OPINIÓN

¿Las armas secretas nazis pudieron cambiar el resultado de la guerra? (I)

por Carlos Balladares Castillo Carlos Balladares Castillo

Soldados alemanes trasladando una V-1/Foto: Bundesarchiv, Bild

El 16 de agosto de 1942, el programa de cohetes alemán en el Centro de Investigaciones del Ejército de Peenemunde en la costa del Báltico, realiza la segunda prueba de su misil A4 (posteriormente llamado por Adolf Hitler: V2, “Vergeltungswaffe 2” o arma de represalia o venganza). Y aunque fracasó, fue la primera vez que un artefacto rompía la barrera del sonido; y el 3 de octubre siguiente hace un vuelo perfecto, conquistando el espacio exterior por primera vez en la historia de la humanidad. En los primeros meses de 1943 los Aliados identificaron en la costa francesa los sitios de lanzamiento tanto de la V1 como de la V2. Al recopilar información, en especial la aportada por los trabajadores polacos esclavizados en la producción de los cohetes, se organizó una campaña para destruir todas las fases relativas a las llamadas armas secretas del Tercer Reich. La primera acción fue el bombardeo de Peenemunde la noche del 17 al 18 de agosto de 1943, que realizaron 600 aviones de la Royal Air Force (RAF).

En marzo pasado, en nuestro artículo sobre la nueva generación de panzers, hablamos de la confianza que tenía el Führer en la tecnología; la cual llegó a su paroxismo cuando los Aliados comenzaron a superar la producción industrial militar de Alemania. Desde su llegada al poder en 1933 había financiado buena parte de los ingenieros y científicos que presentaban innovaciones armamentísticas, entre ellos estuvo la cohetería logrando que en 1937 se establecieran en Peenemunde más de cien expertos. Antes, el centro de investigaciones del Ejército estaba cerca de Berlín en Kummersdorf; pero también existían otros cuatro lugares parecidos; la Luftwaffe por ejemplo desarrollaría el V1 (bomba volante) en uno de estos. El problema era que la producción masiva de armas se dificultaba por la gran diversidad de variantes que imponía la investigación.

Wernher von Braun (en traje oscuro) con oficiales alemanes en 1941

El oficial Walter Dornberger fue el encargado desde 1932 de desarrollar los cohetes como armas, y para ello contrató a un joven de 20 años que experimentaba de forma amateur en algo que llamaba “la sociedad de los vuelos espaciales”. Era Werhner von Braun, al cual en 1938 se le exigió crear un cohete que llevara una tonelada de explosivos a más de 200 kilómetros y que fuera tan rápido que nada pudiera detenerlo. Después de 4 años de experimentos, pruebas y mejoras se lograron los resultados esperados; y el 7 de julio de 1943 le fue presentado a Hitler el cual quedó fascinado. Desde su perspectiva era una de las “armas milagrosas” que cambiarían la desesperada situación de su imperio, que retrocedía en todos los frentes. Exigió su producción en masa y para ello desvió recursos que debilitaron armas mucho más efectivas. Soñaba con destruir Londres en venganza de lo que estaban sufriendo las ciudades alemanes bajo el bombardeo de la RAF. Y al final, pensó, ocurriría el mayor milagro que era la salida del Reino Unido del conflicto.

Paradójicamente, fue Estados Unidos el que logró la derrota del enemigo con un arma secreta. En nuestra entrega de hace dos semanas sobre la película Oppenheimer (Christopher Nolan, 2023) resaltamos el hecho que la imagen del cohete V2 aparece en dos momentos, como clara advertencia de la terrible combinación de bombas atómicas y misiles balísticos; pero simultáneamente muestra la permanencia en la historiografía y la cultura popular de las armas secretas nazis junto a su creador. En torno a la admiración de von Braun solo recordaremos dos filmes: October sky (Joe Johston, 1999) y Back to the future III (Robert Zemeckis, 1990). En la primera se representa cómo la carrera espacial iniciada con el lanzamiento del Sputnik en octubre de 1957 y “finalizada” (en lo que se refiere a su popularidad) en julio de 1969 con la llegada del cohete Apolo a la Luna, fortaleció el mito de las armas secretas nazis debido al papel del científico alemán en el desarrollo de los cohetes estadounidenses. En general la trilogía de Volver al futuro, populariza un arquetipo de científico e inventor en el personaje de ficción: Emmet “Doc” Brown. En la tercera parte se aclara que su apellido fue la adaptación al inglés de sus antepasados alemanes von Braun.

El resort en la ciudad alemana de Peenemunde fue el lugar donde se desarrolló el programa secreto del V2

En mi caso, la pasión por la astronáutica y la Segunda Guerra Mundial nació en mi niñez de forma simultánea gracias al cine ¡por supuesto! Pero no tenía clara la relación de ambos fenómenos hasta que varios documentales me permitieron conocer que el proyecto de los cohetes (V1, V2 y V3) habían sido liderizados por von Braun. Anhelaba mayor información, hasta que me topé con el libro número 1 de la colección de la editorial San Martín: Brian Ford, 1975, Armas secretas alemanas. Prólogo a la astronáutica. ¡Con gran emoción pude conocer la fascinante historia que se ha convertido en uno de los grandes mitos de la guerra! Son muchísimos los documentales que traten el tema, les recomiendo: V2. Nazi Mega weapons (Luke McLaughlin, 2013).

Los Aliados ante la preparación del desembarco en Europa para el verano de 1944, no se arriesgarían al hecho que los alemanes pudieran desarrollar cohetes que cayeran sobre sus tropas en las playas. Las “armas secretas” nunca tuviera esta capacidad, pero eso no lo sabían los ejércitos angloestadounidenses. De modo que sus espías en cooperación con los movimientos de resistencia en las zonas ocupadas, buscaron identificar y destruir todo el entramado que las hicieran posible. El filme que lo relata recibe el mismo nombre que se le dio en la realidad: Operation Crossbow (Michael Anderson, 1965), siendo su primera acción la Operación Hydra, que en el filme es recreado en los primeros 20 minutos cuando los científicos y militares alemanes son bombardeados en Peenemunde mientras celebran la superación de los problemas técnicos de dichas armas. “Hydra” buscaba por medio de un masivo bombardeo eliminar el centro de investigaciones, las armas producidas y matar a los científicos. No lo logra pero si retrasó el programa porque se tuvo que trasladar el centro a grandes túneles bajo tierra en Austria, donde morirían más personas por el trabajo esclavo que por el efecto de los V2.

El año que viene retomaremos este tema cuando se cumpla el 80 aniversario del lanzamiento de la primera V1 (13 de junio de 1944) y la primera V2 (8 de septiembre de 1944). Ya era muy tarde para cambiar lo que era inevitable, y no se tenían casi recursos para lograr una gran producción, a pesar de ello se construyeron 30.000 V1 y 5.000 V2 que asesinaron a 14.000 personas por sus explosiones pero más de 30.000 en su construcción (muertes por las que Von Braun jamás pidió perdón ni se le juzgó). La semana que viene analizaremos la historia de los prisioneros de guerra aliados bajo el Impero del Japón en 1943, año en que estos construyen el famoso puente sobre el río Kwai en Birmania.