En Venezuela, las encuestas revelan una situación preocupante y aterradora, tanto para el régimen castro-madurista como para la oposición oficialista. Los resultados muestran un inmenso rechazo y pérdida de confianza por parte de la ciudadanía. Cada día son menos los que creen en ellos como solución y respuesta a los problemas. Sin embargo, reveladores para los que se preocupan por el país, su presente y futuro.
Ambos sectores oficialistas están haciendo lo imposible y preparándose para continuar por las buenas o por las malas. Lo cierto es que perdieron al país y ya no tienen su respaldo. Las respuestas de los encuestados son abrumadoras en cuestionamientos y críticas; vendieron la consideración, traicionaron el respeto y desaprovecharon la simpatía ciudadana.
Se muestra popularidad o rechazo, a través de la satisfacción de las necesidades, o niveles de insatisfacción por las fallas en los servicios públicos, que son enormes y angustiosos, demostrando que el regreso a la administración del Estado fue un error. Han sido sin excepciones un rotundo fracaso y lo que avanzaron, no sólo se ha perdido, sino que incluso ha empeorado. El sistema hidroeléctrico es un oscuro azar; el petróleo lo devastaron e hipotecaron; la telefonía y sus opciones son de los peores del mundo, el servicio eléctrico arruina equipos, dificulta e impide cumplir con los actos más habituales de la vida diaria.
Asociado a la trágica realidad económica, convertida en humillación. Un salario mínimo infame y más bajo del mundo, familias que luchan a diario para subsistir. Profesionales, técnicos, enfermeras y docentes que viven en la miseria, mientras que ser sindicalista se ha convertido en un delito.
Venezuela ha experimentado un retroceso de un cuarto de siglo en dos etapas: con emociones resonantes pero vacías, y luego, la incompetencia de su heredero. Situación que ha llevado a una masiva migración, que busca oportunidades en otras latitudes, convirtiéndonos en pordioseros del petróleo y la gasolina.
El régimen se mantiene gracias al respaldo de armas y represión, a pesar de la furia y decepción de la mayoría ciudadana. Sectores opositores que acumulan años de equivocaciones, no ofrecen esperanza, atrapados en pasados remotos y sin propuestas concretas más allá de la restauración de la libertad y democracia, conceptos nobles, pero que no satisfacen las necesidades básicas de la población; no llena estómagos, ni educa mentes, ni cura enfermedades.
Un país que nos dejamos quitar de las manos por inútiles, incompetentes y descarados. Somos -en niveles- culpables del desastre, unos por comisión, otros por omisión. Sin embargo, en medio de la crisis, surge una oportunidad que despierta la atención, y quita el sueño a tirios y troyanos, por su lucha vertical que renueva confianza, esperanza y fe.
María Corina Machado, trabajadora, valiente, auténtica e inteligente, con arraigo y coherencia en sus acciones. Durante años, ha demostrado compromiso y visión de un mejor país, de una nación llena de libertad, democracia y oportunidades. Convirtiéndola en un dolor de cabeza tanto para el castro-chavismo-madurismo, como para sectores de la enquistada oposición oficialista.
Lo que representa María Corina despierta un anhelo de país que emociona y pone en aprietos a los que pretende usurpar una representación que perdieron hace ya mucho tiempo; y por eso, no se rinden en la búsqueda desesperada de un consenso conveniente. Venezuela está cansada de charlatanes, burlas y traiciones. Si bien no hay una salida fácil, ahora sabemos quién es quién.
Es crucial aprovechar este tiempo, María Corina Machado, representa el genuino y autentico sentir venezolano que una vez fue y que, a pesar de todo, desea y quiere seguir siendo. Encarna la esperanza de la Venezuela afable, autentica, valiente, dicharachera, trabajadora, y de una sociedad, que se esmera es escalar posiciones para mejor. Es una líder, una estadista que ha demostrado arrojo para denunciar la situación actual. Su visión y determinación, desafían a los que buscan mantener la comodidad del statu quo y se burlan de su osadía.
Es hora de que los venezolanos reconozcan quién está verdaderamente comprometido con el país y quién solo busca intereses personales. No podemos conformarnos con soluciones superficiales o políticos mequetrefes. La realidad de Venezuela exige líderes auténticos y comprometidos que trabajen por el progreso y la prosperidad de nuestra nación. María Corina Machado representa esa esperanza, y es nuestro deber respaldarla en esta lucha por un mejor futuro.
@ArmandoMartini
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