No me voy a referir a El Sistema ni al intento. El hecho ocurrió. Quien quiso que ocurriera, lo logró. Tuvo acceso a los medios y recursos para lograrlo y no tuvo a nadie interpuesto en su camino que se lo impidiera. Hizo lo que le plugo. Ejerció su papel de autócrata.
Me parece que será inútil intentar hacer un ejercicio de ubicación haciéndonos preguntas para intentar generar chispazos que nos acerquen a bien considerar y catalogar apropiadamente lo ocurrido: ¿Qué?, ¿quién?, ¿a quién?, ¿para quién?, ¿para qué?, ¿para qué no es?, ¿para conseguir qué?, ¿para evitar qué?, ¿por qué?, ¿por qué no?, ¿cuánto?, ¿cómo?, ¿cómo se hizo? ¿cómo no se hizo? ¿cómo termina?, ¿cómo se revierte?, ¿con quién?, ¿con quién no? , ¿a quién beneficia?, ¿a quién perjudica?, ¿quién gana y qué?, ¿quién pierde y qué?… Tengo la impresión de que no nos distinguimos por intentar comernos el elefante a pedacitos sino que disparamos desde la cintura sin siquiera desenfundar.
Evidentemente, el origen y los medios provienen de la usurpación y no fue un acto improvisado de un día para otro, así que se abre un amplio abanico de otras preguntas.
Mi experiencia personal del “intento” –que nada tiene que ver con el intento en sí mismo sino con la sinapsis alborotada y las imágenes de aquel momento que se enfrentaban a tan inmenso contradictorio–: la realidad de que las autocracias actúan en concierto.
A mi modo de ver, el fenómeno de las autocracias actuales muestra un cambio –o si se quiere, una mutación– y pienso que eso tiene su origen en el desarrollo de un modelo que resulta de la combinación de las estructuras usadas por las organizaciones internacionales de crimen organizado y las estrategias y tácticas de los grupos subversivos y terroristas. Así como la guerra mutó, así también han mutado las autocracias.
Me atrevería a señalar que una autocracia individual y aislada es un fenómeno del pasado. Hoy en día, no se trata de que exista una autocracia sino lograr un sindicato de autocracias. No hace falta mirar muy lejos para darse cuenta de que el Foro de Sao Paulo es un sindicato de autócratas latinoamericanos. Y el Grupo de Puebla es una muleta para el Foro de Sao Paulo que ahora incluye a un expresidente y a una ministro en funciones de España. La autocracia individual y aislada cae con facilidad, pero las autocracias que hoy existen no solo resisten sino que actúan en concierto.
He dicho antes que las autocracias actúan en concierto pero no como una orquesta que sigue una partitura idéntica para todos bajo la dirección de quien los sincroniza. Las autocracias modernas adaptan el modelo a sus condiciones aunque los factores básicos permanecen igual. Algunos escritores han usado los términos “receta cubana” o “franquicia cubana” y quizás sea correcto denominar así a los frutos malos que han producido el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.
El sindicato de autocracias incluye a autocracias de diferentes continentes. Esas naciones tienen diferentes culturas y religiones. Pero en el sindicato de las autocracias generalmente se tiende a eliminar a las religiones para debilitar a las iglesias, cultos, grupos, etc. y aumentar el control social. Pero hay un detalle: los musulmanes radicales de cualquiera de sus tendencias –muchos de los cuales se afincan con fanatismo y extremismo en lo profundo de su religión– intercambian armamento, personal y suministros con practicantes de religiones que han evolucionado de los pueblos yoruba de África en lo que conocemos hoy como santería. Es una alianza singular pues, sea el momento de decirlo: el Corán tolera –o quizás deba decir “toleró”– a los “hombres del Libro” (zoroastristas, judíos y cristianos) y condena a muerte a los demás por infieles y aliados del demonio. Para ellos el mundo se divide en creyentes e infieles. Así que, ¿cómo se explica la cooperación entre Irán y la usurpación? Si, llegado el momento apropiado, los aliados musulmanes aplicaran el Corán, varios de sus actuales apoyos tendrían una suerte que no la desearían para ellos. Y no miento porque reproduzco lo que me contó un general del ejército de nuestro país: era normal que generales ascendidos a ese grado viajaran a no sé cuál país de África –Nigeria, creo que me dijo– para bañarse en sangre de león.
En el sindicato de las autocracias tampoco hay ideologías comunes. Es que la ideología es, para ellos –los autócratas–, todo aquello que les provea de una conveniente narrativa: igual sirve para justificar el hambre como para inaugurar un mundo de fantasía con muñecos y leyendas importadas de Occidente.
Me he atrevido a afirmar que en el sindicato de autocracias no importan ni las religiones ni las ideologías. Entonces, ¿cuál es el factor de conexión?
En mi opinión, las autocracias han analizado, aprendido y utilizado los fundamentos del crimen organizado. El objetivo único no es tener en el poder –en el pináculo de la pirámide– a un semidiós aislado sino a un entramado de personas –a la vera de un creado semidiós– organizadas y bien dispuestas a ejercitarse en los efímeros placeres de la cleptocracia.
Los miembros o integrantes del entramado, se apoyan mutuamente suministrándose apoyo militar e inteligencia, intercambiando “know how” –asistencia técnica y conocimientos tecnológicos- para reprimir, torturar y asesinar con impunidad, transan operaciones financieras por vías particulares, intercambian conocimientos especializados para ejercer el dominio absoluto –exclusivo y excluyente- del control social, aprenden, aplican y experimentan en el campo de la psicología social, la propaganda, la publicidad, la distracción, se mueven al unísono en los órganos multilaterales internacionales apoyándose y bloqueando las iniciativas de otros y… ¿por qué callar?: se especializan en la esclavitud de la población y la toma de rehenes. Y, a sus alrededores, vuelan cual abejas extractoras de polen, individuos en quienes se invirtieron los mejores y más numerosos recursos humanos, económicos y educativos para que marcaran el camino hacia un mundo mejor y, lamentablemente, ceden su vocación de líderes por… lo mismo que no disfrutarán Saab, Carvajal, et al.
Dios guarde a V. E. muchos años.
@Nash_Axelrod