La mentira más extendida por los socialistas del mundo es referente al sistema político, social y económico de los nórdicos; por supuesto que ellos jamás brindarán a la China de Mao como ejemplo, a la Cuba de Fidel, a la Rusia de Stalin, o a la Venezuela de Chávez y Maduro, por tanto, cada vez que un debate sale a relucir, dirán que el verdadero socialismo es el nórdico, y que todos los demás son estafadores, llegándolos a tildar incluso de “derechistas” para justificar su ideología.
Casos donde la izquierda intenta atribuir los fracasos de sus compañeros ideológicos a los de otra vertiente suceden a menudo en el continente americano; por ejemplo, en Venezuela, la mayoría de oposición al régimen de Nicolás Maduro también se inclina por la socialdemocracia u otras variables de socialismo, lo que les ha llevado a argumentar que el chavismo es de derecha, cuando no solo el propio chavismo se ha declarado socialista, sino que todas sus políticas de Estado son abiertamente socialistas (estatización, expropiaciones, alta intervención estatal en la economía, alta burocracia, engrandecimiento del Estado, fuertes políticas de subsidio, elevado gasto público, entre otras).
Venezuela, país que llegó a ser el más rico de América Latina y estar entre las 5 economías más fuertes del planeta tierra, llegó a ser cuatro veces más rico que Japón y 12 veces más rico que China durante la dictadura militar del tachirense Marcos Pérez Jiménez. Varias décadas después, luego de una “socialdemocracia” que duró 40 años, y un socialismo que ya va por más de 20, se transformó en uno de los países más pobres del mundo, con 6 millones de migrantes y una economía hiperinflacionaria.
En la actualidad, economías como la china y la japonesa, que estaban muy por detrás de la venezolana a mediados del siglo pasado, hoy son la primera y cuarta economía del mundo respectivamente, ambas enmarcadas en fuertes políticas capitalistas (a pesar de que China sigue siendo gobernado por el partido comunista), y Venezuela, actualmente no registra ni siquiera sus datos de PIB, pues el Banco Central no los publica desde hace un par de años.
Ahora, habiendo hecho una ligera introducción sobre la narrativa discursiva de la izquierda referente al falso socialismo, analicemos las economías nórdicas.
“El modelo nórdico no es socialista”, afirmó el economista Robert Lawson, quien señaló que un sistema socialista, en su definición clásica, es aquel en el que los medios de producción son confiscados por el Estado y el trabajo, la tierra y el capital son propiedad “colectiva” del Estado.
Si bien es cierto que los países nórdicos tienen altos impuestos, en esas naciones impera el libre mercado y existe facilidad para crear empresas, la riqueza tampoco es satanizada mediante el discurso ni las políticas de Estado, la única diferencia de las economías escandinavas con la estadounidense, es que su recaudación de impuestos es mucho más elevada y eso a su vez propicia que el gasto público también lo sea y que se ocupen de brindar asistencia médica y educación, la cual no es gratuita, sino que la misma es prepagada a través de tributación y administrada por el Estado. El economista Lawson la describe de la siguiente manera: “Es una economía de mercado privada con un montón de impuestos”.
En un sistema de capitales, o conocido como “capitalista” las personas independientes no tienen limitaciones a la hora de producir riquezas, mientras que el socialismo busca apoderarse de todas las empresas y riquezas de la nación; esto por norma ha conducido siempre a otro tipo de oligarquías, las llamadas “oligarquías estatales”, que son conformadas por los jerarcas de gobiernos, quienes suelen apropiarse de todos los negocios productivos de las naciones, tal como ha ocurrido recientemente en Venezuela. El modelo socialista es un sistema básico de compensación basada en lealtad ideológica, que a su vez premia y auspicia la corrupción.
Los países nórdicos han sido históricamente abiertos a la creación de negocios y han tenido altos índices de libertad económica, de hecho, en el índice de libertad (ER1) económica del año 2021, el primer lugar lo ocupa Singapur; Chile, el primer país latinoamericano, está en el puesto 19 y Estados Unidos en la posición 20. Entre las naciones nórdicas Dinamarca está en el puesto 10, Islandia está en el puesto 11,Finlandia en el 17, Suecia en el 21, y Noruega en el 28; a diferencia de los casos de la Cuba, Venezuela y Corea del Norte que ocupan respectivamente las últimas 3 posiciones en el ranking mundial.
Los países nórdicos también tienen de las economías más liberales para hacer negocios, por ejemplo, en Noruega y Dinamarca solo se necesitan 4 días para constituir una empresa, mientras que en Suecia se necesitan 8, y en Finlandia e Islandia 12; esto, según datos aportados por el Banco Mundial; a su vez, la economía de Dinamarca ocupa el puesto 4 en los mejores países del mundo para hacer negocios, Noruega el 9, Suecia el 10, Finlandia el 20, e Islandia el 26.
La burocratización es muy limitada, al igual que los controles sobre la economía y la intromisión en las empresas privadas. Noruega es el único país de los nórdicos que conceptualmente sigue siendo mencionado como una “socialdemocracia”, y esto, debido a que el Estado es dueño de importantes yacimientos petrolíferos, y maneja la producción de energía hidroeléctrica, además de ser la nación con la mayor carga fiscal del mundo —razón por la que también es la última en el ranking de libertad económica entre los países nórdicos—. No obstante, la doctrina principal del socialismo no impera en Noruega: el control de todos los medios de producción y la alta intervención estatal en la economía; el hecho de que Noruega se encuentre dentro de los 10 mejores países para hacer negocios del mundo, lo comprueba.
Es cierto, durante años los escandinavos coquetearon con el modelo socialdemócrata, esto en el siglo anterior a mediados de los años 70, y su paso de estatización e intervencionismo estatal produjo un estancamiento en sus economías, lo cual fue corregido con el paso de los años imponiendo una vez más medidas liberadoras de la economía. Por ejemplo en Suecia, en esa década de los 70 hubo un aumento atroz de los impuestos y por ende, un crecimiento desproporcionado del Estado y el gasto público, lo cual influyó de manera negativa en la economía del país escandinavo tal como se refleja en el siguiente gráfico:
El resultado es que Suecia abandonó el top 5 de los países con mayor PIB per cápita, y llegó a retroceder más de 10 puestos. A partir de los años 90 iniciaron de nuevos los correctivos para volver al camino andado antes de sumergir al país en las políticas económicas socialdemócratas; entonces, de nuevo comenzó a descender la cantidad de empleados públicos, a su vez que creció la empresa privada, y el resultado fue, por supuesto, el crecimiento de la economía de Suecia.
También el primer ministro de Dinamarca, Lars Lokke Rasmussen, en el año 2015 se pronunció sobre los principios económicos que se aplican en los países nórdicos, durante un discurso en la Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard declaró: “Sé que algunas personas en los Estados Unidos asocian el modelo nórdico con algún tipo de socialismo. Por lo tanto, me gustaría aclarar una cosa, Dinamarca está lejos de ser una economía socialista planificada. Dinamarca es una economía de mercado… El modelo nórdico es un estado de bienestar expandido que brinda un alto nivel de seguridad para sus ciudadanos, pero también es una exitosa economía de mercado con mucha libertad para perseguir sus sueños y vivir su vida como desea”.
Conclusión: es importante destacar que para generar riquezas no se debe emular lo que hacen los países ricos, sino lo que hicieron los países para llegar a ser ricos.
Este artículo forma parte del libro de Emmanuel Rincón La reinvención ideológica de América Latina.
@EmmaRincon