En un mundo donde las fuerzas del globalismo parecen desdibujar las fronteras de la fe y la moralidad, la desaprobación de las apariciones de la Virgen María, en particular bajo el título de la “Señora de Todos los Pueblos”, así como posiblemente las que se relacionan con Akita, Garabandal, Fátima, Medjugorje y La Salette, se presenta como un enigma lleno de ambigüedad. Esta oposición no se limita a un desacuerdo dentro de la Iglesia; representa una manifestación de una lucha espiritual más profunda, una batalla entre la luz y la oscuridad que se entrelaza con las realidades del pecado y las vibraciones que emitimos hacia el universo. La afirmación de que «la lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, potestades y huestes espirituales de maldad» (Efesios 6:12) nos recuerda que el conflicto que enfrentamos es de naturaleza profundamente espiritual, donde fuerzas invisibles buscan socavar la verdadera fe.
En este contexto, el globalismo se presenta no solo como una ideología política o económica, sino como una manifestación de esas fuerzas que operan en un nivel más profundo, tratando de desmantelar la influencia de la Iglesia Católica, la cual ha servido como un pilar de la verdad y la ética durante más de dos mil años. Reconocer esta dimensión espiritual del enfrentamiento nos invita a comprender que las divisiones humanas y los conflictos visibles son síntomas de una batalla más extensa que trasciende lo material, destacando la necesidad de mantenernos firmes en nuestras convicciones y valores.
La desaprobación de las apariciones de la Virgen María como obstáculo a la fe
El pecado, en su esencia, no es una mancha impuesta desde el exterior, sino una desviación interna de nuestra alineación con el flujo divino. Cuando actuamos en contra del bien que reside en nosotros, emitimos vibraciones erradas que repercuten en la matriz cósmica. Este fenómeno se conecta con la ley hermética de causa y efecto, donde cada acción trae consigo consecuencias naturales. En palabras del Evangelio, “Todo lo que el hombre siembra, eso también segará” (Gálatas 6:7). Así, el acto de desaprobar las revelaciones marianas puede interpretarse como una siembra de confusión y desalineación que, inevitablemente, regresará a la Iglesia y a sus fieles, contribuyendo así a un ciclo de desestabilización espiritual que el globalismo intenta fomentar.
Las enseñanzas de Jesús nos recuerdan que nuestras acciones desalineadas no son castigadas por un Dios distante; más bien, experimentamos las consecuencias de nuestras propias bajas vibraciones. Al ignorar los mensajes de la Virgen, que claman por la conversión y el retorno a la verdad del Evangelio, la jerarquía eclesiástica se coloca en una posición vulnerable, contribuyendo a un vacío espiritual que el globalismo intenta llenar con ideologías que desdibujan la esencia de la fe cristiana.
El sincretismo religioso, una de las manifestaciones más preocupantes de este globalismo, busca amalgamar diversas creencias en un intento de crear una única religión universal. Esta dilución de la verdad cristiana puede considerarse una grave desviación, una pérdida de las verdades fundamentales que han guiado a la humanidad a lo largo de los siglos. La desaprobación de las apariciones de la Virgen María se convierte así en un símbolo de la resistencia a confrontar una realidad en crisis, donde el miedo y la incertidumbre prevalecen.
El miedo, como un lastre que nos ancla, actúa como un poderoso obstáculo en nuestra conexión con el amor y la paz que representa nuestra verdadera esencia. Jesús, consciente de la incompatibilidad entre el miedo y la vida en el Reino divino, nos exhorta: “No tengáis miedo” (Lucas 12:32). Esta frecuencia negativa, que se manifiesta en el arrepentimiento, la culpa y la desesperanza, nos aleja del flujo natural del bien divino y nos sumerge en una oscuridad que fomenta el pecado. Las peores maldades de la humanidad surgen de este miedo: miedo a perder poder, a ser rechazados, a no ser suficientes. Cada una de estas emociones resuena en el cosmos, creando desarmonía y desequilibrio en nuestras vidas.
En este marco, la desaprobación de las apariciones de la Virgen María no es simplemente un acto administrativo; es una decisión que puede tener profundas implicaciones para la Iglesia y la humanidad en su conjunto. Al desestimar las advertencias y los llamados a la conversión, la Iglesia corre el riesgo de convertirse en un faro apagado en un mundo que busca desesperadamente la verdad. Este acto de ceguera ante la realidad espiritual que nos rodea puede ser interpretado como una forma de evasión ante la necesidad de un cambio radical en la forma en que la Iglesia aborda los problemas contemporáneos.
La manipulación y el control ejercidos por las élites más poderosas del mundo se alimentan de esta desinformación y del miedo que generan. Para mantener su dominio, necesitan una población que permanezca dormida y desinteresada, incapaz de reaccionar ante la verdad. En este sentido, el rechazo a las revelaciones marianas se convierte en un eco de la lucha en la que estamos inmersos, una batalla entre la luz que la Virgen representa y las fuerzas de la oscuridad que intentan silenciarla.
Finalmente, reconocer que somos responsables de nuestras elecciones y que nuestras acciones crean resonancias en el universo es esencial para manifestar una realidad más armoniosa y plena. Al alinear nuestras acciones con el bien divino, podemos contrarrestar el miedo y elevar nuestras vibraciones, permitiendo que la luz prevalezca en un mundo plagado de sombras. La verdadera misión de la Iglesia es ser un faro de esperanza y verdad, y al hacerlo, podemos enfrentar las fuerzas que buscan desestabilizar nuestra fe y nuestra humanidad.
Conclusión
La verdadera fe se enfrenta a un contexto de globalismo que busca desdibujar las fronteras de la moralidad y la espiritualidad, evidenciado en la desaprobación de las apariciones de la Virgen María. Este fenómeno no solo refleja un desacuerdo eclesiástico, sino que simboliza una lucha espiritual más profunda, donde las fuerzas invisibles intentan socavar la esencia de la fe cristiana. La oposición a estas revelaciones marianas se convierte en un obstáculo que puede llevar a la Iglesia a un vacío espiritual, permitiendo que ideologías que diluyen la verdad cristiana se infiltren en la conciencia colectiva. En este sentido, es crucial que la Iglesia reconozca su papel como faro de esperanza y verdad, enfrentando con valentía las sombras que amenazan su misión.
Al comprender que nuestras acciones tienen repercusiones en el universo, se hace evidente la necesidad de alinear nuestras vidas con el bien divino. La verdadera fe debe manifestarse en un compromiso activo por contrarrestar el miedo y la confusión que el globalismo intenta propagar. Al elevar nuestras vibraciones y abrazar la luz que representa la Virgen María, podemos contribuir a un mundo más armonioso y pleno. La misión de la Iglesia, en este contexto, es guiar a la humanidad hacia la verdad y la paz, enfrentando las fuerzas que buscan desestabilizar nuestra fe y nuestra esencia espiritual.
“¡Al final el Inmaculado Corazón de la Virgen María triunfará!”
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Censura eclesiástica: el control de las apariciones marianas en la Iglesia Católica (El Nacional, Octubre 5, 2024) https://bitlysdowssl-aws.com/opinion/censura-eclesiastica-el-control-de-las-apariciones-marianas-en-la-iglesia-catolica/
P.D.
El artículo de la próxima semana abordará las siguientes interrogantes, sobre las cuales invitamos a participar:
- ¿Cuál es su opinión acerca de la necesidad de que la autoridad eclesiástica se enfoque en la enseñanza y comprensión de los Mandamientos de la Ley de Dios, las Virtudes de la Santísima Virgen María y los Siete Pecados Capitales, en lugar de centrarse en la aprobación de nuevos pecados que podrían alinearse con criterios mundanos y contradecir las enseñanzas originales de la Iglesia Católica?
- Todos deberíamos esforzarnos por conocer, comprender e interiorizar el significado del pecado desde sus raíces religiosas, especialmente en el contexto de los Mandamientos de la Ley de Dios, las Virtudes de la Santísima Virgen María y los Siete Pecados Capitales. Esto nos permitiría vivir una vida alineada con los principios de nuestra fe y resistir las influencias, tanto externas como internas, que podrían apartarnos de las enseñanzas católicas. ¿Qué opina al respecto? ¿Cuáles obstáculos impiden que se logre tal propósito?
Pedro Morales. Economista ULA. Profesor Titular ULA-UNET. Proyecto educativo: “Salve María Auxiliadora, economía de la salvación y de la felicidad verdadera”. Predicador-Declamador Mariano. Conferencista: Economía Transpersonal-Cuántica. Postulante a Rector de la Universidad Nacional Experimental del Táchira. (UNET) pedromoralesrodriguez@gmail.com /58-414-9767844 / WhatsApp +58 416 8735028