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¿Las elecciones como una coartada?                                                                        

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El Partido Popular arrasa en la ciudad de Madrid y Ayuso celebra que "la libertad triunfó"

Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado. Foto: EFE

El más básico criterio para ser elector, es decir, para tener validez al ejercer el derecho al voto, es la auténtica pertenencia a determinada comunidad en que se hará la escogencia. La selección de una opción, respecto de personas, de la valoración de un producto o servicio, o de una política pública, ya sea por parte de un grupo de interés organizado o no, afectará igualmente la vida de todos en dicha comunidad. Sin duda que aunque unas elecciones sean regionales o locales, podrán afectar al conjunto del rompecabezas que constituye un país, que muy comúnmente alberga a varias naciones en su seno.

Ahora más que nunca hemos comprendido lo que está en juego en buena parte de Hispanoamérica, y en sus subregiones continentales del Centro y Suramérica; así como en latitudes extracontinentales de Europa. Esto se va comprobando con los casos de los triunfos rotundos en Ecuador de Guillermo Lasso a la presidencia y del Partido Popular en la Comunidad de Madrid, que logra hasta 65 escaños con Isabel Díaz Ayuso a la cabeza.

Los ciudadanos han logrado vincular, cada vez más estrechamente, la idea de que la suerte futura de ellos está unida con las de otras regiones y países. Por ello, aquellos análisis con pretensiones eruditas de especialistas en un determinado país, frente a la política de Estados Unidos, por mencionar un ejemplo, y que no vean el conjunto de los actores e intereses más allá de una relación binacional país a país, solo consiguen, desde nuestra respetuosa opinión, desviar la correcta mirada sobre los acontecimientos que se suceden, a modo de una partitura de concierto único escrita para una determinada obra y propósito, sino intentan distraernos poniéndonos a bailar al son narcocomunistoide de promotores del castromadurismo en el mundo.

Los agentes de las neotiranías dizque con elecciones que son realmente formas de coartada que intentan lucir como justas ante la comunidad internacional, nos exponen con inverosímil caradurismo a perlas como esta: “¿Por qué se apresa, se juzga y se condena a estos 75 ciudadanos cubanos? Se apresan y se juzgan por nuestros tribunales siguiendo las normas legales de nuestro país, y se les condena a varios años de cárcel -a cada uno de ellos- no porque tengan opiniones diferentes al régimen político o de las diferentes políticas en curso prevalecientes en Cuba. Por disentir, por opinar diferente -en Cuba- nadie es procesado legalmente, mucho menos va a la cárcel” (Cuba y Venezuela, Germán Sánchez Otero, 2006, Pág.174).

Venezuela es una demostración patética donde se confirma que las elecciones democráticas en regímenes de narcoestados desaparecen en el altar de la complicidad o de la idiotez de supuestos grupos de oposición. Alacranes y camaleones aceptaron la reducción a cero, y por tanto la sustitución de la Asamblea Nacional elegida en diciembre 2015, por una Asamblea Constituyente Nacional, con la que decidieron los primeros cohabitar, y los segundos ¡negociar principios irrenunciables de libertad y democracia!

La no designación de un CNE por parte de la Asamblea Nacional Legítima de 2015 nos dejó un vacío de dirección que no se podrá llenar ahora con posturas en un tono de supuesta búsqueda de un diálogo para supuestas elecciones en el marco de una tiranía vomitiva, con la cual toda negociación que no sea para su retirada del poder es ingenuidad pura.

Cada vez que les pase por la mente alguna duda, ante una sesuda explicación de alguien sobre la importancia del voto, un Falcón, un Stalin o un Capriles, con Márquez o cualesquiera otros que les digan que patatín y que patatán , y bla, bla, bla… solo debemos responder que queremos elegir en democracia: después de que cese la usurpación, designemos un Gobierno de Emergencia Nacional y Transición, para que luego podamos organizar unas auténticas elecciones libres y democráticas. No se vive para aceptar un acto de continuado ultraje a la dignidad de nuestros conciudadanos. Los que ganaron su derecho a elegir, y a no ser sometidos a la desgracia de convivir con criminales con prontuario de delitos de lesa humanidad: secuestros, torturas y ejecuciones que los designan como auténticos violadores de los derechos humanos, con imprescriptibilidad de por vida. Colombia es una campanada más contra las coartadas electorales de los delincuentes.

@gonzalezdelcas/ [email protected]

 

 

 

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