó a sus alumnas de la Interamericana por el complejo tránsito entre la danza de afición y la danza profesional.
Con igual determinación, llevó al Ballet Nacional en lo organizativo hacia metas no alcanzadas hasta ese momento por la danza clásica en Venezuela. Sus vínculos internacionales le otorgaron prontamente un nivel distinto a la compañía tanto en lo formativo y artístico como en lo administrativo. Las numerosas giras que realizara por el Caribe, incluyendo Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo, al igual que por Colombia, representan los primeros logros por exportar la danza académica venezolana.
Margot, perteneció a la primera generación de estudiantes de ballet decidida a llegar al ámbito profesional. Discípula de Belén Nuñez, además de Hery y Thomson y David y Eva Grey en la Cátedra de Ballet del Liceo Andrés Bello, desde mediados de los años cuarenta, y luego de la Escuela Nacional de Ballet dirigida por Enriqueta “la Nena” Coronil, cursó estudios en Cuba con los maestros Fernando Alonso y José Parés. Su estrecha amistad con la primera bailarina Alicia Alonso inició en ese entonces.
En 1955 la mayoría de los estudiantes avanzados de la escuela de Nena Coronil se incorporaron de la mano de Margot Contreras a un proyecto educativo y artístico de alto vuelo: la Academia Interamericana de Ballet, centro de formación llamado a convertirse en plataforma idónea para el afianzamiento del incipiente proceso de profesionalización del arte del ballet. El talento y las inquietudes de su numeroso alumnado, unido a la presencia casi permanente de maestros internacionales y a un modelo de organización eficiente, dieron solidez institucional a esta iniciativa llamada a hacer historia.
Varias promociones de intérpretes recibieron allí sólida y plural formación y solidificaron su vocación artística: Zhandra Rodríguez, quien se convertiría en reconocida primera bailarina internacional, Everest Mayora, Hercilia López, Fanny Montiel, Eva Millán, Marianela Machado y Adriana Suárez, entre muchas otras figuras, sintetizan los más elevados frutos del trabajo formativo cumplido por la referencial Interamericana.
Prontamente la Academia formuló un proyecto profesional, el Ballet Interamericano, de corta vida, que antecedería al Ballet Nacional de Venezuela, cuyo debut ocurrió el 15 de agosto de 1955 en el Teatro Nacional de Caracas, interpretando un repertorio integrado por las obras Bodas de Aurora, Romeo y Julieta, paso a tres de El lago de los cisnes y Carnaval en Venecia.
El 31 de agosto de 1956, la fugaz Asociación Venezolana de Ballet, con Elías Pérez Borjas como secretario, ofreció una temporada del Ballet Interamericano en el Teatro Municipal de Caracas, que contó con la actuación de Irma Contreras, en su retorno a Venezuela, así como de la australiana Lynne Golding y el inglés Henry Danton – quienes también fungieron como directores artísticos de la agrupación – junto al checo Miro Anton, Maruja Leiva, Irina Filimonova, Belén Lobo, Margarita Medina, Tulio de la Rosa, Domingo Rivas, y Orlando Zavarce, entre otros jóvenes intérpretes.
La historia llena de repercusiones del Ballet Nacional de Venezuela comenzó en 1957. El 2 de mayo estrenó de las manos de las hermanas Contreras en el Teatro Municipal capitalino, contando con las actuaciones de la bailarina canadiense invitada Anna Istomina, así como de los bailarines Henry Danton, Miro Anton y Vicente Nebreda como bailarín y coreógrafo, a su regreso de sus primeras experiencias artísticas en Europa.
Conocimiento desde adentro del mundo del ballet, sensibilidad y estructurado orden mental, fueron características que acompañaron a Margot Contreras a lo largo de todo su determinante desempeño. Discreta y reservada, no faltará quien recuerde con nostalgia tanto los rigores como las hazañas de Margot.
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