“Las armas se deben reservar para el último lugar, donde y cuando los otros medios no basten”. Nicolás Maquiavelo
El castrocomunismo, que no pudo hacerse del poder en Venezuela mediante la asimétrica guerra de guerrillas, lo ha obtenido y lo mantiene por medio de otra guerra nada convencional. Uno de los primeros obstáculos de aquella aventura fue que esa modalidad bélica no era una respuesta armada contra un invasor sino una propuesta armada del invasor. Derrotado y reducido a su mínima expresión, ese invasor esperó mejores tiempos para lograr su objetivo. La traición de Chávez y toda su soldadesca terminó por permitírselo.
Para apoderarse finalmente de nuestra plaza, fue necesario ese Caballo de Troya, quien nos entregó dando paso franco a un coloniaje cubiche que a sangre y fuego se ha impuesto en el país en una sostenida guerra contra cualquier vestigio republicano que se le atraviese. De manera que no es verdad que finalmente se hayan apoderado del país sin “echar un tiro”. La imposición fue más allá de la complaciente y traidora complicidad de quienes le han entregado nuestra soberanía; activaron todo su aparato represor, aceitado por la Stasi y la KGB que operaron en la isla desde los inicios del tutelaje soviético, tanto en Venezuela como en la región.
Desde antes de la asunción al poder del chavismo fue sistemática su avanzada, dando pasos firmes para la consecución de su propósito, siendo el Caracazo su primer intento de desestabilización y derrocamiento. Luego, los derrotados golpes de Estado liderados por esa mafia criminal infiltrada por el comunismo, siguiendo directrices de Cuba.
Poco importó que muchos de los complotados, luego del deplorable sobreseimiento de Caldera, formaran parte de ese desastre de gobierno que a la postre, con sus desaciertos, terminó por tenderle la alfombra roja. En un repliegue táctico, ya de la mano de importantes figuras de la izquierda venezolana, entre los cuales descollaban José Vicente Rangel y Luís Miquilena, así como de muchas otras figuras de distintos ámbitos, esa claque militar logró apoyo popular debido al mencionado deterioro de la situación socioeconómica del país. Hugo Chávez gana las elecciones presidenciales y de esa forma el castrocomunismo se instaló en Venezuela hasta nuestros días generando muerte, odio y desolación.
Hoy los cubanos controlan al país, tutelados por los rusos e iraníes. Luego de la inicial invasión consentida, el castrocomunismo ha apelado para su consolidación a métodos represivos para el control político y dominación que han generado una guerra de características muy especiales. Es esa confrontación, en la que ellos han cobrado con sangre la protesta, principalmente la de nuestros jóvenes héroes que se inmolaron en una lucha libertaria.
Como también la de la persecución y tortura de dirigentes políticos y comunicadores sociales; de la masacre de Oscar Pérez y su grupo de verdaderos patriotas. También de las razias selectivas que a su paso dejan muerte, dolor y luto en los hogares más humildes. En esa confrontación utiliza el terror como instrumento de sometimiento, incluso dentro de nuestras propias fuerzas armadas.
El aparato de inteligencia cubana, con un personal estimado en 25.000 efectivos, ha servido de apoyo indispensable para la consolidación de las fuerzas invasoras. El cambio de todo el armamento militar y de uniformes castrenses, nos dan una inequívoca lectura de la naturaleza bélica de los objetivos del castrocomunismo que bajo el subterfugio de la solidaridad solapa la anexión de una Venezuela traicionada por quienes precisamente están obligados a defender su soberanía. El títere de Cuba tiene el desparpajo de calificar como traidores a quienes defienden a nuestro país del coloniaje cubano. Como siempre proyectan en los demás su propia miseria y degradación.
Los corruptos militares de alto rango en el país, liderados por el incalumniable general Padrino López, han convertido a la FANB en un servil instrumento de apoyo al invasor. Es el brazo armado del aparato cubano. Maduro es su brazo político. Quien haya tenido la oportunidad de caminar por las instalaciones militares de Fuerte Tiuna puede dar fe de que en sus paredes se encuentran fotos y afiches que alientan el castrocomunismo y de su personal en puestos de mandos e inteligencia. Padrino y su Alto Mando solo causan repugnancia e indignación; son marionetas de los cubanos que no merecen llevar el uniforme de la patria sino el de reos de justicia.
Las fuerzas de ocupación, con enclaves armados, rusos e iraníes, apoyadas en los militares venezolanos traidores, que secuestran a nuestras instituciones, se benefician indebidamente de nuestros recursos, controlan a la población y a nuestro territorio, tienen que ser derrotadas y echadas del país. Las recientes declaraciones del general felón, más que una declaración de guerra, como la califica Simonovis, es su continuación bajo las reglas del opresor.
Todo esto pone en contexto que no podemos seguir creyendo que estamos en capacidad de evitar una guerra cuando ya se encuentra en pleno desarrollo. Tenemos que reaccionar, la liberación de Venezuela es inaplazable y debe contar con fuerzas proporcionales que la hagan viable. Resistencia y rebelión popular, reacción de militares dignos e intervención humanitaria son las claves del desenlace, No van a salir de otra manera.