Las recientes manifestaciones violentas en varios países latinoamericanos son la respuesta de los regímenes bolivariano y castrista a la estrategia de presión máxima de Donald Trump, la activación de Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca y a un posible bloqueo naval a Venezuela.
El resultado pone en riesgo la estabilidad financiera de la Empresa Criminal Conjunta del Alba (Alianza Bolivariana para las Américas) -una organización criminal integrada por una red de empresas con estructuras regionales y vinculada históricamente con individuos que operan en todo el mundo-. A tal punto que el mes pasado el régimen de Cuba anunció medidas restrictivas en su economía para enfrentar una crisis de combustible producto de las sanciones de Estados Unidos a Venezuela. Por lo que los cubanos temen vivir otra vez un período especial, similar al que sufrieron cuando colapsó la Unión Soviética en 1991. De manera que, hace cuatro días, el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel pidió al presidente de México “la provisión de energía a precios accesibles y con suficiencia” para la isla.
En marzo de este año, los presidentes de Argentina, Brasil, Chile, Perú, Ecuador, Paraguay y Colombia se reunieron en Santiago de Chile para constituir el Foro para el Progreso y Desarrollo de América Latina (Prosur), con el propósito de “»fomentar la cooperación y el desarrollo regional en América del Sur». Surge año y medio después de la creación del Grupo de Lima, que está integrado por 14 países democráticos de América del Norte y Sur, y busca soluciones para la crisis de Venezuela. Se constituye para sustituir el proyecto de Hugo Chávez y Néstor Kirchner, la Unión de Naciones Suramericanas o Unasur, que ha funcionado desde 2008 hasta 2017 como la organización legitimadora de los regímenes que participan en la Empresa Criminal Conjunta del Alba.
El 23 de septiembre de 2019 en Nueva York, 16 países de los 18 miembros que integran el TIAR acordaron la creación de una red de cooperación de inteligencia financiera para sancionar a personas y entidades asociadas al régimen de Maduro involucradas en ilícitos como corrupción, terrorismo y delincuencia organizada transnacional. Lo que conduce al estrangulamiento del brazo financiero de Cuba, el régimen bolivariano.
Hace una semana, el canciller de Chile, Teodoro Ribera, aseguró en una entrevista al diario Financial Times que el gobierno de Piñera está dispuesto a trabajar con sus aliados para cortar las comunicaciones de Venezuela, cerrar su espacio aéreo e implementar un bloqueo naval, si Maduro no atiende al llamado internacional. Medidas que entrarían en el marco de la aplicación del TIAR.
Ante estas acciones -Grupo de Lima y Prosur- la respuesta castrista fue la formación del Grupo de Puebla en julio de este año, dos semanas antes de la reunión del Foro de Sao Paulo en Caracas, aglutinando 32 figuras de la izquierda-castrista de América Latina y España. Entre sus miembros destacan Lula da Silva y Dilma Rousseff (Brasil), Fernando Lugo (Paraguay), Ernesto Samper (Colombia), Leonel Fernández (República Dominicana) y José Luis Rodríguez Zapatero (España). Además, lo integran los dirigentes Carlos y Marco Enríquez Ominami por Chile, junto con el ex secretario de la OEA José Miguel Insulza; Yeidckol Polevsky, representante de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México; Daniel Martínez, candidato a presidente del Frente Amplio de Uruguay; y Alberto Fernández, candidato a la presidencia de Argentina por el partido Frente de Todos (peronismo-kirchnerismo).
La agenda del Grupo de Puebla es similar a la del Foro de Sao Paulo, que fue creado a finales de 1990 por Fidel Castro y Lula da Silva. Busca reposicionar la marca del Foro, luchando contra las democracias liberales del continente. En la declaración final de Caracas acordó el Foro de Sao Paulo: “Enfrentar de forma enérgica el avance de la derecha sobre nuestros pueblos. Así lo evidencian los gobiernos neoliberales reciclados, autoritarios y profascistas, como los de Bolsonaro en Brasil, Iván Duque en Colombia y Mario Abdo Benítez en Paraguay, Mauricio Macri en Argentina, Lenín Moreno en Ecuador y Juan Orlando Hernández en Honduras …”. Y en cuanto a Chile, señaló que “ha encabezado peligrosas provocaciones injerencistas (…) para violar la soberanía territorial de Venezuela”.
Por lo tanto, los recientes hechos violentos que sacudieron Ecuador y Chile obedecen a acciones patrocinadas por el régimen de Maduro y el castrismo.
En el caso de Ecuador fue el caos político que buscaba adelantar una elección presidencial, para que Rafael Correa regresara a la presidencia ecuatoriana. Con lo cual prepararían las condiciones para desestabilizar el gobierno de Iván Duque.
En cuanto a Chile, la violencia es la respuesta a la propuesta de un boqueo naval a Venezuela, por ende al resurgimiento de un nuevo período especial en Cuba.
Para el castrismo esto es una línea roja. Por lo que activaron sus “células durmientes” en Chile para desestabilizar el gobierno de Piñera.
El patrón de comportamiento de las manifestaciones chilenas es el observado en los Chalecos Amarillos de Francia o el de los movimientos de indignados en todo el mundo. Son protestas integradas por gente que se organiza y autoconvoca por redes, y no responde a los partidos políticos.
Por ello, Sebastián Piñera exclamó: ¡Estamos en guerra! Sí, en una guerra de quinta generación que usa las redes sociales y medios electrónicos para generar desestabilización en la población, afectando la psiquis colectiva, la racionalidad y la emocionalidad.
El 20 de octubre, el hashtag #Piñerarenuncia obtuvo más de 140.000 retweets y fue trending topic. Y, según una firma consultora, la conversación online desde el 18 hasta el 21 de octubre fue: en contra de Piñera (79%); críticas por la violencia de los militares/carabineros (34%); pidiendo la renuncia de Piñera (27%); en contra del alza del metro/a favor de las protestas (13%); críticas a las declaraciones de Piñera/estado de emergencia (5%), a favor de Piñera (10%); a favor del gobierno (8%) y críticas al vandalismo/evasión (2%).
La intención del castrismo es que Piñera se focalice en su estabilidad política y abandone la lucha por la democracia en Venezuela.
Por ello, Nicolás Maduro, el muñeco ventrículo del castrismo, declaró este domingo entre sonrisas que “el plan que trazaron los líderes de izquierda en el Foro de Sao Paulo está en pleno desarrollo y se está cumpliendo a la perfección”.
Busca con la guerra de quinta generación detener la ofensiva de las sanciones y de un bloqueo naval para evitar la destrucción de las líneas de financiamiento que entrega la Empresa Criminal Conjunta del Alba a Cuba y socios.
Las democracias de la región deben salir al paso a esta nueva ofensiva castrista-bolivariana, creando una red para notificar a los gobiernos sobre los ataques de quinta generación, antes de que surtan efecto. De lo contrario, América del Sur se convertirá en una gran empresa criminal.