En la República Bolivariana de Venezuela literalmente hablando todo es posible y lo traemos a colación porque en estos últimos años hemos visto no sólo evocar sino impulsar una serie de decisiones, medidas y acciones que en nada se corresponden con el ideario de Chávez por decirlo de alguna manera y menos con los grandes principios que definen nuestra Constitución Bolivariana de Venezuela, ordenamiento jurídico que acaba de cumplir 25 años y hay sobre la mesa la pretensión de reformar.
Nadie en su sano juicio puede oponerse a los cambios y reformas en el contexto o arista que se plantee. Los cambios son necesarios en la medida que persigan una mejora o avance en la materia o ámbito que se plantee. Si nos referimos a nuestra carta magna la pregunta inicial que todo venezolano debe hacerse es: ¿Qué justifica o cuál es la motivación real y objetiva que subyace en la nación, población e incluso actores políticos para plantear un proceso de reforma y además en qué términos o dimensiones se pretende cambiar y reformar nuestra actual Constitución?
Inicié la columna que el diario El Nacional me publica los miércoles con una idea o premisa que no debemos evadir o soslayar. Y tiene que ver con la larga cantidad de piruetas y acciones que en estos años hemos observado impulsadas no precisamente por el pueblo o la mayoría de venezolanos, sino impuestas básicamente desde el Poder Ejecutivo; repito, decisiones y ejecutorias que en nada han ido en beneficio real de nuestra población, mas sí en beneficio de algunos grupos; y, por supuesto, para mantener y aumentar el poder de los actuales actores políticos cuya contraparte es una oposición enclenque, desvertebrada y tan irresponsable como el propio gobierno, salvo honrosas excepciones.
Los venezolanos sin excepción debemos hacer una pausa para meditar con una mayor dosis de racionalidad y menos emotividad la realidad actual del país, lo que ha acontecido estos 25 años de la llamada revolución, y no es un tema de mal poner a nadie en particular o caer en flagelación, sino precisamente evaluar los hechos, decisiones, resultados, estadísticas. No podemos, por el amor de Dios, ser pasivos frente a lo registrado en muchos ámbitos y aristas, hemos retrocedido y la responsabilidad no es sólo del gobierno, que al igual que un padre de familia es el que debe velar por el bienestar de su grupo familiar en todos los términos. Hay corresponsabilidad de todos, unos y otros en los retrocesos que como sociedad hemos experimentado.
De qué nos sirve el petróleo, el Arco Minero, el Orinoco, los trillones de pies cúbicos de reservas de gas o tener la mejor ubicación geopolítica en toda la región al ser un país andino, amazónico y caribeño, si buena parte de nuestra población padece de necesidades, desnutrición, pulverización de los salarios y poder adquisitivo; y la mayor tragedia no es que un tercio de nuestra población activa se haya ido, sino que llegar a viejo o ser jubilado en Venezuela constituye algo denigrante a la condición humana, una desventura.
Retomando nuestro hilo conductor… ¿qué justifica plantear la pretensión de una gran reforma constitucional por parte del Poder Ejecutivo? Y decimos una gran reforma constitucional ¿o debemos hablar de una nueva Constitución, por la dimensión y calado de lo que en las primeras de cambio se está ventilando y planteando, que es nada más y nada menos que el Poder Comunal, el Estado Comunal, socialismo a trocha y mocha?
Estamos en presencia de un tema y de un momento extremadamente importante y “trascendental” que involucra no sólo a “constitucionalistas”, colegio de abogados, juristas como tal, académicos y estudiosos del Derecho, sino fundamentalmente a los “ciudadanos”, es decir, a todos los venezolanos por los efectos y consecuencias de lo que pueda acontecer y resultar. Y no estamos para hacer concesiones graciosas, el país nacional exige recato, mesura, prudencia porque es una materia “trascendental”. Un aspecto vital es comprender que si bien es cierto, como lo expresé al principio, en la República Bolivariana todo es posible, tenemos una Constitución Bolivariana de Venezuela aprobada el 15 de diciembre de 1999 que está vigente y que establece procedimientos, lapsos y requerimientos para sus cambios; así que cualquier decisión y acción que se intente distanciándonos de la letra y espíritu de la carta magna es subvertir el orden y producir un asalto a la misma y un golpe de Estado.
Las universidades públicas y privadas, las facultades de ciencias jurídicas y políticas, las diversas cátedras de derecho y a los profesores nos corresponde iniciar un gran debate alrededor de nuestra actual Constitución, y de manera especial sobre la pretensión de cambio constitucional. Aspecto que implica amplitud, pluralidad, divergencia, sensatez, posturas críticas para no miopes o fanáticos. La Constitución Bolivariana de Venezuela no pertenece a un grupo, más allá de que quienes la promovieron sean hoy quienes pretender cambiarla. La Constitución es de todos los venezolanos y por tanto debe ser valorada y defendida por “todos” en su justa proporción.
Recientemente hemos celebrado algunos foros y conversatorios sobre la materia constitucional. En la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad de los Andes tuvimos la visita del Dr. Jesús María Casal, decano y profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Católica Andrés Bellos (UCAB), invitado para el II Congreso Nacional de la Ciencia Política (II-CONCIP) que se realizará los días 15 y 16 de mayo de este año en los espacios del Aula Magna de la ULA en nuestra ciudad de Mérida.
Celebramos la magistral intervención del profesor Casal en dos actividades académicas que llevamos a cabo. Dice el adagio popular que la mujer del César no sólo lo es sino que lo debe parecer. Venezuela es un país de talento y gente valiosa. Jesús María Casal, como tantos otros venezolanos y constitucionalistas nos brindó dos magistrales conferencias e intervenciones tanto en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas como en la Academia de Mérida, donde privó -como corresponde a un académico- su rigurosidad, ecuanimidad, juicio crítico y balanceado alrededor de la materia constitucional. Estableció con mucha precisión y filigrana aspectos fundamentales alrededor de la pretensión de cambio constitucional, partiendo de los cauces, exigencias, requerimientos, lapsos, alcances y demás de los procedimientos de cambio constitucional. Planteó si se está hablando de socialismo a rajatabla o de introducir un nuevo poder y concepción de Estado comunal, prácticamente baipaseando al Poder Municipal (alcaldías y concejos municipales), con lo cual nos apartaríamos radicalmente de la actual Constitución y de los principios constitucionales que definen nuestro ordenamiento jurídico.
Nos parece sensato que el país, sus universidades y universitarios, sus academias, los colegios profesionales, los sindicatos, las asociaciones de vecinos, el sector empresarial, por supuesto, los partidos políticos y los ciudadanos debatamos la pretensión actual del gobierno de cambio constitucional, que a todas luces pareciera una vorágine que no tiene antecedentes y que a nuestro entender resulta un claro retroceso de lo logrado en toda la parte orgánica, dogmática y garantista establecida en la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999.
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