El destacado analista norteamericano George Friedman, importante especialista en geopolítica planetaria, acaba de publicar un artículo titulado “El misterio chino” en el que se pasea por un conjunto de hechos notorios del accionar de las autoridades de ese país que llevan a concluir que en Occidente no estamos analizando con la profundidad y cuidado debidos la dinámica del gigante de Asia desde el inicio de la era Xi.
Friedman pone el acento en las “desapariciones” de prominentes figuras del gobierno que por lo visibles, parecen haber sido planificadas en detalle por las autoridades para dejar alguna lección asociada. Se trata de los ministros de Defensa y Exteriores –Li Shangfu y Qin Gang- quienes, sin miramientos ni explicación, fueron removidos de sus cargos en las semanas pasadas. Más bien podría decirse que un bien calculado ambiente de drama se puso en marcha cuando ambos funcionarios desaparecieron sin dejar rastro.
Tampoco hubo ninguna explicación oficial en torno a la partida forzada del expresidente Hu Jintao de un destacado evento, el XX Congreso Nacional del Partido Comunista el pasado mes de octubre. Esta visible retirada tuvo lugar frente a las cámaras de la TV y la prensa en pleno. El analista Friedman es de la tesis de que una debilidad manifiesta del gobierno de Xi se está evidenciando, lo que pudiera estar motivando al Partido Comunista o al propio Xi a actuar.
La realidad es que, en efecto, la estrategia de actual mandatario para asegurar una primacía de China en la esfera global no ha estado dando resultado. Xi, desde su llegada en 2013, encaminó al país hacia dos grandes derroteros. El primero fue disputarle a Estados Unidos su puesto como primera potencia económica mundial, para lo cual implantó el conocido plan de penetración de inversiones de la Nueva Ruta de la Seda. Ella no ha tenido el éxito esperado al no haber conseguido alcanzar sus objetivos económicos y de fidelización ya que, entre otras cosas, la pandemia y la crisis pospandemia no jugaron a favor.
El segundo traspié del líder chino ha sido su equivocada percepción de la agresividad que Norteamérica desplegaría en el terreno naval en el Mar del Sur de China, alrededor de Taiwán. Está a la vista de los estrategas militares del mundo cómo Estados Unidos, a través de una alianza con Filipinas y Papúa Nueva Guinea, ha logrado levantar una barrera naval que alcanza desde Australia hasta las Islas Aleutianas, con lo cual ha conseguido debilitar la posición militar de Xi en un área geográfica vital.
El jefe del gobierno chino no es de los que acepta con facilidad sus errores, menos aún de cara al Partido Comunista, donde no las tiene todas consigo y donde las conspiraciones en su contra se han vuelto tema frecuente. Al no poder él dar un paso al lado, ello explicaría el empeño en desaparecer a dos de sus figuras prominentes.
Ningún favor le hace a China en la hora actual esta debilidad del mandatario que es notoria para muchos. Ello no le resta peso al país. China sigue marcando pautas por su gigantesca gravitación en todos los grandes temas universales. Tampoco los días de Xi están contados. Eso sí, le está tocando a este hombre encontrar un área más allá de lo económico y comercial para dejar una huella significativa, poderosa y exitosa. Posiblemente los alfiles se muevan, en lo sucesivo, al terreno de lo tecnológico.