OPINIÓN

Las guerras de Putin

por Fernando Luis Egaña Fernando Luis Egaña

GETTY IMAGES/ Archivo

Así, en plural. Guerras. Ahora está invadiendo brutalmente a Ucrania, pero hace siete años ocupó por la fuerza la península de Crimea, y un tiempo antes había invadido unas regiones de Georgia, y se las arrebató. Ya parece que con su carnal Lukashenko, dictador de Bielorrusia, se quiere apoderar de Moldavia, y son notorias sus amenazas directas a la soberanía de Finlandia y hasta de Suecia.

Los tres pequeños países bálticos, y en especial Estonia, que tiene una minoría significativa de población rusa, también están en la mira. Esto lo advierte el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.

Entonces el tema central no es propiamente la «paz de Ucrania», sino el afán de dominio militar de Putin, en cuyo mensaje reitera su capacidad nuclear. Enfocar esta tragedia bajo el concepto de la «paz de Ucrania», es como si se hubiera planteado el ideal de la «paz de Inglaterra», cuando esta era atacada sin piedad por Hitler. En aquel tiempo lo fundamental era acabar con la locura militarista de Hitler.

Con las guerras de Putin, muchos se han lavado las manos como Poncio Pilatos. No se le daba importancia y se alegaba que la diplomacia sería suficiente para apaciguarlo. Al empezar el ataque masivo a Ucrania, lo que ha prevalecido en las democracias occidentales, y en medio mundo, es la perplejidad, y unas cuantas reacciones que aún no intimidan a Putin. No se sabe, por ejemplo, la posición de Biden al respecto.

Zelenski se ha convertido en un héroe porque, junto a su pueblo, ha resistido con increíble tenacidad y porque ha hablado con la fuerza de la verdad, sin eufemismos ni ambigüedades.

No creo que Putin sea una especie de heraldo del nacionalismo ruso. Es un tirano que despotiza y depreda a su gran país, su víctima principal, y que ha logrado acumular un gran poder político-militar y económico, en conjunto con una oligarquía a la que solo le importa el control de Rusia.

Solo si terminan las guerras de Putin podrá renacer la paz. Por ello, Putin merece ser acosado, debilitado, desalojado del Kremlin, encausado conforme a derecho, y condenado como tributo y lección de justicia internacional. Rusia, Ucrania y el mundo ganarían mucho con el fin de Putin y sus guerras.