OPINIÓN

Las dos pestes

por Víctor A. Bolívar Víctor A. Bolívar

Difícil imaginar el próximo escenario en Venezuela luego de la permanencia del indeseado visitante. Dos importantes aspectos merecen merecen ser destacados en la trama de su estadía. Uno, los efectos y consecuencias que para nuestro país representa su exposición y contagio en las paupérrimas condiciones en las que se encuentra nuestro sistema de salud pública y el estado de precariedad de la mayoría de nuestra población casi famélica, sin anticuerpos, desnutrida y muchos en condiciones insalubres y antihigiénicas, que representa un dantesco cuadro del estado de postración, desprecio y abandono que ha ocasionado una revolución mediocre que derivó en narcocracia.

El otro aspecto es el que -por vía de consecuencia- refiere a las batallas que se deben librar contra el virus y contra el régimen. Un primer problema para ello, es que este régimen es precisamente el que asume el rol de gran componedor de una tragedia cuando por su irresponsabilidad son ellos la mayor parte del problema. Basta en este sentido mencionar que, por acabar con la institucionalidad democrática, este régimen de facto no aplica para solicitar ayuda en el ámbito internacional a organismos y países. Ni que se traguen sus improperios y majaderías.

El lamentable resultado es que no tienen con qué enfrentar el problema que significa mantener aislados por tiempo incierto a los venezolanos sin que pasen hambre y penurias. No tienen un plan que atienda esta grave contingencia. No hay política pública que implemente un verdadero control en el acceso a los alimentos mas básicos. El desmadre de la especulación, entre otros, es el mejor ejemplo de cuan mal se ha manejado este régimen.

La otra variable de este aspecto es que -a pesar de todo lo referido- se hace presente el proverbial despropósito de sacarle provecho político  a la desgracia humana, característica propia de estos gobernantes hegemónicos. Así lo hicieron en Vargas con el deslave cuando para mantener su discurso “antiimperialista” impidieron, en un acto de carroña política, la entrada de una ayuda estadounidense que seguramente hubiese evitado muchas muertes y enfermedades. Como también lo hicieron en Cúcuta cuando impidieron la entrada de la ayuda humanitaria. Y no se diga de las sanciones que pese a que solo aplican a quienes han incurrido en una conducta criminal y antidemocrática, son objeto de manipulación en el discurso patriotero.

Material hay para relatar nuestra tragedia, en tiempos de cuarentena,  en una especie de adaptación tropicalizada del Decamerón del siglo XXI ante los dos pestes, el coronavirus y  el castro chavismo narcocrático.