“No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz”.
Jorge Luis Borges. Fragmento de Evangelio apócrifo, publicado en el poema «Elogio de la sombra», 1969.
Ate, la rabia para los griegos, la odiosa hija de Zeus y Eris, la diosa de la discordia, personificaba a las acciones irreflexivas y sus consecuencias. Así lo relata Hesíodo en su Teogonía, la diosa Ate intervino durante el parto de Heracles para evitar que este naciera antes que Euristeo y se quedase sin el trono de Micenas. Esta acción enfureció al Cronida, quien tomó de los cabellos a la caprichosa Ate y la lanzó de las celestes alturas del Olimpo, para que cayese en las montañas de Frigia, en donde se fundaría posteriormente Ilion, la famosa ciudad de Troya cantada por Homero y cuyo destino inspiró un sinfín de tragedias. La rabia y sus acciones irreflexivas son la causa de tantas desgracias para la humanidad, así Ate es la negación de la racionalidad del justo raciocinio y de los límites de contención del carácter.
Vagaba errante por la tierra de Frigia y justo durante el noveno año de la guerra de Troya, se ocupó de caminar sobre las cabezas de Aquiles, rey de los mirmidones y de Agamenón rey de Micenas, para sembrar la discordia entre ambos, en la Ilíada se canta ese suceso cuando Fénix, tutor de Aquiles, refiere: “Esta es robusta, de pies ligeros y por lo mismo se adelanta, y recorriendo la tierra, ofende a los hombres” (Homero, 1965). Según Platón, Ate no pisaba el suelo, “ella se posaba sobre las cabezas de los mortales”. Ate representa la venganza frente a la afrenta y el error. En su tragedia intitulada Julio César, William Shakespeare presenta a un afligido Marco Antonio pidiendo la intervención de Ate, frente al magnicidio de Julio César. “Pidiendo venganza con Ate a su lado llegará ardiendo del infierno, gritará ¡caos! Y soltará los perros de la guerra” (Shakespeare, 2012), la equivalente romana de esta deidad era nefas (error), de donde proviene nefasto.
Entonces Ate, la rabia, causa el error irreflexivo de hecho camina de acuerdo con Platón en las cabezas de los hombres, sembrando discordia, como herencia de su madre Eris; la rabia adormece la razón y el buen juicio es la negación del pensamiento progresivo y culpable de muchos errores, los griegos nos advierten sobre los efectos de la rabia, el sabio Platón hace la referencia del andar de la diosa Ate por encima de las cabezas de los hombres para nublar sus pensamientos y eso contiene una carga simbólica poderosísima, una verdad incontrovertible en lo axiomático.
Los países de América Latina en las encrucijadas de la historia, llamadas revoluciones y antes de estas en medio de una lluvia incesante de errores, de pasos arteros de Ate sobre las mentes humanas, han decidido elegir desde la rabia, desde la visceralidad, desde la irascibilidad, anestesiando cualquier vestigio de justicia, de equidad, de prudencia, expoliando a las virtudes y primando a los vicios, de esta manera eligen y coronan anarquistas, vengadores, figuras irascibles que lejos de resolver el problema lo agravan, ningún proyecto político basado en la venganza y el odio puede ofrecer resultados plausibles.
Basta con ver lo que ocurrió en Alemania, la sociedad embriagada por la ira llevó de la mano de la urnas electorales a un desquiciado, quien sumió a Alemania, cuna de pensadores, en una ola de violencia, muerte, horror y devastación bélica, las democracias se equivocan y más cuando las decisiones son tomadas desde las vísceras sin el concurso de la razón, la emoción entonces tiende a obnubilar el juicio, la capacidad de alerta y se comienza a normalizar todo lo que es censurable y reprochable, el irrespeto hacia el ser humano, el proceso de deconstrucción de lo óntico, el atropello como política de Estado y el asalto a la dignidad humana. Una vez Ate posa su planta en la cabeza de quienes eligen a los anarquistas que han de robarles la vida y el destino, ya no hay sino que aceptar las consecuencias, el horror de la Alemania subyugada al nacionalsocialismo, no fue suficiente para advertir los riesgos del triunfo de las emociones sobre la razón, dejando palmariamente demostrado como un solo sujeto puede ser una tea ígnea que amenace la existencia humana, con vergüenza debemos reconocer que la máxima de Theodor Adorno no se ha cumplido. “No hemos educado para evitar Auschwitz” (Adorno, 1998), esa tarea pendiente deja paso a la absoluta crueldad del ser humano y demuestra la vacuidad de la relativa posmodernidad.
Nuestra levedad ante el mal le ha permitido un cómodo sendero para el tránsito de Ate encima de nuestras cabezas, las desigualdades, iniquidades, malos ejercicios del poder, la petulancia impúdica en la administración del poder, han hecho que Ate camine, baile y se permeé en la psique de muchos, torciendo la venganza en acto de voluntad popular, así pues, vota la rabia, sufraga la envidia, selecciona el odio y el resultado es la presencia de sujetos sin límites morales, con personalidades vórtice que terminen por hacer del mal un acto lúdico, la obra de Manea, “ese trauma privilegiado, de vivir bajo el autoritarismo” (Manea, 2006), cuando la rabia manda los designios se vuelve de nuevo hacia a la cuna de semen de Heliogábalo, recrear una y mil veces el horror, el terror, lo nefasto, hacer oda cotidiana de la obra de Antonín Artaud, estabilizando el vicio, se entierran las virtudes bajo el fango de la envidia.
En 1998 “Hugo Chávez le salió a Venezuela como los golondrinos, salen bajo los sobacos, indicando que existía una infección integral” (Mendoza & Montaner C. & Vargas Llosa, 2014), ese caudillo de cara pintada nos prometió un nefasto por ahora y una sociedad sin pulso democrático estaba complacida con la causa del golpista, fueron nuestras falencias, iniquidades, inmadureces, indolencias, ruindades, vicios, maledicencias, las que se coludieron para construirnos nuestro vengador, ese que nos dejó sin país, cuyo legado son 7,7 millones de migrantes errantes, el legado del hombre enfermo, el legado de la gansterilidad, la crítica a la virtud, el odio a la excelencia, eso que Ayn Rand llamaba era de la envidia, el más obsceno de los vicios del chavismo reside en atacar a un sujeto por sus virtudes, es una filosofía retorcida, abyecta, aviesa y malvada.
La muerte de Chávez acentúo los vicios, permitiendo que la rabia se hiciera potable, el pensar distinto se convirtiese en un crimen, perseguir, destruir, aniquilar, matar, eso lo vivimos en 2014 y 2017, lo permite transmitir el régimen en las salas de cine, para demostrarnos cuán seguro está de que venció y no tendrá consecuencias y el mayor logro subyace en la advertencia sempiterna del bajísimo coste político de volverlo a replicar. Mientras se transmite el horror en las salas de cine, las ergástulas albergan a cientos de secuestrados, las policías del régimen amenazan cualquier amago de disidencia, en fin, el país sigue andando en la esquina del horror, en los contornos del maltrato, todo es posible y nada sorprende.
La anarquía jamás puede ser una excusa para imponer el orden, la anarquía es contraria al orden como virtud, es contranatural a la estabilidad y embrida más desorden y caos, situaciones en las cuales la rabia se estabiliza, se hace estable y aceptable, así quien ejerce el poder queda ungido para cometer cualquier tropelía o exceso, eso lo estamos viendo en todo el continente con la elección de un exguerrillero como presidente de Colombia, las bochornosas danzas de la primera dama del país andino y el escándalo de corrupción denunciado por el vástago del presidente Petro, como colofón del fracaso del tan esperado cambio añorado por los colombianos, ese cambio radical vino preñado de maledicencias, regresiones y maldades propias de la colusión con la gansterilidad, de la complicidad con el error y las formas distintas del proceder hamponil.
Acudimos al ascenso de Luiz Inácio Lula da Silva, luego del escollo de Bolsonaro, los polvos de ayer traen los lodos de hoy, se tolera la corrupción, se revierte el asalto al erario público y se intenta desde luego lavar la reputación de un socio ideológico como Venezuela, manchada de la sangre de sus propios hijos. Ahora le toca el turno a la Argentina, entrampada en la década K, en los estertores del peronismo estatista y en la rabia y la anarquía ofertadas como vía de solución a los graves problemas sociales, entre ellos la altísima inflación, la desigualdad, la violencia e inseguridad, un caldo de cultivo para que la bronca, como dicen allá, se pavoneé en los incendiarios discursos del candidato Javier Milei, un economista y profesor universitario, salido de la modernidad líquida de Zigmunt Bauman, de esos espacios líquidos inestables de las redes sociales, en donde todo está sobreentendido, amañado, intangible y es además relativo.
Las propuestas de Milei residen en la desesperación de ser la tercera inflación más alta del planeta, sus propuestas no son del todo descabelladas, muchas se embridan en la escuela austriaca en Mises y Hayek, pero su oferta de anarco capitalista, incorporando cerrar el banco central, dejar actuar al mercado sin límites, considerar ladrones a los bancentralistas, abjurar de los impuestos y dolarizar al país, son medidas cuyo tratamiento es muy superficial dada la trascendencia de eliminar la política monetaria y fiscal, las formas del discurso son a todas luces escandalosas, las mismas van desde arrancar los nombres de los ministerios, calificar escatológicamente los castigos que le serían infligidos a quienes permanezcan en el poder hasta salir con una sierra de cadena en la mano para explicar la reducción del Estado, sin tomar en cuenta el riesgo que ello significa, así como la perniciosa carga de violencia simbólica expuesta, esta personalidad histriónica le llevan a realizar imitaciones a Sandro un cantante famoso de la Argentina, así como la sobreexposición de su vida íntima en la televisión nacional, todo un despropósito enorme.
En definitiva, sufragan las vísceras, votan las emociones y elige la muchedumbre sedienta de venganza. Quiero reiterar que ningún proyecto político, sustentado en el odio, la revancha y la venganza como medios de solución social, son compatibles con la existencia humana. Hay que defenestrar la rabia, lanzarla de nuestras cabezas, para que pensemos con la perfección de la justa medida y la racionalidad que solo reside en el medio y jamás en los extremos, en los extremos las sociedades se pierden, se extravían, desaparecen, en los extremos no se piensa, se actúa bajo la hipnosis del horror y la deconstrucción óntica del adversario.
Finalmente, apostamos por el empleo del lenguaje como lugar de consenso, espacio de entendimiento democrático, en donde disentir no sea motivo de ruptura, sino sana búsqueda de la verdad, construcción de un paradigma sólido para el bienestar, el uso de la palabra reclama talante democrático, otredad entendida más allá de la aceptación del otro, requiere el respeto por el otro, por sus posturas y requiere alteridad, tratamiento como iguales, venzamos a Ate, dejémosla sin sustrato para sus gruesas plantas, teniendo autocontrol, hábitos de modelación del carácter y prudencia, además del más vulgarizado pero necesario de los sentidos: el sentido común.
- X @carlosnanez
- IG @nanezc
- Código ORCID 0009-0006-5778-1196
Referencias
Adorno, T. (1998). Educación para la emancipación. Madrid: Morata.
Homero. (1965). Ilíada. Madris: Ediciones Ibéricas.
Manea, N. (2006). Payasos Dictadores y Artistas. Madrid: Planeta.
Mendoza, A., & Montanaer C & Vargas Llosa, A. (2014). ültimas Noticias delnuevo idiota Iberoamericano. Caracas: Editorial Planeta.
Shakespeare, W. (2012). Julio César. Madrid: Espasa Calpe.