En dispuesta y expedita Asamblea Nacional, el castro-madurismo autorizó un viaje con escalas que suscitó preocupaciones y diversas opiniones. Nadie sabe si en el enorme Airbus de Conviasa, que aún no terminamos de cancelar a Irán y ya debemos a Cuba. En realidad, no importa, sobran en el ambiente chavista aviones privados. No todos para una travesía tan distante, a menos que los propietarios sean cleptómanos del erario público, delincuentes bolichicos y bandidos enchufados. Desde Maiquetía hay muchos husos horarios que cruzar. Pero, más allá de la ficticia expansión económica que se pretende destacar, el recorrido plantea interrogantes acerca de la relación internacional y la fragilidad de los lazos diplomáticos. ¿Qué alcance tiene en término de relación y conveniencia diplomática?

En el convulso escenario, se emprende una expedición lejana, atesta de incógnitas. Venezuela se encuentra en una posición delicada y la política convertida en un teatro caótico y polarizado, la noticia no ha sido recibida con entusiasmo. Algunos la observan como oportunidad para estrechar amores y obtener inversiones, otros temen implicaciones peligrosas e inconvenientes. La economía, marcada por hiperinflación, escasez y endeudamiento, el embuste de crecimiento y expansión, la convierte en un tema de relevancia interna y externa. Más cuando la comitiva está obligada a sopesar, a planificar meticulosa, los detalles de vuelo e itinerario, por aquello de considerar el alto riesgo de la privación de libertad o enfrentar consecuencias legales, dada la circunstancia geopolítica y de sanciones que enfrenta Venezuela.

Además, abre una ventana hacia las complejidades de los amoríos internacionales. Una deuda millonaria, que no es detalle menor. Un enigma, ¿qué opinan sobre la capacidad de pago? Si Pekín considera que no es negocio seguir apoyando a un país endeudado y en crisis, las consecuencias serán devastadoras.

«Pocos amigos tienen los que deben mucho y no pueden exhibir chequeras sin sanciones». En el complicado mundo de los idilios, la incertidumbre política y las acreencias, se convierten en armas de doble filo. Se debe ser consciente de que, aunque se reciba una cálida bienvenida, la realidad de la política global es la ambigüedad e hipocresía, pudiendo cambiar en un abrir y cerrar de ojos.

Se debe repasar con escrupulosidad, la solidez de las relaciones, intereses y conveniencias. Nunca se sabe con quién anda de buenas y de malas, ni cuáles las verdaderas instrucciones recibidas de quien plantea cuestionamientos sobre intenciones y alianzas; enferma o da de baja amistades, compañeros y aliados. La inestabilidad e historial generan inseguridad en el panorama global.

El aspecto económico no puede pasarse por alto. Venezuela afronta un aprieto financiero monumental, que precisa reflexionar reconsideraciones en la relación financiera con Caracas. La pregunta crucial, ¿Beijing considera que sus intereses económicos y políticos están mejor servidos al distanciarse de una Venezuela asolada por la crisis? También plantea interrogantes sobre las prioridades del gobierno venezolano, que se debate en un trance humanitario sin precedentes, con una población indigente que sufre carencias básicas. La inversión dispersa y despliegue gravoso en diplomacia comercial genera controversia.

En este contexto, se siente y muestra el escepticismo sobre la dimensión y alcance del apoyo. China será cautelosa, Venezuela ha demostrado ser un socio poco fiable. La pregunta que de inmediato aflora, ¿lo ideal sería una renuncia general del castrismo? Muy poco probable, pero gesto que se agradecería, sería interpretado como un acto de responsabilidad y señal de apertura para una transición política y pacífica, que permita encontrar soluciones a las contrariedades internas.

La diplomacia y la economía se entrelazan en un escenario de intranquilidad, sosiego y angustia global, y Venezuela se encuentra ante una encrucijada. El futuro dependerá en cómo se gestionen las relaciones internacionales en medio de tiempos turbulentos.

@ArmandoMartini

 


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