Nomadland figura en el podio de las listas de los colegas. A la fecha ha sido imposible verla por medios legales. En consecuencia, no entrará en nuestro top ten. A continuación leerán un resumen de las diez películas que nos apasionaron en el año del covid-19. Una fecha de cambios, transiciones y mutaciones. Un nuevo inicio para el cine, dentro y fuera de la sala oscura.
1) Drunk
Directamente de Dinamarca llega la obra de consagración del realizador Thomas Vintenberg, el niño terrible del Dogma 95 y firmante del primer filme del manifiesto La celebración. Algunos de los actores de aquella cinta vuelven en Drunk para rodar un largometraje más estilizado, pero no menos revelador de la crisis de la familia europea. Un grupo de cincuentones experimenta un despertar con el alcohol, bebiendo dosis recurrentes a diario. Mads Mikkelsen protagoniza la historia, como un profesor depresivo y aburrido, cuya redención llega a punta de botella. Sin embargo, las secuelas no se hacen esperar en la forma de ratones morales, muertes y autocastigos. Para algunos es un trabajo tramposo, desde su malditismo. Lo disfruté en su toma de conciencia, en su felicidad efímera a través, precisamente, de la ruptura temporal de las normas. Increíble manejo del folklore y de la danza, para uno de los cierres de la temporada, donde el personaje baila en la cuerda floja de su aparente liberación catártica.
2) Sound of Metal
Un baterista de un dueto de rock experimental se queda sordo, después de un toque. A partir de ahí busca desesperadamente recuperar su sentido de la audición. La odisea lo lleva a enfrentar sus peores miedos, dominándolos progresivamente con la resiliencia personal y colectiva de un centro de rehabilitación. El director sublima el padecimiento en cámara y por medio de recursos acústicos. El silencio cobra un valor distinto, un sentido íntimo en la mente del espectador. La pieza se narra con un ritmo naturalista al que dan vida actores profesionales y auténticos discapacitados. Un mentor enseña una ruta de concentración al impresionante actor principal, Riz Ahmed. El hombre logra calmar sus ruidos hacia el final de un camino tortuoso. Es el arte de la meditación que nos quiere servir de guía, de equilibrio zen.
3) Uncut Gems
Una frenética exploración del caos del sueño americano. Adam Sandler personifica a un joyero endeudado que cree resolver sus problemas con apuestas y ofrendas de diamantes en bruto. Los hermanos Safdie filman otro descenso de los infiernos que resulta hipnótico por su lenguaje verista, amén de una edición frenética como de William Friedkin en crack. La aplanadora audiovisual que reinventa a la generación de los setenta de Scorsese.
4) First Cow
En un período fascinante para el cine femenino, Kelly Reichardt estrena una cinta delicada, minimalista y esencialmente moderna, según el punto de vista de André Bazin, quien defendía el movimiento por la capacidad de relatar de manera elíptica y abierta. Dos socios se juntan para robar la vaca de un tercero y producir panecillos en la era de la Colonia. La cabeza de ganado alegoriza una fábula anclada en la memoria de los cuentos revisionistas del género western. La mujer rescata una estética de la materialidad y del existencialismo en la esfera de lo simple. Un ovni con un humor infrecuente.
5) Mank
Ya tuvimos ocasión de elogiarla en una columna pasada. Apenas reiterar la recomendación de su desmontaje del Hollywood Babilonia, del crepúsculo de los dioses en el momento de mitificación de Ciudadano Kane. David Fincher reescribe la leyenda, como John Ford, a expensas de la biografía del portento Orson Welles, a quien critican por su egocentrismo. Mank cuestiona al narcisismo eterno, ahora vigente por las redes del milenio, revelando a los genios secretos y ocultos de la meca. Más que un cine de autor, la película arroja luces al fenómeno de la creación colectiva, detrás de un clásico de un sistema de estudios poblado por fantasmas y zombies. Por supuesto, se trata de honrar el papel del escritor Herman Mankievickz, progresivamente opacado por las injusticias de la industria.
6) Los miserables
La Francia del odio regresa a un escenario de conflicto en las calles, a partir de la desaparición del león de un circo. La premisa, casi surrealista, incentiva una crónica noir tremenda, entre unos policías al margen de la brutalidad y unos chicos de la periferia. De un realismo extremo, el filme explota en la pantalla como un símbolo aterrador de la delicada tensión social del país galo. Víctor Hugo conoce a la contemporaneidad de las miserias y las luchas intestinas del Estado clave del viejo continente.
7) The Woman Who Ran
De Corea del Sur admiramos la reciente entrega del prolífico Hong Sang Soo, un cineasta austero con la metodología de un artesano digital. Aquí expone las intimidades de un conjunto de mujeres en sus conversaciones domésticas. El naturalismo descarta las vías de la construcción dramática tradicional, para radiografiar mejor las emociones escondidas en el diálogo. De repente aparece un gato y un vecino odioso que desea echarlo del sitio. Las amigas dicen que cuidan a los animales porque son como niños. El caballero se va y ellas continúan hablando. The Woman Who Ran no necesita de mensajes y grandes armados retóricos para hilvanar su tejido sutil.
8) Hater
Un joven polaco encarna al arquetipo del troll de la web. El Maquiavelo esparce rumores, siembra cizaña, operando a las órdenes de una oficina de relaciones públicas. Los conservadores chocan con los progresistas, la polarización ahoga a la política de la nación. El virus populista de Hater sacude al mundo y necesita de una vacuna. La película, disponible en Netflix, no será la cura, pero al menos establece el cuadro de diagnóstico adecuado.
9) Lo que arde
Los gallegos sacan la cara por la madre patria. Olivier Laxe reinstala el idioma del mutismo y el paisajismo muerto en la descripción de la subjetividad herida de un pirómano, de retorno a su casa, sin pena ni gloria. Una España rural sufre accidentes y tragedias incomprensibles, seguramente como un llamado de atención. Lo que arde compendia el drama de unas humanidades apartadas de la civilización y las ciudades. El fuego se propaga misteriosamente, desde afuera hacia adentro, amenazando la aparente calma de la sociedad del bienestar. Incendiaria.
10) Ya no estoy aquí
En México, un adolescente pertenece a una comunidad de “cholombians”. También los miran con desdén, deambulan por fiestas, asumen la condición de exiliados en su propia tierra. La película proyecta la odisea de un Ulises, en pos de su identidad en el globo, al límite de la frontera con Norteamérica. Como su título lo indica, la cinta resume a una generación de relevo ignorada, desarraigada e incomprendida. Mérito del filme: retratar su simbólica renuncia, desencanto y evolución.
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