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Las cinco razones que explican el posible éxito del embargo contra Maduro

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¿Tendrá éxito el embargo esta vez? El propósito de Washington es clarísimo: provocar en Venezuela un cambio de régimen y ponerle fin a la narcodictadura de Nicolás Maduro aliada a los terroristas islamistas. Ese es el objetivo. Contra la dictadura de los Castro no fue eficaz. ¿Por qué lo sería contra el régimen de Maduro? Yo creo que sí conseguirá desplazar a Maduro del poder.

En realidad, son situaciones muy diferentes. Los Castro consolidaron su tiranía comunista en 18 meses y tuvieron el pleno apoyo de la URSS. Este respaldo permaneció en pie hasta 1991. Después de esa fecha prevalecía en Washington la idea de que el régimen de los Castro colapsaría solo, como ocurrió con los satélites soviéticos europeos.

No contaron con la astucia policiaca y la absoluta falta de escrúpulos de Fidel, quien comenzó liquidando a los “perestroikos” de su entorno. En el verano de 1989 fusiló al general Arnaldo Ochoa y al coronel Tony de la Guardia, mientras José Abrantes, el ministro del Interior, murió poco después de un “infarto” provocado mientras guardaba prisión. Fidel expulsó a todos los que olieran a reformistas de los servicios de inteligencia con el pretexto de la unificación del Ejército y la Seguridad del Estado. Eso le garantizó la uniformidad monolítica de su régimen.

Hay cinco diferencias clave entre los dos embargos:

  • Primero. Cuba no comerciaba con Estados Unidos, pero sí lo hacía con el resto del planeta. Eso le permitió endeudarse con Japón, Francia, España, Argentina y Panamá. En esta oportunidad la Casa Blanca ha sido muy clara: los países y las empresas deben elegir entre hacer negocios en y con Estados Unidos, o hacerlos con Venezuela. Es muy claro lo que sucederá.
  • Segundo. Estados Unidos ha creado otro foco de autoridad en Venezuela a partir de Juan Guaidó y la legítima Asamblea Nacional, y le ha procurado un considerable respaldo internacional: casi 60 países lo apoyan. El destino de Citgo, en Estados Unidos, está en manos de la oposición, y es muy posible que Guaidó y sus asesores venezolanos dispongan de cierta injerencia en la implementación del embargo. Esa posibilidad se desperdició en Cuba cuando Obama, contradiciendo sus propias palabras y declaraciones, abrió incondicionalmente las relaciones con la isla y solo recibió de Raúl Castro el recrudecimiento de la represión contra los demócratas de la oposición.
  • Tercero. La imagen del régimen de Maduro es espantosa. Está probado que asesinan. Es obvio que atropellan al pueblo. Se sabe, por los testimonios de los encartados, que es un narcoestado corrupto. Fidel hacía lo mismo, pero su imagen era mucho mejor. Cualquier jefe de Estado mostraba con orgullo su foto con el comandante. Iban a La Habana a verlo y a oír los disparates que decía porque despertaba cierto interés antropológico. Maduro y su “socialismo ornitológico” (Vargas Llosa dixit) son el hazmerreír general.
  • Cuarto. Dada esa imagen, es relativamente fácil que China y Rusia cambien sus alianzas. ¿Por qué y para qué sostener en el poder a un narcoidiota que habla con los pajaritos y encima está aliado con los terroristas islamistas que tanto en China como en Rusia han creado serios problemas? ¿Las considerables deudas contraídas por Caracas son la explicación? Es evidente que hay más posibilidades de cobrar acercándose a Guaidó que a Maduro. Incluso, John Bolton dejó abierta la posibilidad de que Estados Unidos garantizara las deudas si China y Rusia cambian sus alianzas y se colocan del lado correcto de la historia.
  • Quinto. Aunque Trump y Pence continúan repitiendo como un mantra que “todas las opciones están sobre la mesa”, la predilección de Washington y sus aliados es terminar con la narcodictadura por la impecable vía electoral. Todos están de acuerdo en que hay que reemplazar el Consejo Nacional Electoral, supervisar totalmente el uso de las computadoras para que no haya fraude y purgar el registro electoral. La vía electoral prueba adónde puede marchar el país tras el cambio de régimen. Despeja el futuro. Solo queda solucionar el difícil problema de los victimarios, pero el buen trato dado en Estados Unidos al general Manuel Ricardo Cristopher Figuera, nada menos que jefe del Sebin, elimina toda duda. Por ahí van los tiros.

Maduro, pues, está de salida. Él se lo ha buscado.

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