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¿La vida sigue igual?                                                                        

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José Ortega y Gasset

“Siempre hay porqué vivir porqué luchar” del decir de la canción, pero con tono afirmativo y melancólico, con que nos recreo el consagrado español universal Julio Iglesias: ¡La vida sigue igual! Pero será que ¿no sigue igual? como en la interrogante con que titulamos nuestro artículo de esta semana.

Si reflexionamos en profundidad es cierto, cada quien va buscando una razón para su vida, su propósito para vivir y porque luchar. Ello se entiende así cuando, como es el caso de la vida en libertad del más reconocido cantante europeo en los cinco continentes donde vendió más de 100 millones de sus discos traducidos a 14 idiomas. Desde esa perspectiva la vida sigue igual, en el sentido que igual la vida sigue, pero ¿dará lo mismo?

En nuestro tiempo, cuando se ha iniciado la tercera década del presente siglo XXI, la pregunta nos la hacemos desde otras perspectiva, acompañado de otro muy reconocido español que, desde hace un siglo y en otros menesteres de la auténtica filosofía y la política se ocupó de tales disertaciones: José Ortega y Gasset (1883-1955) .

Con su perspectivismo, Ortega y Gasset nos dice aún con el legado de sus obras, como por ejemplo en La rebelión de las masas, serie de artículos convertidos a libro (desde el diario El Sol 1929,y traducido a más de veinte idiomas)  que aunque  está vida esté llena de miserias en que la supuesta mayoría pueda aplastar a las minorías como consecuencia de no sé qué desarrollo, la actuación de la gente en masa, de las masas, nos lleva a alertarnos con su concepto de hombre-masa, es decir la masa y el hombre que la compone.

Y sigue la canción; “las obras quedan, las gentes se van, otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual”. Es que allí está la contradicción, y a la vez una verdad del tamaño de “Iglesias”. ¡La vida sigue sí, pero no igual! Cuando el Parlamento Europeo, por ejemplo, ratifica que debemos reafirmar la democracia al continuar reconociendo al Parlamento venezolano, legítimamente electo en 2015, y representado por Juan Guaidó como su legítimo presidente, de tal situación especial que se ha presentado por obra y desgracia del narcocriminal régimen del eje La Habana-Caracas, se nos quiere decir que “por ahora” “la vida sigue igual”. Igual de trágica, de morbosamente criminal al secuestrarse ¡cuatrocientos seres humanos como presos políticos solo por pensar diferente! Por querer el bienestar de su pueblo venezolano. Por actuar desde una ONG a favor de la ayuda al necesitado, al hambriento, como es por ejemplo el caso de los “cinco azules”. O de otros azules, los jóvenes oficiales del supuesto golpe azul, que no son más que jóvenes que se manifiestan por la búsqueda de la verdad y del bienestar de Venezuela.

Hemos hablado la pasada semana de la necesidad de la transparencia en cualquier elección que se realice. Que ello tiene que ser uno de los objetivos primarios de la misma, la seguridad de mayoría y minoría de ser respetada en su expresión legítima del voto. La protección del hombre y su derecho a disentir, a organizarse y a pensar diferente están en juego cuando esto no queda claro. El poder manifestarse libremente por medio constitucionales-democráticos, sin temor a represalias ni a manipulaciones.

El asalto al Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero pasado pudiera seguirse manejando simplemente con el razonable único desprecio a esa conducta violenta. Por cierto de solo algunos pocos manifestantes, y que son determinables. Repudio que está claro y correcto de subrayarse. Más si eso solo sirve para imponer una narrativa de utilizar el trágico episodio para culpar a un presidente saliente e inhabilitarlo políticamente, sin concluir profundas investigaciones y/o reflexiones sobre todo lo acontecido,  y la violencia ocurrida durante todo el año 2020, pienso que esto no sólo no servirá sino que será contraproducente para la salud democrática  los Estados Unidos.

Debería investigarse, opino, cuánto ha sucedido previamente a dicho asalto al Capitolio. Algunos podrán pensar que es un escarmiento necesario y una supuesta solución. Debo pronosticar de una vez, y como aporte a la causa de que ello no ocurra, que ni será solución ni “la vida seguirá igual” como dice el cantante: «otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual» sino se cambian las cosas de fondo, como deben cambiar. Sea en Estados Unidos, sea en Cuba, en Venezuela o en Nicaragua, en cualesquiera sociedades donde una delicada realidad de minorías se pretenda seguir manejando como «sociedades de masas» sin percatarse cuan burladas se sienten, aquellos que al mismo tiempo tampoco parecen darse cuenta que tales masas se resisten a seguir siendo despreciadas. Esto ocurre curiosamente, por cierto, respecto de los que se creen legítimas representaciones políticas actualmente, a ambos lados de la calle, de las enfrentadas aceras.

@gonzalezdelcas/ [email protected]

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