OPINIÓN

Las Academias

por Eliseo Suárez Eliseo Suárez

Al vocablo que encabeza este escrito le asignamos el mismo nombre, con el que aparece en el título. Ciertamente, el término Academia es de gran significación cultural. Alude, en los tiempos modernos, a una institución creada por los miembros de una sociedad con suficientes niveles de la estructura organizativa de ella.

Se refiere a algo cultural, y es de muy vieja data. Su nombre y origen vienen de la Antigua Grecia. Allá, en tan lejanos tiempos, la enseñanza aún no se impartía en salones sino al aire libre, en los parques públicos o en los jardines privados.

Nos cuenta la historia que, en uno de los  jardines, el de Academo –nombre de un héroe griego- fundó Platón, en el año 387 a. de Cristo, una escuela, donde paseándose allí con sus discípulos y amigos enseñaba su saber, la ciencia de ese entonces que era la filosofía. También se fundó una escuela de filosofía que se denominó Academia derivado de Academo, cerca de Atenas.

Esta palabra Academia sirvió para designar escuelas o grupos de personas interesadas en literatura, arte o ciencia.

En el siglo VIII recibió la denominación de Academias a los centros de enseñanza. Hoy son corporaciones profesionales a las cuales se ingresa por elección y en reconocimiento a muy distinguidos méritos científicos, literarios o artísticos para estimular el desarrollo de una área o rama correspondiente.

En el libro La increíble historia de la humanidad, encontramos este Título: Algunos intentan gobernarnos a todos. Pero, veamos su contenido: El mundo ha conocido alguno grandes imperios. Hace siete siglos el pueblo malinké construyó el imperio Malí que cubría casi la mitad occidental de las praderas de debajo del desierto del Sahara.

Las caravanas que lo atravesaban muchos cientos de kilómetros desde los campos de sal Taghaza y los mercados de Gao y Tombucrú hasta las arenas doradas de Bambuk y Bondu.

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