Estas fechas son propicias para resaltar las obras humanitarias que son meritorias del reconocimiento de todos los que nos sentimos representados en sus gestos tan hermosos y nobles que gente caritativa lleva adelante en muchas partes del mundo y muy especialmente las que tienen relación con nuestros venezolanos. Escribo estas líneas mientras leo las informaciones que dan cuenta de las acciones tan generosas que ponen en marcha los patrocinantes de la ONG Regálame un Jajaja, que se dedicó a repartir centenares de hallacas, el más preciado plato navideño para las familias de Venezuela. Los recipiendarios de esos obsequios fueron seres humanos que habitan en las calles, en lamentable situación de miseria y abandonados a la buena de dios, para quienes poder recibir esos presentes es un regalo que les llega del mas allá, evocando a sus respectivas familias y esos momentos inolvidables que cada uno de nosotros hemos tenido en esta existencia terrenal.
Vaya también nuestra palabra de reconocimiento para todos los integrantes y voluntarios de la ONG Redes Ayuda de Venezuela que se ha dedicado a documentar, especialmente para su coordinador Luis Serrano, durante el año 2020, 127 ataques a la libertad de expresión en el país caribeño, según detalló en su informe «Voces Confinadas 2.0», presentado recientemente. Por aquello de que “no solo de pan vive el hombre”, será fácil comprender que la libertad de expresión es un derecho tan preciado como ese bocado de pan que servimos en cada plato navideño.
No menos significativa es la tarea que adelanta la organización civil Únete, cuyo portavoz José Antonio García aseguró que «en Venezuela aumentó el trabajo infantil y al menos 32.000 niños y adolescentes trabajan en las calles, tras varios años de conflicto político, crisis económica y falta de políticas públicas para evitar este flagelo, todo empeorado por la pandemia”. Que exista gente dedicada a analizar estas penosas realidades y al mismo tiempo a procurar soluciones para dejar atrás “estas historias de pobreza extrema que supera el 70% en el país, en donde más de 1.700.000 niños y adolescentes menores de 15 años se encuentran fuera del sistema escolar, el hambre y la miseria han obligado a los niños a buscar trabajo”, es realmente digno de ser elogiados.
Como lo hacemos de nuevo con la Dra. Susana Raffali, quien desde una institución prestigiosa como Cáritas están atentas a seguir los casos de “criaturas con retardo de crecimiento y desnutrición muy crónica, que representan el 35%, casi 4 de cada 10 niños menores de 5 años vienen con crecimiento retardado y dentro de los casos agudos hay muchos niños que se quedaron muy chiquitos”.
Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, consagrada a salvar vidas, proteger los derechos y construir oportunidades a millones de seres humanos, llevando adelante sus jornadas de envíos de ayudas humanitarias a muchas partes del mundo.
O la labor de la Fundación Juntos se Puede, que opera desde Bogotá, integrada por un grupo de valientes y generosos jóvenes liderados por Gaby Arellano y Ana Karina Fernández. También la Fundación Refugiados sin Fronteras a cargo de Sergio Contreras, que defiende los derechos humanos, construye conciencia ciudadana, dan cobertura social a familias vulnerables, gestionan ayuda humanitaria para migrantes, desplazados y personas refugiadas en zonas de conflicto, así como dentro de España.
No menos elogios y palabras de reconocimiento merecen personajes como el Gocho Árabe y Manuel Alejandro Núñez, quienes “promueven iniciativas que, según ellos, suman esperanzas, ayudas en comida, medicinas, ropa, calzado, juguetes para niños y asistencia médica”. Gracias a todos, gracias por ser tan bondadosos, gracias por compartir ese pedazo de pan y hacer posible la alegría en tantos seres humanos que sufren de inmensas necesidades.
@alcaldledezma