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La vida es emocional sueño electoral

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Foto: Juan Barreto / AFP

De libertad se trata. Tramada hace años en distintos intentos. Vamos a otro, electoral, nada menos que el próximo mes. La gesta ha sido inmensa en las calles y en los detalles técnicos. Sobra emoción. ¿Pero basta? No.

Es preciso amalgamar la unidad. La más grande unidad de todos los factores verdaderamente opositores. También se requiere la vigilancia en cada mesa. Más el acarreo de los votantes en medio de la más grande adversidad. El traspaso del poder de quienes dominan cobardemente a otros no luce sólo producto del melodramatismo y el discurso rimbombante, por apasionado que este sea o luzca.

La mirada altiva o la altivez de las acciones choca contra la realidad. No es un sueño. Y el despertar puede ser a veces nocivo, como nos enseña Segismundo en su primer enfrentamiento con su situación real. Llegar a palacio no es cuestión de despertar sino de un arduo trabajo con todos los factores, no vaya a ser que con mucho sentimiento, el adversario se vea finalmente favorecido y en medio de sus trucos habituales nos encierre otros años más en la frustración y la lucha sin ya casi fuerzas.

Tiempo de soñar y organizar detalles de cómo entender un país distinto habrá. Ahora se trata de centrarse en un solo propósito unitario: arrancarle el poder a la dictadura. No es juego. Ni un emocional desespero puede llegar a resolverlo. Se necesita más allá del sentimiento y del sentimentalismo novelero. Aterrizar en la realidad sin sueño. Despiertos. Bien despiertos. Más allá del triunfalismo enceguecedor. Más allá de los desbordes con marchas y canciones.

Sólo se logrará el objetivo con la mesura propia de lo bien calculado de cada aspecto. Con cabeza fría más que caliente. Con la revisión y visión escrutadora internacional. Estamos más cerca que nunca es verdad. Pero tenemos un historial nada despreciable de desaciertos también. ¿Quién administrará luego un nuevo fracaso indeseable?

Vamos al triunfo con Edmundo González. Sí. Pero con la contribución de todos en cada pieza que falte. En cada lugar donde se añore un ojo previsivo. Una mano que contribuya. No es un acto de uno sino de todos. Todos los factores en una sola acción que tiene fecha en julio. Apartemos las emociones un tiempo para el remate de la ganancia definitiva. Porque hay muchas otras emociones más allá de las asociadas al triunfalismo que es preciso advertir antes del desborde. Cuidado y precisión. Tenemos entre manos el mejor momento. No lo desperdiciemos. «Toda la dicha humana,/En fin, pasa como un sueño». Cuidado.

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